Alpes

Capítulo 3: Las primeras nubes de la duda

Catherine estaba de pie junto a la tienda, con la cabeza gacha mientras organizaba su mochila. El silencio la rodeaba, el silbido ocasional del viento y el eco de una avalancha en la cima de una montaña lejana eran inquietantes. Las yemas de sus dedos se deslizaron sobre la cremallera de su mochila, y las palabras de Noah le vinieron inconscientemente a la mente: «Apenas», Catherine.

La palabra «apenas» le atravesó el corazón como una aguja, haciéndola jadear de dolor. Catherine miró a Max en la distancia, su figura sola en la nieve como un payaso en solitario, luchando por seguir el ritmo del grupo, su paso cada vez más lento y sus paradas más frecuentes. Vagamente, aquel miedo familiar empezó a invadirla de nuevo.

Recordó el accidente en la montaña nevada, los gritos de los miembros del equipo, las miradas de angustia, y finalmente desaparecieron como si nunca hubieran existido. Luchó, pero no pudo hacer nada. Max se encontraba exactamente en el mismo estado que aquellos hombres en aquel momento. ¿Podría ser otra crisis nerviosa? No se atrevía a pensarlo, y su corazón latía con fuerza, como si tuviera un mal presentimiento.

── «Catherine.»

La voz de Noah irrumpió en sus pensamientos. Se giró para verle de pie, con los ojos afilados como cuchillos.

── «Sé lo que estás pensando».

Catherine se obligó a luchar contra su inquietud y esbozó una sonrisa. «Siempre eres tan perspicaz».

Noah no respondió, sus ojos seguían fríos.

── «Tienes que vigilar a Max. No puede aguantar mucho más».

Catherine frunció el ceño, con las alarmas encendidas en el fondo de su mente.

── Hablas en términos absolutos, Noah.

── «Su estado físico no es ningún secreto, Catherine». La voz de Noah era fría como el hielo. «Lleva tanto tiempo ocultándolo que está llegando al límite de sus fuerzas».

A Catherine se le apretó el corazón. Intentó no revelar nada: «¿Cómo lo sabes?».

La comisura de los labios de Noah se curvó ligeramente con un poco de desdén ── «Nunca me fío de la gente que parece estar bien. Especialmente del tipo de personas que son seguras de sí mismas en la superficie pero son un desastre por dentro.»

Catherine no respondió, sólo se dio la vuelta en silencio y miró hacia las montañas en la distancia. Respiró hondo e intentó tranquilizarse. Sabía que no podía permitirse hacer un juicio equivocado basado en un momento de duda.

── Se recuperará». Dijo, su tono calmado, pero incluso ella podía oír la insinuación de incredulidad, «Tenemos que seguir adelante».

Noah asintió, con ojos complicados, y no dijo nada más.

Catherine volvió a su tienda y trató de ordenar sus pensamientos, pero la cabeza le pesaba. La mochila estaba organizada, pero sus ojos se posaron inconscientemente en el sobre que había sobre la mesa. Sus bordes estaban ligeramente ladeados y el desconocido sello parecía burlarse de su ignorancia.

El corazón de Catherine latió violentamente. Era la carta de Max. Dudó unos segundos antes de ceder y coger el sobre.

Al abrir la carta, la letra era sencilla, pero llena de fría fuerza. El contenido de la carta hizo que sus ojos se apretaran violentamente, la carta decía ── «Sólo completando la misión serás reconocida por la familia y serás verdaderamente libre de su control».

Catherine sintió al instante que la cabeza le zumbaba. Sus dedos se tensaron y estuvo a punto de aplastar el papel de la carta. La familia de Max ...... ¿Qué demonios es esto? ¿Por qué no se lo dijo? Realmente eligió semejante tarea para obtener la aprobación de su familia. ¿Era realmente un hombre dispuesto a ser una herramienta? El corazón de Catherine estaba lleno de dudas.

Bajó la cabeza y se quedó mirando el trozo de papel de carta, sintiendo que todo su mundo daba vueltas. Max no podía ser tan simple, pero ¿por qué lo ocultaba? Agarró el membrete con fuerza, decidida a decirse a sí misma que tenía que averiguarlo todo, y no dejarse atrapar de nuevo en un laberinto como la última vez.

── «Soy tan idiota». Se rió para sí misma en voz baja, «Al creer realmente que tiene un control total sobre su vida».

Justo en ese momento la puerta de la tienda fue empujada y Max entró. Tenía una sonrisa cansada pero enmascarada en su rostro, como si todo estuviera bien.

── «Catherine, ¿lista para seguir adelante?» Preguntó, con un poco de encantador alivio en su voz.

Catherine reprimió rígidamente la excitación en su corazón y respiró hondo, una sonrisa tranquila se levantó en su cara ── «Claro, cuando quieras». Su tono era más ligero que de costumbre, teñido de un poco de nerviosismo que no podía ocultar.

Max no notó la diferencia en ella y se volvió hacia la puerta, con la espalda tan segura como siempre. Catherine se quedó de pie, pero sintió que le apretaban el corazón. Sabía que la tormenta se acercaba silenciosamente.

── «Lo averiguaré todo». Juró en voz baja, con un destello de determinación en los ojos.

Guardó el membrete y respiró hondo, preparada para el siguiente desafío.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.