PRÓLOGO

"En un hermoso prado cubierto por suaves y cálidos rayos de sol, crecía una mítica planta conocida como la flor de los enamorados. Se decía que las gotas de rocío que caían de sus pétalos, eran capaces de crear magia"

La dulce y calmada voz que leía el cuento para niños se detuvo un momento observando la reacción de quien la escuchaba. El pequeño prado en el que se encontraban era la representación real de la leyenda que relataba. Aquel lugar rodeado de hermosas peonías rosadas, le confería un aspecto casi surrealista al espacio.

—Mami, ¿entonces estas flores son mágicas? —La pequeña voz preguntó con curiosidad mientras tomaba un pétalo entre sus dedos y con asombro veía como cobrara vida, encendiéndose con un brillo rosa casi eléctrico.

La madre sonrió ante la sorpresa que se reflejó en las facciones de su bebé.

"Una magia muy especial capaz de conceder vida a dos almas tan poderosas que al encontrarse, su energía sería mucho más brillante, radiante y sublime que la misma estrella Sirio."

—No entiendo —Ladeó el rostro levemente observando a su madre con sus ojos llenos de confusión.

—Algún día serás el compañero de magia de alguien más... —Acarició su cabello con infinita ternura—, y cuando eso pase serás muy poderoso.

—¿En serio? —Sonrió con la emoción vívida en sus pupilas —. ¡Seré como un superhéroe!

La mujer rio con ternura y cierto dejo de aflicción. Sabía muy bien que no sería un camino sencillo y que la leyenda era aún más extensa y sombría. Pero por ahora era suficiente información para el bebé que jugaba a palpar cada pétalo de aquel jardín de peonías, sonriendo cuando la flor entera cobraba vida ante su toque.