Miércoles 6:00pm
Laura
Siento la brisa fría que indica que va a entrar la noche. Llevo más de tres horas tendida en este suelo frío y lleno de la sangre de mi cuerpo. Consigo sentarme y me parece extraño no sentir ese dolor insoportable en cada parte de mí.
Subo mi camisa unos centímetros y veo un moretón del tamaño de una gran mancha en mi costilla izquierda, observo mis manos y noto las marcas de la soga, tengo las muñecas rojas y con restos de sangre seca, los hombros me duelen un poco por el tiempo que colgué de esa cuerda.
Con mucho esfuerzo trato de ponerme de pie y llegar hasta la puerta, estoy agotada y no tengo casi fuerzas, pero lo consigo. Camino hacia la puerta e intento girar la manilla, pero no cede, está cerrada con llave.
—No, no, no— niego mientras sigo moviendo la manilla con fuerza, quiero salir de aquí.
Escucho unos pasos y dejo de moverme de inmediato, identifico las voces de los hombres que van pasando.
— ¡Maldición!, Hugo— escucho gritar a Luke.
—No me culpes a mí, completo imbécil, te dije que había oído algo y como el cabezota que eres no me escuchaste— replica Hugo.
—Debimos asesinar a esa policía— dice Luke entre dientes. —El jefe no estará nada contento—.
<< ¿Policía?>>
—No seas idiota Luke, no era una simple policía, era una agente federal— replica Hugo y escucho un quejido de su compañero.
— ¿Y eso qué? — jadea él. —La muy estúpida me disparo aún teniendo una posible contusión— dice Luke y escucho que sus pisadas se alejan.
—No era cualquier agente, hay que hablar con la jefa— contesta Hugo, ignorando los quejidos de Luke.
Se alejan y ya no puedo oír más nada.
Me dejo caer en el suelo, con las rodillas abrazadas a mi pecho, y una lágrima bajando por mi mejilla.
—Todo estará bien— me repito una y otra vez.
La policía ya nos está buscando, nos encontrarán y saldremos de aquí… ¿Verdad?
Mis ojos se abren lentamente, parpadeo con rapidez e impulso mi cuerpo para poder sentarme. Cuando lo logro, me doy cuenta de que ya no estoy en la habitación de paredes grises, ahora estoy en el granero, creo que me quedé dormida y ahora me trajeron aquí.
Miro a mí alrededor y comienzo a asustarme al no ver a Mónica y a Violet. Tengo las manos atadas, pero logro ponerme de pie y al hacerlo noto que mi cuerpo ya no se contrae del dolor, es como si todo hubiera desaparecido, aunque sigo con las marcas en la piel debido a los golpes.
Sigo caminando por todo el granero, y no veo a mis amigas en ninguna parte, pienso que tal vez se las llevaron para hacerles lo mismo que a mí, mi corazón se acelera de solo imaginarlo.
Escucho un par de risas masculinas y la puerta del granero se abre de golpe. Luke y Hugo entran, seguidos de Mónica y Violet, las manos de ellas están atadas, y una mordaza cubre su boca.
—Te preguntarás qué está ocurriendo— dice Luke y se posa detrás de mí. ¿Está cojeando? Lleva una venda más arriba del tobillo.
—Mónica… Violet— balbuceo y me tiembla el labio inferior. Los ojos de ellas están rojos, y sus mejillas húmedas por las lágrimas.
—Ellas vieron como quedaste luego de tu pequeña reunión conmigo— susurra él y posa una mano en mi cuello. —Prefirieron cooperar para no terminar como tú— dice, me besa el cuello y yo me estremezco de miedo y desagrado.
—El jefe no quiere más errores— interviene Hugo y se acerca. Las chicas se quedan donde están. —Así que, puedes seguir el ejemplo de tus amigas, o negarte y sufrir las consecuencias— dice él y veo sus manos apretadas a los lados.
Respiro entrecortadamente y veo a Mónica llorando en silencio y a Violet mirando al suelo.
— ¿Qué es lo que quieren que hagamos? — pregunto con mis manos temblando.
—Buena pregunta— dice y mira a Luke, que me suelta y sale del granero a toda velocidad. —Quiero que se pongan una al lado de la otra— nos ordena con brusquedad. Nosotras obedecemos.
— ¿Qué van a hacernos? — susurro y Hugo se acerca a mí.
—Prefiero que estés callada— dice y me coloca una mordaza, mis ojos se cristalizan de nuevo y trato de negarme, pero cedo cuando lo veo tocar su arma.
Luke entra, seguido de 2 hombres con un aspecto espantoso. Uno de ellos es delgado, la nariz puntiaguda, ojos negros y ojerosos, manos manchadas de algún químico, y va vestido con jeans oscuros y franela blanca. El otro hombre es de contextura ancha, lleva puesto un traje de negocios, pero sigue siendo de apariencia horrible, es de estatura baja, brazos y piernas gordas, barba sin afeitar, ojos verdes pero inquietantes, dientes amarillentos y cabello canoso, debe tener 50 años.
—Estas son las primeras que verán— les dice Hugo y nos señala a nosotras.
—No, no, no—comienzo a negar con la cabeza y me tiembla la voz.
Nos están vendiendo como si fuéramos mercancía…
Eso es lo que somos para ellos, un producto el cual deben vender.
— ¡Ven aquí! — grita Luke y viene por mí. Me toma del brazo con brusquedad y me pone de frente a todos, se queda detrás de mí, pero pasa uno de sus brazos por encima de mi pecho y mantiene mi cuerpo casi inmóvil.
—Esa parece ser muy arisca— dice el hombre gordo con traje y me señala con un dedo. —Pero es hermosa— añade con una sonrisa y se acerca a mí.
Me sacudo en los brazos de Luke, pero no me suelta.
— ¡Quieta! — me grita él.
— ¿Puede dejar que hable? — le pregunta el señor a Luke.
— Como usted ordene— le responde Hugo y Luke me quita la mordaza.
— Lindura, ¿eres virgen? — me pregunta el hombre y siento que la bilis me sube por la garganta.
—Sí, lo es— le asegura Luke sin dejarme responder, aunque no tengo idea de cómo es que sabe eso.
—Perfecto…— susurra el señor gordo. — ¿Por qué tiene estos moretones? — pregunta y pasa su mano por mi cara, me aparto bruscamente.