Al final, logré tipear todas las notas aproximadamente seis o cinco minutos antes de que se venciera el plazo de entrega, y la estúpida de Boudelaire ni siquiera me agradeció por ello.
Más tarde, me fui a sentar en las escaleras del edificio principal, repasando para el examen que tenía que rendir esa misma noche. Mis apuntes estaban esparcidos por el escalón, todos desorganizados, estaba frustrándome conmigo misma y con mi inútil cerebro que había decidido bloquearse y no procesaba las cosas correctamente. Fue entonces cuando escuché su insípida voz detrás de mí, ni tuve que voltearme para confirmar.
— ¿Terminaste de arreglar el lío que hiciste?
Y luego iba diciendo por ahí que era yo la que comenzaba. Me limité a mirarle de reojo sin prestarle mucha atención, esperando a que siguiera de largo.
— Vamos —dio pequeños golpes en mi hombro al pasar por mi costado—. Tuviste que trabajar duro para corregir esto y probablemente se debía a tu mente tan lenta.
Hablé con la tapa del resaltador en la boca mientras subrayaba cosas en mi cuaderno.
— Deja de creerte mejor que yo. Ni siquiera comprendo por qué vas por la vida anunciándolo, tenenemos las mismas calificaciones.
— Tal vez en papel. Pero es obvio quién es mejor entre los dos. Mírate, Allison. Tienes que aprovechar cada momento libre. Yo obtengo mis notas con facilidad, tú tienes que estudiar toda la noche para igualarme.
Escupí la tapa.
— ¿Y tú qué sabes de lo que yo hago por las noches? —observé hacia arriba, en su dirección.
— Ambos sabemos que probablemente te desvelas estudiando hasta altas horas de la madrugada. Tienes una obsesión por superarme que es tan obvia.
Ay, no. Estaba enteramente trastornado.
— ¿Te piensas que estás en mi cabeza todo el tiempo o qué? —repliqué.
— No necesito estarlo. He observado tu comportamiento más de lo suficiente para saber cómo funciona. Eres tan predecible.
¿Si quiera se saba cuenta de lo que estaba confesando?
— Así que te pasas el día observando mi comportamiento —sonreí con burla.
Cambió sus facciones súbitamente.
— No te confundas. Solo tengo las habilidades de observación adecuadas. Es fácil darse cuenta de cómo maquina tu cabeza.
Contrario a la confianza que intentaba transmitir, sentí que le había logrado incomodar con lo que dije. Tristemente, evadió el resto de la conversación y se fue.
Un día antes de su cochina conferencia, lo encontré ensayando junto a Rouse en el cafetín. Apenas lo vi, quise evitarlo, pero también quería hablar con ella. Me acerqué, dirigiéndome exclusivamente a Rouse, esforzándone por mantenerme al margen de lo que hacían. Sin embargo, Liam me interrumpía descaradamente.
— ¿Qué necesitas? Estamos ocupados.
Le miré con evidente enfado.
— ¿Me permites? No es contigo —le sonreí falsamente.
Me volteé para preguntarle a Rouse acerca de la salida que teníamos pendiente después de mi examen. Todavía tenía parciales que sustentar después, pero necesitaba liberarme un poco del estrés. Tuve una mala corazonada y adiviné que no sería así cuando vi su rostro lleno de disculpas.
— Es que... Liam me pidió que escuchara su discurso después de ternimar sus arreglos.
¿Es en serio? ¿Prefería escuchar esa cosa aburrida a salir conmigo?
— Sep —respondió él—. Yo le pedí que me diera sus opiniones luego de terminar de revisarlo.
Quería quemarle esas hojas de una buena vez.
— Rouse, pero —suspiré, interrumpiéndo mi objeción—. Sí, de acuerdo.
— No estés celosa por esto —dijo Liam—. Deberías estar agradecida de no tener que pasar por el estrés de preparar todo el discurso.
Ay diosito, permíteme ahogarlo con mis propias manos sin ser castigada por mis acciones.
— ¿Por qué crees que todo lo que hago es por celos?
— Ya te dije. Eres bastante fácil de leer, Allison.
— Ya, Liam... —intervino Rouse con suavidad, intentando apaciguarle.
— Solo estoy diciendo le verdad —respondió él y comenzó a recoger sus cosas—. Deberíamos irnos, tenemos que corregir muchas cosas del discuro todavía.
— Sí, ya lárgate.
Se levantó de la mesa con los documentos en la mano, y Rouse se levantó con intenciones de seguirlo.
— ¿Van a dejar de discutir algún día? A veces me cansan —confesó.
Liam se encogió de hombros.
— No es mi culpa que ella sea tan sensible todo el tiempo.
Me señaló con sus inmundas hojas. Desee haberlas tomado para hacerlas pedazos a ver si tenía tan buena memoria para recordar el discurso entero.
— Se supone que son adultos, y se siguen comportando como dos niños.
¿Disculpa? Yo solo quería saber si ella iba a salir conmigo esa noche. No planeé nada de esto, incluso traté de evitarlo. Claramente no estaba viendo el mismo panorama que yo. Ninguno de nosotros le contestó.