Amada Mía

Capitulo 6

Armando.

Carime eres una tonta, no tienes idea lo que te espera… tu pagarás todo lo que me ha hecho tu maldita familia. 
Si piensas que nuestro matrimonio será perfecto, estás equivocada, todo lo planea para que parezca como una paga de una deuda grande por parte del miserable de tu padre.

El infierno recién empieza.

Termino mi baño, envolviéndome en el albornoz la veo a ella, su cuerpo desnudo en mi cama es como una escultura perfecta. No pensé que fuera virgen después de todo ya que la vi en varias ocasiones con ese tipo. No voy a mentir, me siento satisfecho sabiendo que fui el primero. Ella no tiene idea de todo el dinero que pagué por tenerla. Cuando empecé a observarla apenas tenía 15 años, después le propuse un trato a su padre, quién no dudo en aceptarlo. Cuando sepa quién soy realmente lamentará por haberme vendido a la hijita. No cabe duda alguna que ese hombre no tiene corazón y tampoco la quiere, si no fuera yo quien la compra estoy más que seguro que la vendería al mejor postor. 

Recuerdo que me dijo que le prestara dinero una cifra alta a lo que le pregunte cual seria la garantía si no logra pagar. Y el muy perro sin pensarlo dos veces mencionó el nombre de su Hija o venderla a un Ruso para pagarme.

Me hierve la sangre de solo pensar en sus palabras.

Imaginar a mi ahora esposa en manos de otro hombre me enfurece. Ella es la presa perfecta para saciar mi odio pero también la deseo como hombre.

Me acerco a la cama y le arrebato las sábanas de su cuerpo. Está desnuda y su cabello rubio se esparce por las almohadas, me pongo duro con sólo mirarla. Increíble.

—Despierta— replico con voz autoritaria a lo que ella se remueve en la cama, se levanta bostezando, restriega sus ojos y mi observa de mal modo— Tenemos cosas que hacer.

—¿Qué cosas, déjame dormir creo que ni las ocho son.

—Sólo levántate, no me gustan las perezosas— Ordeno pero al ver que se recuesta de nuevo camino con pasos rápidos hasta la cama me inclino y la tomo del brazo con fuerza. Ella se queja, pero la ignoro, la jaloneo hasta el cuarto de baño —Date un baño te quiero abajo en media hora. No me hagas esperar ya sabes Cariño.

—Ay te pasas eh, pareces un loco desesperado — esta chiquilla que se cree para hablarme de esa manera.

—Deberías dejar ese vocabulario o te daré unos buenos azotes en ese trasero.

—Okey está bien— Cede asintiendo, sabe que no tiene opción.

Al entrar cierra la puerta del baño, mientras tanto sonrío satisfecho al  recordar que fui el causante de todo este desastre en mi cama, mi buen amigo ha sido el único en estar en su interior.

Ella es mía, toda mía.

Al bajar al living me siento en la silla al final de la mesa, ordeno que me sirvan el desayuno. La chica morena con la que tenía sexo me guiña un ojo y sonríe coqueta.

—Buenos días señor.—Se acerca toda coqueta.

—¿Crees que puedes sonreírme?— Inquiero molesto— Te pago para trabajar no para sonreír. Sírveme que para eso estas aquí.

Ella me mira con los ojos bien abierto pero termina asintiendo. ¿Piensa que tiene derecho sólo porque nos hemos acostado? He tenido encuentros con ella y admito que es una experta en la cama, pero no la quiero para otra cosa que no sea sexo. Ahora tengo a Carime y no pienso ser infiel no por ahora, quizás no deseo ser tan sinvergüenza, por otro lado no puedo ensuciar mi nombre seria perjudicar mis empresas. 

Soy un hombre que jamás sentirá amor por nadie, aunque esté casado. Lo mío con las mujeres sólo es placer y lujuria. Mi edad es 27 años bueno pronto los cumpliré, poseo lo que deseo sin restricciones. Nadie puede cambiar mis ideales, soy un tanto arrogante, presumido y uno de los empresarios más ricos de Centroamérica gracias a Don Fausto Miller que en paz descanse obtuve una gran fortuna el cual supe en que invertir, antes de llegar a donde fui pisoteado de la peor manera era un pobre diablo, ¿Pero ahora? Un gran magnate deseado por miles de mujeres. El Armando de antes murió y el de ahora lo tiene todo.

Carime  por fin baja al comedor; no puedo dejar de mirarla. Ese vestido se ajusta muy bien a su delgado cuerpo, es jodidamente bella.

—Buenos días—Saluda tímidamente con esa voz que no asusta ni a una mosca.

—Siéntate, y come— Le ordeno— Iremos de paseo en caballo.

Sus ojos azules se abren con sorpresa.

—¿Iremos?

—¿Estas sorda?— Pregunto exasperado. Ella niega encogiendo los hombro.

Llamo a Katia para que sirva el desayuno, a los minutos nos atiende pero la veo molesta, rio negando. 

Observo a Carime comer como si de un pajarito se tratara, me irrita que sea tan inocente. Mientras desayunamos no quito la mirada de ella. Algo en mi interior se remueve y la culpa me invade.

¿Por qué le haces daño? Ella no tiene la culpa de nada.

Mi voz interior me reprocha, niego con la cabeza quitando ese pensamiento. Soy esto, me han convertido en un diablo. Mi parte buena ha muerto, nadie lo va a revivir. Cuando terminamos de desayunar, nos dirigimos a los establos. Le pido al encargado que prepare la silla de montar y las riendas.

—¿Cuál de los caballos jefe?— Pregunta Diago él encargado de las caballerizas.

Carime está mirando con fascinación a los animales.

—Trae a Rayo—Le respondo sin quitar la mirada de mi amada.

—Por supuesto señor, enseguida.

A los minutos vuelve con mi gran corcel blanco, Rayo se ve imponente, me acerco para acariciar su pelaje es mi gran amigo, el no se deja dominar por ningún jinete. Al único que obedece es a mí, su dueño.

—¿Es tuyo?—Pregunta Carime con curiosidad.

—Sí, todo lo que hay aquí es mío— Respondo arrogante.—  Incluyéndote a ti—  Sus ojos azules no dejan de observar a Rayo y antes de poder articular palabra alguna, ella se acerca a mi caballo.

—¡Oye! Ten cui… —Las palabras se me quedan estancadas al ver como mi corcel blanco se deja acariciar por ella. Carime sonríe con sinceridad, es la primera vez desde hace mucho tiempo que veo su sonrisa.
Me parece sorprendente, Rayo suele ser bravo con otras personas. Es una lucha para los cuidadores poder tocarlo.



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En el texto hay: pasión, amor, venganza

Editado: 25.04.2024

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