Observo detenidamente a Susan, ella voltea hacia mí y sonríe con la boca llena, le devuelvo la sonrisa y acarició con suavidad su cabello; ella no podría se más diferente a mí, mientras su cabello es rubio y ondulado el mío es lacio y negro.
Cualquier persona persona diría que me la robe, bueno sí, pero no.
—Esa maldita escurridiza —habla de forma brusca uno de los hombres que se sentó detrás nuestro, eso llama mi atención haciéndome agudizar mi oído —ni cuenta nos dimos cuando salió de la mansión —suspira antes de lanzar una carcajada, que me hace temblar—pero no importa, después de todo no pudo ir muy lejos y cuando la encontremos sus días como Luna terminaron. —Mi respiración se detiene en ese momento, el terror recorre mi organismo; es una suerte que estemos de espalda hacia ellos y no puedan ver mi expresión. Cada parte de mi cuerpo se queda estática en el asiento ignorando las órdenes de mi cerebro de huir de aquí.
Conozco a esos tipos, son de la manada que está junto a la nuestra, son unos malditos, después de toda la ayuda que les brindamos nos hacen esto.
—Y lo mejor será cuando la matemos frente a él, el temible Alpha Uzziel ¿Te imaginas su cara? —dice el otro con burla, Susi deja de comer y me observaba asustada mientras sus orbes azules se llenan de lágrimas —va a quedar destrozado al ver a su mate en pedazos y allí tomaremos la manada, cuando este completamente destrozado —un nudo se instala en mi pecho, me cuesta mucho respirar —¿Hueles eso? Es el aroma de Asmen —trago saliva con miedo, rogando por que no se volteen.
—Quizá es la sangre de alguno de ellos sobre nuestra ropa —responde el otro restándole importancia.
Pedazos de mierda.
Trato de aparentar estar tranquila y tomo la mano de Susan haciendo haciendo una seña que guarde silencio, me levanto sin hacer ruido, pongo todo el dinero que traía sobre la mesa y me apresuró a salir, le hago una seña a la mesera para indicarle dónde deje el dinero.
Tomo con fuerza la mano de Susan y nos dedicamos a correr a través del bosque tratando de no encontrar más enemigos.
—Ya no puedo —se queja —me duelen los pies mami, no aguanto más —dice con lágrimas sobre las mejillas.
—Llegaremos pronto —miento con un nudo en la garganta —vamos, sube —digo poniendome de cuclillas para que suba a mi espalda.
Camino con ella sobre mi espalda, a paso más lento, mi pecho duele al pensar en Uzziel, todo estaría bien si yo no hubiera interferido en sus decisiones.
¿Por qué? ¿Por qué nos pasa esto Diosa? ¿No hemos sufrido lo suficiente?
Seguramente yo merezco esto, pero Susan, ella solo es una niña, una niña que para su edad ya ha sufrido mucho.
Luego de caminar un rato me detengo de golpe al sentir que mi cabeza me da vueltas, me sostengo de un árbol tratando de mantener el equilibrio, Susan se baja de mi espalda y me ve con preocupación.
—Descansemos un poco —pido, ella asiente y se sienta a mi lado con la espalda apoyada en el tronco del árbol.
—Tengo miedo mami, esos hombres son malos ¿verdad? —asiento intentando regularizar mi respiración —no te preocupes mami, yo te voy a proteger, papi me enseñó a pelear —sonrió enternecida y asiento, la abrazó tan fuerte como puedo y le prometo que todo va a estar bien.
—¿Susan? —la llamo, ella levanta la cabeza y me observaba con curiosidad —nadie puede saber que yo soy la Luna de la manada y que Uzziel es tu papá, porque nos pueden hacer daño ¿Entiendes? —asiente y se aferra más a mí abrazo.
—Si mami.
Nos quedamos un momento sentada en el mismo lugar hasta que notó que esta oscureciendo, lo que significa que no tenemos donde dormir.
No quiero estar aquí, quiero estar entre los brazos de Uzziel viendo una película, mientras el alega que no es realista y yo respondiéndole que si quisiera ver algo realista que viera las noticias, como hacíamos cada vez que veíamos películas, quiero estar peleando con él y Susan por quien se comía la última rebanada de pizza.
Me levanto de golpe al sentir el olor de otros lobos y si los puedo sentir con mi olfato que no es tan bueno significa que ya están muy cerca, tomó a Susi entre mis brazos y corro nuevamente.
¿Cuánto más tendré que correr?
A medida que avanzó se comienzan a escuchar crujidos y ramas rompiéndose, sonidos casi imperceptibles, pero que logran acelerarme el corazón, aceleró mi paso y las pisadas comienzan a tornarse más rápidos y fuertes, por el sonido de las pisadas puedo deducir que me sigue en su forma lobuna.
La poca luz que logra colarse a través de los árboles es tan escasa que a duras penas puedo ver por donde voy, Susan se aferra a mi cuello mientras cierra los ojos.
No voy a salir de esta.
Voy a morir.
No me importaría morir yo, pero Susan, ella apenas es una niña.
Intento sacar el celular de la mochila, pero no puedo por lo que paro un momento mientras trato de recuperar la respiración lo cojo e intento llamar a Gabriel, pero no hay señal.
Maldición.
Mierda.
Lo tiró nuevamente en la mochila y observo a mi alrededor buscando una salida, pero no la hay, me dirijo hacia la derecha sin saber a dónde me llevará e intento correr tan rápido como mi cansado cuerpo me lo permite hasta que siento un mareo que me hace detenerme.
Susan.
Necesito que Susan esté a salvo.
Me acerco con rapidez a un árbol alto y le ordenó subir, la subo y la empujó hasta que logra agarrarse de una rama, con la mochila se le hace más difícil subir, pero allí está lo que necesita.
—Te amó —murmuró con los ojos llenos de lágrimas, le hago una señal que siga subiendo por las ramas.
Ojalá en mi otra vida ella y Uzziel vuelvan a ser mi familia.
Ella está esta por responderme pero colocó un dedo en mis labios indicando que guarde silencio, asiente con las mejillas llenas de lágrimas y sigue subiendo a través de las ramas.
Me volteó cuando siento a los lobos muy cerca, ambos se acercan a mí mostrando sus colmillos dispuestos a atacar.