Alúnibus

1 Alicia

La noche llegó y Alicia salió de la función de circo con un sabor amargo en la boca. Su amigo la invitó intentando que sus ánimos mejoren pero tuvo el efecto contrario.
Caminó sola abrochando su abrigo mientras el viento penetraba la tela, haciendo que sienta el frío de invierno en todo el cuerpo,llegandole hasta la médula. Se arrepintió de haber ido.
Observó muchas cosas a su alrededor, la calle que estaba transitando era de lo más peligrosa: prostitutas, ebrios y drogadictos abundaban, las luces de los hoteles baratos titilaban fallando y la basura junto con el olor nauseabundo de la calle "F. Hernandez" hacían que se sienta de lo más insegura, apresuró sus pasos aún más.
Se detuvo al ver el edificio construido en los años 60 de instalaciones deplorables, sacó las llaves de su bolso y las incrustó en la puerta. Miró con fastidio las escaleras, tenía pereza de subir hasta el quinto piso, decidió subir en el viejo ascensor con olor a orina. Maldijo entre dientes el mal servicio del personal de limpieza, quienes apenas se dignaban en barrer la vereda.
Al llegar a su piso caminó lentamente a su puerta y entró en su apartamento. Cerro las cortinas y sin cambiarse se recostó en su cama, los resortes se quejaron y ella cerró los ojos. Una gotera del baño se escuchaba en el armonioso silencio, arruinandolo todo, una gotera que no paraba como las agujas de un reloj. Harta se colocó los auriculares con música clásica y durmió finalmente, despidiéndose de ese día fatal.

El reloj de la mesita de luz que le había regalado su abuela marcaba las 2:45 A.M. al momento de despertar. Una pesadilla había perturbado su sueño, otra pesadilla que contenía recuerdos agrios, recuerdos del peor día de su existencia, aún seguían ahí rugiendo en su interior. 
Se levantó y con el cuerpo sudado se dirigió a la cocina, se sirvió un vaso de leche y tomó un par de galletas de chocolate de la alacena. Dormir con el estómago vacío es una mala idea,hace que sus horas de sueño se vean interrumpidas, el hambre siempre la despierta de la peor manera.
Repentinamente Alicia se extraña al oír pequeños golpeteos en la puerta. A pesar de ser pequeños o más bien "bajos" se notaba una pizca de desesperación. Colocó calzado en sus pies y se dirigió a atender.
Abrió la puerta y delante de ella solo pudo ver a un joven de cabello negro y largo hasta los ojos que eran de color marron, su aspecto era descuidado, sus ropas y rostro contenían rastros de tierra y sus expresiones faciales solo mostraban lo asustado que se encontraba, como si hubiera visto a un fantasma; su respiración irregular y agitada demostraba que había estado huyendo. Alicia vio un increíble parecido con alguien de su pasado y ese chico, aunque era imposible Braian tenía ojos azules. Sintió esa necesidad de cuidarlo, de asegurar su bienestar y pasar tiempo con él. 

te encuentras bien?- vaciló un poco en sus palabras.

Inmediatamente él entró, pero Alicia no lo detuvo, por el parecido que tenía con su hermano. Hermano que había perdido hace años y verlo solo le traía buenos recuerdos, a pesar de lo extraño que era la situación. 
El joven se sentó en una silla del comedor, con el tiempo se tranquilizó poco a poco. Alicia encendió la lámpara cercana a la sala, lo que proporcionaba una vista perturbadora del rostro del joven. 
Estuvieron en silencio hasta que se pudieron tranquilizar, el tiempo pareció haberse detenido y solo pudo pensar en qué le había sucedido. Los ojos de Alicia daban indicios de preocupación y deseaba el bienestar del muchacho, finalmente se animó a hablarle.

-¿Quieres leche con galletas?- ofreció amablemente.


Él sólo asintió con la cabeza y se encaminó al baño, como si ya conociera el apartamento como la palma de su mano. 
Alicia comenzó a inquietarse y un pequeño sentimiento similar al alivio le invadió. 




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