Amada Mía

Capitulo 7

Mientras andamos con Rayo, le muestro  algunos lugares dentro de la finca, decido mostrarle el pequeño lago en que suelo nadar los fines de semana. Ato al caballo en un árbol, observo el agua se nota más cristalina de lo normal.

—Este lugar es muy hermoso— comenta Carime, ruedo los ojos. Joder todo es hermoso para ella.

Empiezo a quitarme la ropa pero me tengo al escucharla gritar

—¿Qué haces?— Pregunta.

—Vamos a nadar— Me quito mi pantalón—Tú harás lo mismo.

Niega abrazándose a sí misma.

—Estaré aquí, no deseo mojarme— Estoy perdiendo la paciencia con ella.

—Lo que tú digas o pienses, no se acepta. Aquí el que manda soy yo, así que desnúdate. Nadie te verá más que yo.

—Pero, estas loco.

He tenido suficiente, su aliento se detiene cuando la volteo y bajo el cierre de su vestido.

—Mis deseos son órdenes Amada mía. Si quieres llevar la fiesta en paz has lo yo digo sin quejarte.

Me presiono contra ella, inhalo su cabello que huele muy bien. Aparto su cabello rubio de sus hombros para besarla, se estremece por el tacto, es en serio le encanta, no puedo evitar sonreír por su actitud.

—Vamos cariño— Tomo su mano y juntos nos metemos al agua. Jadea al sentir que esta frío,  se aferra a mi cuerpo con fuerza envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello.

—Armando— Se queja—. No sé nadar.

No me sorprende, es normal en alguien tan débil como ella.

—Sostente— Le pido con burla.

Mis manos van a sus nalgas, la obligo a envolver sus piernas en mi cintura.

—¿Qué haces?— Balbucea cuando acerco mis labios a los suyos.

—Besarte, eres mi mujer Carime Puedo besarte cuando quiera y puedo hacerte el amor donde sea.

—Lo soy, pero no por elección propia— Me desafía— Y no, no quiero besarte.

Una de mis manos va a su barbilla, la obligo a mirarme fijamente. Ella se queja cuando aprieto su mejilla pero no me importa.

—Si no obedeces la pasarás muy mal ¿entiendes?— Gruño molesto— Pero tú y yo sabemos que deseas besarme cierra la boquita.

Entonces uno mi boca con la de ella atrapando su lengua. La succiono y mordisqueo su labio. Carime gime, sonrío satisfecho. Ella quiere esto al igual yo, empiezo a bajar su ropa interior luego acaricio su centro, deleitándome por la forma en que susurra mi nombre.

— Si lo quieres, lo tienes Cariño — Comente excitado.

De un jalón rompo su bikini, bajo mi bóxer y ya rígido froto mi erección contra su entrada.

—Aún sigue doliéndome— Susurra contra mis labios.

—Cuando el placer llegue, olvidarás el dolor.

Le quito su sostén para llevar mi boca a sus pechos. Estos se endurecen al instante que los lamo. No son los más grandes que he visto, pero son perfectos y redondos.

—Armando— dice sonrojada. Sostengo sus nalgas para luego introducir mi pene en su interior.

— Te encanta—gruño

Ella emite un sonido desde su garganta, no sé si es de dolor o placer mientras sus ojos se cierran. Empiezo a moverme, penetrándola lentamente, el agua empieza a salpicar nuestros cuerpos.

—Mírame— Le ordeno.

Abre sus ojos azules, me observa acalorada, atrapa su labio entre sus dientes. Vaya me vuelve loco.

—¿Dime te gusta esto?— Pregunto, bajando mi boca a sus pechos al mismo tiempo que me muevo en su interior.

—No lo se— murmura excitada, decido tomarlo como un sí. Mientras chupo sus deliciosos pechos rosados, ella muerde mi hombro y eso me excita aún más.

—Quiero que grites mi nombre— Exijo— Di mi nombre ¡ahora!.

-¡Ah, Armando!—Grita.

Empiezo a salir del lago con ella aferrada a mí ya es un poco incómodo estar en el agua. Luego me recuesto con ella sobre el pasto, y sigo embistiéndola hasta llegar al orgasmo. Cuando al fin llegamos, aprieto mis dientes, y veo como mi semen se esparce en su interior.

Carime me mira apenada, suspira agotada, me pregunto cómo es capaz de manejar la situación.

—Vístete— le digo entre jadeos— Debemos irnos.


Cuando llegamos a casa, Carime ni siquiera me mira, sube a la habitación. Me imagino que está molesta, no puede negar cuanto me desea. Siempre será de esa forma, todavía sigo recordando quién es ella.

No lo olvido.

Entro a la cocina encontrándome con Katia.   

—Lleva algo de frutas y una botella de vino a mi habitación—le ordeno— Que se ahora 

Me mira con arrogancia. Es en serio.

—¿Para su esposa también señor?—Aprieto mi mandíbula.

—No es de tu incumbencia— Murmuro apunto de ponerla en su lugar. —Has lo que ordeno si no quieres ser despedida.

Me mira de una forma que no puedo entender, pero no le doy mucha importancia, ya que subo a mi habitación en busca de mi esposa. Carime está en la cama mirando sus manos.

—¿Puedo preguntarte algo?— Inquiere cabizbaja

—Dime—Cierro la puerta de mi habitación, luego me quito la camisa.

—¿Qué pasara con mis estudios?

—Puedes seguir  estudiando en la universidad, no tengo problemas con eso — Respondo— Iré a recogerte todos los días, ni se te ocurra huir porque vas a lamentarlo.

Me mira.

—¿Qué le diré a mis amigos? Me da vergüenza que sepan que estoy casada tan rápido y peor si se dan cuenta que fui la paga de una deuda 

—Nada sobre mí, no le digas que estamos casados punto final.

—¿Por qué?

—Porque no y punto—Asiente dudosa.

—¿Qué tratos tienes con mi padre?— Inquiere curiosa. Sonrío sin dejar de mirarla. Su fracasado padre estaba quedándose en la calle y pidió dinero prestado y como garantía me cedió a su hija ya que supo que su mal manejo no le iba funcionar.

—No te gustaría saberlo. Hay cosas que es mejor no contarlas, porque sin darte cuenta lastiman el alma y el corazón. —Es todo lo que respondo, dejamos de hablar cuando tocan la puerta.

Abro encontrándome con  la sirvienta.

—Señor traigo las frutas y el vino.

—Déjalos en la mesa y vete— replico a lo que se sorprende, ella observa a Carime y puedo notar que hay odio en su mirada ¿Qué mierda?



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En el texto hay: pasión, amor, venganza

Editado: 25.04.2024

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