Almas cautivas

Capítulo 12

Tara

 

 

Abro los ojos lentamente y solo veo humo por todos lados.

Me pitan los oídos y comienzo a toser, trato de moverme pero siento que tengo algo sobre mi cuerpo. Toco mi cabeza y un hilo húmedo me recorre el lado derecho de la cara… Sangre. Estoy tirada boca abajo en el piso, a penas puedo pensar con claridad, no escucho muy bien los sonidos a mí alrededor, solo sé que tengo sobre mí un montón de escombros y no puedo mover las piernas. Sigo tosiendo y respirando con dificultad, me siento aturdida, es como si todo mi cuerpo estuviera dormido.

¡Los oficiales! ¡Hoppes!... Levanto una de mis manos lentamente, ignorando el dolor en mis hombros y hablo por la radio.

—Hop-Hoppes—  digo entre jadeos por causa de la tos. No hay respuesta, me entra el pánico. —Sam— vuelvo a intentar.

—Agente Louis— responde uno de los oficiales con respiración entrecortada.

— ¿Están bien? — pregunto exhalando el aire que tenía contenido.

—Sí, agente, todos bien aquí arriba, aunque tenemos unos cuantos heridos— responde preocupado, ay no.

— ¿Y Sam? ¿Dónde está Sam? — pregunto y se me corta la voz de nuevo por la tos, mi radio deja de funcionar.

— ¡Tara! — escucho que grita alguien.

— ¿Hoppes? — pregunto en voz baja, no sé si es una alucinación por una contusión.

— ¡Tara! ¡¿Dónde estás?! — vuelve a gritar, si es él.

— ¡Hoppes! ¡Por aquí! — comienzo a toser de nuevo, siento una presión en mi tórax.

Escucho pisadas que se acercan cada vez más, hasta que por fin lo veo frente a mí.

—Tara, aquí estás, joder, pensé que…— se inclina hacia mí pero no termina la frase, comienza a quitar los restos de concreto de encima de mí para que pueda moverme.

— ¿Cómo te encuentras tú? — pregunto apretando los ojos y volviendo a toser.

Él tiene heridas en sus brazos, pero son superficiales, me preocupa la sangre que sale de su nariz y su oído.

—Yo estoy bien— responde y quita el último resto de muro que tengo sobre mí. —Vamos, arriba— pasa uno de mis brazos por sus hombros y su mano por mi cintura.

—Espera— chillo en cuanto mi pierna toca el suelo. Duele.

— ¿Qué ocurre? — pregunta uniendo las cejas y me mira preocupado.

—No es nada, creo que tengo herida la pierna derecha, pero puedo caminar— le aseguro.

Él no protesta porque sabe que debemos salir de ahí.

Salimos del sótano y al llegar a donde debían estar las escaleras, nos damos cuenta de que la explosión las ha derribado también, solo hay un hoyo que da al piso de arriba, pero se ve muy alto.

—Espera aquí— me dice Hoppes, yo me quedo ahí de pie, con una mano sujetando mi costado derecho. Aún me pitan los oídos, y siento que la mitad de mi cuerpo está magullado.

— ¿Cómo vamos a salir de aquí? — pregunto y me da un ataque de tos otra vez, me duele el pecho, me cuesta respirar.

—Con esto— responde él y señala una escalera que no sé de dónde demonios salió. —La encontré entre los escombros— dice respondiendo a mis pensamientos. Acto seguido, sujeta la escalera y me indica que suba. —Sube, Tara, debo sacarte de aquí—.

—Está bien— digo con un suspiro y comienzo a subir. Mi cuerpo se contrae por el dolor en las costillas y me detengo a medio camino para tomar aire. Sigo subiendo y al llegar al borde del hoyo, extiendo mis brazos y vuelvo a bajarlos al sentir la presión bajo los hombros.

—Tara, puedes hacerlo. Sube— me anima Hoppes, pero lo escucho muy preocupado. Yo asiento, tomo aire y vuelvo a intentar. Impulso mi cuerpo y quedo colgando de la orilla del hoyo, con todas mis fuerzas uso mis brazos para terminar de subir y al llegar arriba me quedo tendida en el suelo, tosiendo y jadeando.

No sé cuánto tiempo esperé, pero a los minutos tengo a Daniel a mi lado.

 —Tara, ¿Cómo te sientes? — pregunta y me quita el cabello de la cara.

—Agotada— respondo y muevo una de mis manos para limpiar la sangre que corre por su labio. —Gracias— susurro con mi mano en su mejilla, él sonríe sin dejar de mirarme.

— No me perdonaría si algo te pasara— dice en voz baja. — ¿Puedes moverte? — pregunta de nuevo.

—Eh… Si. Creo que sí— respondo y trato de ponerme de pie con su ayuda. Maldigo cuando siento la presión en la pierna.

—Vamos a que te revisen— dice él y me toma de la cintura para salir de ese almacén.

Todo quedó destruido.

Al colapsar el sótano, los demás pisos se vinieron abajo, y no sé cómo es que seguimos vivos. Los oficiales lograron salir, pero parte del equipo está herido y yo no hice nada para evitarlo, pero no se quedará así, voy a encerrar de por vida a Luke Morales, eso si no lo asesino primero.

—Daniel, estás sangrando— le digo mientras veo su oído de nuevo. Cada vez me cuesta más respirar.

—Yo estoy bien, Tara—responde con una media sonrisa y seguimos caminando.

Al llegar afuera se me escapa un grito ahogado al ver cuatro ambulancias y a los paramédicos corriendo de un lado a otro. ¿Cuántos heridos hay? ¿Murió alguien?

—Sam— susurro para mis adentros pero luego comienzo a gritar. — ¡Sam! ¿Dónde está Sam? — miro a Hoppes.

— ¡Tara! — escucho su voz y logro ubicarlo en una de las ambulancias, están cosiendo una herida en su frente, él se pone de pie y corre en mi dirección sin importarle el paramédico que trato de detenerlo. — ¿Estás bien? — me pregunta en cuanto me rodea con sus brazos.

— Sí, Hoppes me sacó de ahí— le digo y me separo de él, su abrazo no me dejaba respirar. — Estaba preocupada por ti, ¿qué te costaba hablar por el radio? — empujo su hombro y él me sonríe.

— Lo siento, olvidaba que no puedes vivir sin mí— bromea, pero tiene razón, Sam es mi única familia.

—Agente Louis— dice el oficial Expósito al vernos y corre en nuestra dirección. Su tono de voz tan alto me hace doler los oídos, cierro los ojos y dejo caer mi cabeza en el hombro de Hoppes, todo me da vueltas.




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