Amada Mía

Capitulo 8

Carime
Estaba aburrida observando el jardín mientras maquinaba en mi cerebro las mil maneras de como huir, ya llevo viviendo mas de 15 días con  Armando, el hombre que prácticamente me esta aniquilando en vida; lo  peor lejos del amor de mi vida, como podría olvidarme de Miguel si cada día recuerdo sus besos con ternura, su amor puro y sincero diciéndome cuanto me ama, ahora es tarde pero me arrepiento por nunca haberle dicho lo mismo. Cierro los ojos y lloro en silencio mientras que los brazos de mi esposo rodea mi cuerpo. 

—¿Por qué lloras o por quien lo haces?— Trago saliva un nudo se forma en mi garganta por el miedo, ya hasta me canse de desafiarlo. Ni con mis pensamientos tengo privacidad  que barbaridad, de seguro hasta es Psíquico ya que pregunta por quien lloro.

—No estoy llorando— miento ya que si lo estoy solo que internamente.

Armando me hace girar el cuerpo y verlo de frente, sus ojos verdes amarientos me inspeccionan 

—Lloras por ese tipo ¿Cierto?— Niego rápidamente, sería capaz de decirle que sí, pero tengo miedo que me maltrate, estoy sensible.
—Duerme—Replica con voz dura. Cierro los ojos reprimiendo las lágrimas que amenazaban con salir, mejor me enveneno para no seguir en esta horrible cárcel.

        ***
Abro los ojos al sentir la claridad del día filtrarse por los grandes ventanales. Observo a mi esposo el cual esta dormido profundamente, me levanto y veo la hora en el reloj que adorna en la mesa de cristal que está en medio de los dos sofás.
Las 6:30 a.m. entró a la ducha y me baño, el agua es fría pero no importa ya que mi corazón se está tornando frio. Froto el jabón en todo mi cuerpo aplico champo en mi cabello, pasa buen rato debajo del chorro de agua al terminar salgo del baño.

Sin querer hacer nada decido en que me debo rendir ya que debo vestirme ni modo que ande desnuda por todos lados. Me visto con un vestido de tiras color negro con volante y sandalias de piso color negras. Dejo mi cabello suelto y me aplico perfume de la Marca Dior. <<Por lo menos huele riquísimo>>

Observo mi reflejo en el espejo que está pegada en el armario. Desde ahora en adelante mi color favorito será negro, al igual que mi vida se a tornado  negro. Aun que creó que estoy exagerando un poco... Bah yo necesito ser actriz de novelas Drámadicas como las Coreanas.

Antes de salir de la habitación, busco entre mis cosas la cámara, de seguro mamá me la ha puesto, deseo tomar fotos del paisaje y luego pintarlas bueno si es que algún día logro volver a pintar. Un suspiro lastimero sale de mi boca

¿Cómo viviré al llegar al Managua? Que mentira les diré a mis dos únicos amigos. ¿Cómo lo tomara Miguel cuando me vea con otro hombre? Será posible que pueda hacer algo para escaparme e irme con el amor de mi vida.
Tantas preguntas rondan en mi cabeza. Pero ninguna podría responder a mí misma.

—Buenos días señora, que desea desayunar—Pregunta Beatriz con amabilidad.

—Lo que sea está bien.

—Ya le prepararé un caldito de pollo como a usted le gusta.

—¿Porque me ofrecen pollo todo el tiempo?—Quise saber, acaso no hay terneras. 

—Porque el señor Armando nos dio la orden de cocinar lo que a usted más le gusta.

Este Armando sabe muchas cosas de mi y yo no se nada de él. Con razón todo lo que se cocina en esta casa es sin duda lo que más me gusta. Esa bestia me vigilaba todo el tiempo.
—Señora, se encuentra bien?
—Eh si, si haga lo que sabe hacer.
Asiente sonriente, salgo del living  dirigiéndome hacia afuera y varios hombres armados están rodando este lugar. Si pudiese escapar lo haría.
La chica que se acuesta con Armando, sale de una de las casetas y detrás de ella uno de los guardia. Ellos ríen y se besan sin importarles quien los vea, se nota que es una zorra.

Ignorándolos me quedo de pie en el barandal tomando varias fotos mientras aprecio el aire de la mañana, las aves cantando, los gallos chillan. El lugar es agradable, pero con un dueño que la hace sentir terrible e irracional.
Unos brazos rodeando mi cintura me hacen reaccionar rápido
—¿Te asusta los brazos de tu esposo?—Pregunta Armando con sarcasmo.

—No es eso, es solo que no me acostumbro aún.

—No te preocupes pronto te vas a acostumbrar a la vida de casada. 

—Señores ya esta listo el desayuno.—Avisa Beatriz.

Armando me toma de la mano entrando conmigo a la sala, pide a la tal Katia que nos lleve el caldo a la mesa a lo que ella obediente los va a traer, me siento en la silla junto a mi esposo mientras tanto me fijo en una de las tantas foto de un señor mayor con bastón, de seguro es su abuelo, de repente siento algo caliente derramarse en mi pierna

—¡Ah quema!— Grito al sentir el ardor en mi pierna.

Armando al ver lo sucedido se levanta rápidamente, me levanta en sus brazos, sube las escaleras como un loco.

—¡Traigan agua fría, Pero ya!— Grita furioso.

El ardor no es tan fuerte, siento la pierna un poco caliente pero Armando es un exagerado, Beatriz entra con una cubeta y trapos luego los coloca en la pierna afectada.

—Beatriz busca en los gaveteros la Pomada para quemaduras— Ordena alterado, él me mira y algo en mi interior cambia, su mirada es diferente a la que suele ser.

—¿Te arde?—Pregunta preocupado.

—Un poco nada más— respondí sin dejar de verlo.

—Me las va a pagar esa insensata—Replica con dureza. Me imagino que habla de la chica.

—No fue su culpa, ella no se fijó—Musite bajando la cabeza a lo que el ríe con malicia por mis palabras.

—Eres tan ingenua, que debo hacer para que cambies de opinión conforme a los empleados.— Espeta molesto a lo que no digo nada.

Lo Mejor es quedarme callada.



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En el texto hay: pasión, amor, venganza

Editado: 25.04.2024

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