Almas cautivas

Capítulo 11

2:40pm

Tara

 

Una vez que emitimos el boletín y la alerta para las mujeres, jóvenes y niñas (lo que fue complicado), tomamos un descanso para almorzar e intentar despejar la mente.

Nos sentamos en la cafetería que está al frente del buró, pedimos un par de refrescos y dos panes con queso crema, comida rápida.

—Háblame de ti— dice Hoppes mientras comemos, yo suspiro, pero decido contarle un poco sobre mí.

— ¿Qué quieres saber? — pregunto con una media sonrisa.

—No lo sé, ¿porqué casi nunca hablas de tu vida? — me dice mirando la mesa.

—No me gusta hablar sobre mí— respondo y jugueteo con una servilleta. —No soy fan de mi antigua vida—.

— ¿Vives sola? — pregunta con interés.

—Sí. Me mudé aquí hace casi 5 años— respondo sin darle importancia.

— ¿Qué hay de tu familia? — vuelve a preguntar y me mira.

Bien…

—Vale— digo y tomo aire. —Nunca conocí a mi madre, murió cuando yo era muy pequeña, o al menos eso dijeron en el orfanato— digo y cierro la boca de inmediato, no quería decir tanto.

— ¿Creciste en un orfanato? — pregunta alzando levemente una ceja.

—Eh… Sí, pero no estuve mucho tiempo allí, decidí irme de ese pueblo a los 15 años— respondo mirando mis manos.

— ¿Por qué te fuiste? — pregunta él y une las cejas, yo lo veo fijamente mientras me debato entre contarle lo sucedido o cerrar mi boca.

Me sobresalto al oír el timbre de mi celular. Daniel suspira y yo me dispongo a responder. Es Abby, la pongo en altavoz.

—Abby, ¿qué ocurre? — pregunto.

— ¡Por todos los cielos! — grita. —Encontré algo— dice y chilla de alegría.

— Eso es excelente, vamos para allá— respondo y miro a Hoppes.

—Dense prisa, esto es increí…— se queda a media frase y por la línea se escucha un pequeño grito, seguido del sonido de cosas cayéndose.

— ¿Abby? — pregunto con una ceja alzada.

— ¡Estoy bien!— vuelve a gritar y cuelga.

—Espero que no se haya torcido un pie— bromea Hoppes y yo me echo a reír. —Eh… ¿Tara? —  pregunta con nerviosismo.

— ¿Si? —.

— ¿Luego me contarás qué ocurrió? — pregunta y toma una de mis manos. Su tacto es cálido.

— Tal vez— respondo y lo miro a los ojos unos segundos. Luego salimos de la cafetería y vamos directo al laboratorio de Abby.

Hoppes y yo comenzamos a crear una conexión. Él empieza a entenderme y yo cada hora que pasa lo comprendo más, y no es todo, he de admitir que siento algo de atracción hacia él, pero no me permito pensar en eso.

Su presencia me da cierta seguridad que no sabía que necesitaba.

Cuando entramos al laboratorio, Abby está dando vueltas por todos lados, aún lleva los patines puestos. Se acerca a toda velocidad y antes de que pueda apartarme, choca contra mí y caemos al suelo las dos.

Perfecto.

—Carajo, lo siento Tara— dice ella con su vocecita y se pone de pie.

—Descuida, Abby— le resto importancia. Cuando voy a levantarme, Daniel me sujeta por la cintura para ayudarme, siento como si una corriente eléctrica pasara por mi cuerpo.

— ¿Estás bien? — pregunta él medio riéndose.

—Sí, sí. Nada como ser atropellada por una chica en patines— respondo con sarcasmo y ambos se echan a reír. La mano de Hoppes sigue en mi cintura.

—Muy bien, cuéntanos— le dice Daniel a Abby.

— ¿Preparado para ver mí magia pequeño hombrecito? — dice ella con una mirada suspicaz y patina hasta su monitor. —Realicé una búsqueda profunda en toda la ciudad, hasta que por fin logre dar con algo. Una de las seis empresas de botánica, tiene un almacén en remodelación. No lo encontraba porque no estaba registrado a nombre de la empresa— gruñe y frunce los labios.

— ¿Y cómo lo lograste? — pregunta Hoppes con una ceja alzada.

—Un mago nunca revela sus secretos— responde Abby y teclea algo en su computadora. —La dirección ya está en sus teléfonos queridos amigos— nos dice con alegría y se vuelve para mirarnos.

—Eres la mejor del mundo Abigail Montero— digo. Le doy un beso en la sien y alboroto su cabello. Ella hace una mueca al ver cómo le deje las greñas.

—Debemos irnos— le digo a Daniel y paso por su lado en dirección a la puerta. Él me sigue.

—Ah, ¡Daniel! — grita Abby y ambos nos damos vuelta. Ella lo mira a él y luego a mí. —Mucho cuidado con mi amiga, si le pasa algo te mataré mientras duermes— amenaza y entre cierra los ojos.

—Abby, yo puedo cuidarme sol…— Hoppes pone un dedo en mis labios para hacerme callar.

Si valora su mano será mejor que la quite de mi cara.

Él me mira y sonríe.            

—La protegeré con mi vida— responde y le regresa la sonrisa. Vuelve a mirarme y sale del lugar, ahora soy yo quien lo sigue.

Vamos en dirección a mi oficina para recoger los archivos y llamar a las patrullas para ir ese almacén.

Hoppes fue a su nueva oficina a prepararse, yo estoy en la mía hablando con los oficiales para proceder a hacer el allanamiento de ese lugar. No tenemos la certeza de que ahí estarán las chicas, pero siento que encontraremos algo allí.

—Creo que con una patrulla y seis oficiales estará bien— le digo al oficial Expósito.

—Entendido, nos vemos allá agente— responde y cuelga.

Daniel entra a mi oficina, armado y con el chaleco antibalas puesto, yo recogí mi cabello en una cola alta y también me puse el chaleco.

— ¿Lista? — pregunta él y alza una ceja.

— Lista— respondo, ajusto mi arma y la guardo en su funda.

— Yo también estoy listo— añade una voz masculina que reconozco a la perfección.

— ¡Sam! — digo en voz alta al verlo cruzar la puerta de mi oficina. — ¿Qué diablos haces aquí? — le pregunto pero salto a abrazarlo.

— ¿Creíste que los iba a dejar con toda la diversión? — bufa y mira a Hoppes.  —Le agradezco a Hoppes que me haya llamado— añade.




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