El destino conspira más a mi favor. El padre de Sofía ya quiere conocerme. Eso es una noticia buena y un poco alarmante para mí.
—Todavía no somos novios pequeña—acaricio su mejilla—debemos conocernos un poco más, quiero que estés segura de querer estar conmigo.
—Pero yo . . .—la interrumpo poniendo el dedo índice en sus labios.
—No porque seamos almas gemelas estas obligada a corresponderme, quiero que tengamos citas como dos jóvenes normales, quiero conquistarte. Deseo ganarme tu corazón.
Ella se lanza hacia mi haciéndonos caer. Está sobre mí y me abraza —Yo también quiero conquistar tu corazón—murmura.
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—¿Y tú cita con Zaid? —comento en tono serio y frunzo el ceño.
—Es el jueves, pero, le diré que solo quiero ser su amiga.
Fue escuchar música en mis oídos. Yo no tenía a nadie que rechazar, pero si llegaba ese momento lo haría sin titubear.
—Vamos te llevo a casa—propuse.
Ella asiente. Le quito su mochila para llevar ambas y se sonroja. ¡me encanta! Mientras caminamos ella me platica anécdotas de cuando era pequeña. Su infancia fue muy hermosa, nunca le falto amor, cariño y protección.
En cambio, mi infancia se vio afectada por los jinetes. Mi padre se volvió frio y distante con todos. Mamá siempre se encargaba de que no nos faltara amor y cariño. Soy consciente de que mi padre nos ama a su manera. Solo que deseo que sea un poco más cálido.
El camino se hizo eterno para mí, en el buen sentido, el tiempo pasa de una manera tan lenta que disfruto cada momento con ella.
—Y entonces así fue como incendie un trapo preparándome un cereal —dice entre risas
—¡¿Incendiaste un trapo preparándote un cereal?!
—Sí, no tengo talento para la cocina, Noah al ver mis desastres es quien prepara la cena.
—Yo te enseño a cocinar, —acaricio su mejilla—solo no vayas a incendiar mi casa.
Ella me lanza una mirada de pocos amigos y después comienza a reírse.
—Prometo no incendiar tu casa, solo algunos trapos.
Después de algunas risas llegamos a su casa. Nos despedimos con un abrazo y un beso en la mejilla. Apenas estamos iniciando la semana y ya esta marchando sobre ruedas.
Yo amo y estoy enamorado de Sofía. Me enamore de su forma de ser, de todo lo que es ella, su mejor versión. Pero por amor haría lo que fuera y me quedaría en su peor momento.
. . .
En las tardes después de que ambos hiciéramos nuestros deberes hacíamos video llamada y pasábamos horas y horas hablando, le enviaba cartas y ella me las respondía. Hacíamos la tarea juntos. Y en las noches mandaba una limosina para ir a leer al bosque.
Hasta que llego el jueves por fin me anime a invitarla a la mansión para ver una película. Me pidió que no fuera a recogerla y que solo mandara la limusina.
¿Cómo voy a la mansión? ¿en vestido? ¿falda? ¿Short? ¿jeans?
<<Vamos chica, tú en pijama le pareces perfecta. Cualquier cosa te queda espectacular>>
Gracias a mi hermosa conciencia, elegí unos jeans ajustados, una playera negra y zapatillas deportivas del mismo color. Me hice una coleta alta y listo.
Los días anteriores los disfrute mucho con Dominic. Él se acerca más a mi corazón.
Puedo decir que estoy enamorada de él porque mi sonido favorito era el de la lluvia, hasta que lo escuche reír. Enamorarse sin darse cuenta es tan jodidamente hermoso.
<<Eres muy cursi, pero admito que es lindo, parejas sanas ya no se ven mucho en estos tiempos>>
La limosina ha llegado. Saludo al chofer y el corresponde a mi saludo. El camino fue muy rápido la verdad. Las grandes puertas se abren ante la limosina, hay muchos guardaespaldas en la puerta y extremos de la construcción. Por lo que tengo entendido son tornadizos, toda la servidumbre es tornadizo.
Mis pensamientos son interrumpidos por aquel hermoso aroma. Hugo me ayuda a bajar de la mansión, dejándome en el pie de las escaleras. Alzo la mirada y en la puerta de la mansión veo a Dominic con una gran sonrisa.
—Al fin llegaste— me da un beso en la mejilla.
—Eh . . . Hola . . . —apenas y puedo hablar.
El me observa de pies a cabeza y se sonroja. Me emociono tanto que no puedo controlar mis emociones y mi cabello se torna rosa magenta y mechas naranjas. Y sus ojos de manera automática se tornan igual rosa magenta con motas naranjas.
—Dominic necesito que me enseñes a ocultar mi cabello. No tienes idea del trabajo que cuesta apagar las emociones.
—Te daré algo que te va ayudar.
El me levanta entre sus brazos como los príncipes lo hacen con las princesas. Enredo mis brazos en su cuello y él me lleva así hasta la sala. En donde hay varias mantas, palomitas y ¡helado! Con mucho cuidado me baja en un sillón.