Almas cautivas

Capitulo 3

Tara.     Lunes. 6:24am

 

Abro los ojos al escuchar el tono de llamada de mi celular, me siento en la cama y muchos papeles caen de mi pecho. Debí haberme quedado dormida mientras leía los reportes de unos casos ya resueltos.

Tomo mi teléfono y atiendo al tiempo que paso una mano por mi cara para despertarme.

—Agente Louis— digo y enciendo la lámpara junto a mi cama.

—Tara— responde Sam. —Debes venir al buró cuanto antes, creo que tenemos un caso—.

Trabajo para el FBI (buró federal de investigaciones) desde hace 5 años, y recibir llamadas a cualquier hora del día es parte de eso.

—Voy para allá— le digo a mi compañero y salto de la cama.

Me alisto lo más rápido que puedo, lavo mis dientes y mi cara, busco un pantalón negro y me lo pongo con una camisa color crema, me calzo mis botas y por último cojo el cinturón con el arma y la placa.

En el auto trato de aclarar mis ideas. "Creo que tenemos un caso" había dicho Sam. ¿Qué significa eso?

 

Al llegar a la oficina, me encuentro a Sam caminando de un lado a otro, se ve impaciente, las manos metidas en sus bolsillos y la mirada hacia el suelo. Sí, definitivamente está preocupado por algo.

— ¿Qué está ocurriendo?— Pregunto. Sam me mira directamente a los ojos.

—¿Recuerdas el caso del secuestrador en las afueras de Phoenix?— Asiento.

—Claro que lo recuerdo. Cuatro chicas de quince años desaparecieron, sus cuerpos fueron encontrados en distintos lugares. Métodos de homicidio diferentes— le respondo mientras recuerdo los detalles de ese caso.

Fue uno de los primeros casos que me asignaron, estuvimos buscando al responsable por varios meses, pero la falta de evidencia no nos ayudó a encontrarlo, y descartamos el tráfico de mujeres cuando por alguna razón cesaron los secuestros.

—Esta semana se reportaron 8 chicas desaparecidas. Caucásicas, de cabello oscuro. Siete de ellas tienen 18 años– me informa, pero su mirada se queda perdida.

8 chicas.

Eso es un número muy alto para tan solo una semana.

—¿Y la otra?— Él solo me mira.

—14 años— responde y frunce los labios. 

Me quedo en silencio un momento, ¿por qué tomaría a una niña de 14 años? No quiero pensar que se trata de tráfico infantil.

—¿Ya contactaron a las familias?— pregunto y camino a mi oficina.

—Sí, están en la sala de interrogación— mueve la cabeza en dirección al pasillo en donde están.

—Bien, voy a hablar con ellos— me dispongo a salir pero él me frena.

—Louis, aún no es un caso oficial. La directora aún no aprueba nuestra intervención— dice en un tono seco y molesto.

—¿Cómo? ¿Por qué?— estoy atónita. —Hay ocho mujeres desaparecidas, y posiblemente sea el mismo sujeto—. Especulo con las cejas alzadas.

—Tara, sabes que no podemos actuar hasta  haya una víctima— me recuerda, pero no puedo evitar enojarme.

—Lo sé Sam, pero no tienen que estar muertas para ser víctimas— le digo y camino a mi oficina.

 

Permanecimos en el buró casi todo el día, esperando alguna noticia, pero no ocurrió nada.

Las familias de las víctimas están devastadas. Logré hablar con los padres de las cuatro chicas que desaparecieron, Sam se las arregló para hablar con los demás. Nos planteamos ir al lugar en donde desaparecieron, pero en esa playa había más de quinientas personas, nunca terminaríamos de interrogarlos a todos. Además, este aún no era nuestro caso oficial, solo teníamos una vista superficial de lo que estaba pasando, y me frustraba cada segundo.

Los nombres de las víctimas son:

+ Laura Dawson, 18 años de edad.

+ Mónica García, 18 años de edad.

+ Violet Harrison, 18 años de edad.

+Vanessa Morgan, 18 años de edad.

+Verónica Jiménez, 18 años de edad.

+Riley Taylor, 18 años de edad.

+ Rebeca Taylor, 14 años de edad.

—Sam, la última chica no encuadra en la victimología—. Él me mira con el ceño fruncido.

— ¿A qué te refieres?–.

—Me refiero a que ella tiene una diferencia de edad con las otras chicas. ¿Por qué la escogió?— vuelvo mi ojos a los papeles.

En cuestión de segundos mi mente se fija en ese apellido. Taylor. ¿Son hermanas?

—No lo sé, las chicas de hace tres años tenían esa edad cuando desaparecieron, pero Rebeca no entra en el patrón actual— murmura con los ojos pegados en una de las hojas.

—Son hermanas— digo haciendo caso omiso a lo que él acaba de decir y comienzo a rebuscar entre los archivos que no deberíamos estar leyendo, en vista de que no es nuestro caso aún. —Sí, aquí está, Riley y Rebeca Taylor— le muestro las dos fotos con información de las dos hermanas y él abre los ojos por la sorpresa de no haberlo notado antes.

—Debemos hablar con los padres— decimos al unísono.

Hay una posible conexión entre las víctimas, lo que significa que nuestra posibilidad de tomar éste caso aumenta.

Pero hay algo que no me cuadra.

—Sam, ¿por qué secuestraría a dos chicas que son parientes?— pregunto. —Si se trata del mismo sujeto, esto no encuadra en sus preferencias, iniciando por la edad de Rebeca—.

—Por ahora solo se me ocurre una razón, pero es imposible estar seguros de eso hasta que no investiguemos a profundidad— se queda sumido en sus pensamientos.

—¿Qué se te ocurre?— lo insto a decirme.

—Algo debió pasarle a ese ignoto en estos 3 años de inactividad— responde con la mirada en una pared. —Y ese "algo", pudo haber cambiado su método o preferencia, hasta pudo cambiar el objetivo de los secuestros y homicidios— suspira frustrado.

—Eso es lo que tenemos que averiguar— pongo una mano en su hombro.




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