Alpes

Capítulo 1: Una cita inesperada

El teléfono móvil de Katherine Rose sonó de repente y en la pantalla apareció un número desconocido. Se quedó paralizada un momento, pensando: ¿quién es, cómo se atreve a llamarme con tanta arrogancia? Lo miró y no contestó. El tono de llamada seguía sonando, y ella se quedó mirando el teléfono con una inexplicable sensación de ansiedad en el corazón: ¿quién demonios es? Llamar a estas horas no era nada bueno. La curiosidad acabó por imponerse a la razón y contestó.

──¿Katherine Rose? La voz masculina al otro lado de la línea era clara y grave, y transmitía una confianza palpable, como si todo en el mundo estuviera bajo su control.

Ella resopló, frunciendo ligeramente el ceño mientras pensaba: ──¿Quién es? Parece el presidente de una gran empresa, no me digas que es un mensajero que se ha equivocado de número.

──Soy yo, ¿qué pasa? Su tono contenía un deje de impaciencia, ni siquiera pensaba que pudiera ser algo importante.

──Soy Max Halloway. El hombre habló despacio, aparentemente sin prisas, con cierto aire de pretensión, incluso un aura de «debes escucharme con atención». ──Tengo una tarea para la que necesito su ayuda.

A Catherine le dio un vuelco el corazón, y la tensión surgió de la nada. ¿Una tarea? No me digas que esto es una especie de estafa piramidal. Respiró hondo y esperó pacientemente a que él continuara.

──Necesito que me ayudes con un reto de escalada. Sus palabras permanecieron planas, como si estuviera hablando de cómo estaba el tiempo hoy. ──No es sólo un reto personal, se trata de mi familia y de intentar alejarme de ellos. ¿Qué tal si me ayudas como guía de montaña?

A Kathryn le dio un vuelco el corazón, su instinto le decía que algo no iba bien en todo esto. Apretó el teléfono en la mano, sin comprender del todo a qué se refería, pero la cabeza ya le daba vueltas: ¿qué? ¿Un reto de escalada? ¿Ese es el tono de voz que utilizas para hablarme de senderismo? ¿Quién te crees que soy?

──¿Y las condiciones? preguntó, empezando a pensar que no era tan sencillo. De todos modos, vamos a preguntarle a él primero. Y a juzgar por su reacción, seguro que hay algo.

──Las condiciones son sencillas. La voz de Max contenía una cualidad tenue que él mismo podría no entender, ──Falso matrimonio.

Los ojos de Catherine se abrieron de par en par durante una fracción de segundo, y sintió el impulso de tirar el móvil. ¿Falso matrimonio? Eso es una locura, ¿o he oído mal? Un montón de imágenes ridículas acudieron instantáneamente a su mente.

──¿Estás de broma? se burló, con un tono burlón──. ¿Crees que haría algo así por dinero?

──El dinero no es el único factor. La voz de Max se mantuvo firme, como si la petición fuera extremadamente razonable, ──No lo entiendes, se trata de mi futuro. La familia me ha dado la única opción: tú.

Las comisuras de los labios de Catherine se crisparon, incapaz de creer lo que estaba oyendo. ¿La única opción de la familia? ¿Pero qué demonios? Era demasiado ridículo. En su mente calculaba que ese tipo debía de tener algo malo, o simplemente estaba intentando encontrar a alguien que montara un espectáculo con él.

──¿Y yo qué? preguntó sin rodeos, con una voz tan llana que casi carecía de emoción.

──Ya lo verás. dijo Max con indiferencia, como si lo hubiera esperado, ──Ya verás por qué eres tú.

La cabeza de Kathryn empezó a dar vueltas, y su mente se tambaleó: está sin aliento, ¿qué demonios estoy haciendo? ¿De verdad hay dinero en este tipo de cosas? ¿Un matrimonio falso? Unido a ese reto de alpinismo, ¿es demasiado divertido? Pero también era consciente de que este tipo de oportunidad podría desaparecer para siempre en cuanto la desaprovechara.

Respiró hondo y fingió no moverse mientras decía: ──Déjame pensarlo.

Hubo silencio al otro lado del teléfono durante unos segundos, luego se oyó su suave voz: ──Ya verás.

Tras colgar, Catherine se quedó quieta, con el móvil pesado. Sus ojos se posaron en el cielo que se oscurecía al otro lado de la ventana, su mente estaba en oleadas, sus emociones subían y bajaban como una montaña rusa. ¿Qué demonios estoy haciendo? Le entraron ganas de reír: ¿de lo estúpida que era o de lo ridículo que era el mundo?

Parecía que el aire le pesaba mientras estaba allí de pie, e incluso podía oír su propia voz interior. Catherine, que no te secuestren las emociones. No quieres volver a vivir una vida ordinaria, y esta apuesta puede ser la oportunidad de cambiar tu vida.

Se dijo a sí misma en silencio que no podía dudar más. No importaba lo descabellada que fuera la decisión, tal vez, esta era la única salida.




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