Amada Mía

Capitulo 9

Mis ojos los inspeccionan mientras trata de curar mi pierna lastimada.
—Señor la pomada— Beatriz extiende la pomada en las manos de Armando sus manos hasta tiemblan, será que esta te nervioso.

—Prepara un chocolate con leche y panecillos de mantequilla, mi esposa debe de comer o desaparecerá— Ríe por su propio comentario.

Beatriz asiente y sale de la habitación.

Una vez más quedo sorprendida, el chocolate con leche es mi delirio y el pan ni hablar.

—En la tarde nos vamos para la ciudad, tus padres desean verte, así que debemos estar ahí.

—No los quiero ver— Afirme segura. Armando se encoge los hombro y luego ignorándome unta la crema en mi pierna, sale de habitación sin decir ni una sola palabra más, su actitud a veces me sorprende, me preguntó si siente algo por mi o me tiene lastima ya que mi familia me entrego a él como pago.
Dejo de pensar en mi desgracia, decido mejor pensar algo positivo ya que por el momento no puedo escapar.
La mañana la pase aburrida, después de desayunar me quede recostada mirando a la nada, pensando en la mirada diferente de mi esposo, se veía muy guapo, pero dejo de lado ese pensamiento al oír un grito de afuera que llaman mi atención, trato de levantarme para así poder ver de qué se trata, sin tanto esfuerzo lo hago y miro por el ventanal, mi boca queda abierta al ver a la chica llorando y suplicando de rodillas para que no lo echen. Quedo viendo la escena y no me agrada para nada, que una mujer se esté humillando. Bajo las escaleras con dificultad, llegando al patio algo molesta le grito a mi esposo.

—¡Oye Armando te crees el rey del mundo o algún monarca, que no ves que ella te suplica de rodilla— Trago saliva al notar como sus ojos me miran.
El viene hacia mí, me toma del brazo con brusquedad, las piernas me tiemblan como gelatinas, sin embargo levanto la cabeza y lo fulmino con la misma mirada que él me dedica.

—todos a trabajar! ¡AHORA!, tu Katia déjate de tanto drama es la última oportunidad si no la aprovechas te larga. Y en cuanto a ti no vuelvas a darme órdenes.

Dicho eso me lleva a la casa, sube conmigo a la habitación puedo notar su respiración acelerada me deja en la cama, empieza a dar vueltas dentro de la habitación, parece un tigre rabioso a punto de devorar a su presa.

—Carime te advierto desde este momento que no te metas en mis decisiones, por esta te la dejo pasar. Pero para la próxima no lo haré;  has entendido— me quedo callada sin decir nada—¡Has entendido!—Asiento sin mirarlo directo a los ojos.

Vaya si que la Bestia está furiosa.


Cuando llega la tarde, Armando entra junto al tipo que vi en la mañana besándose con la tal Katia, él sacas las maletas y luego Armando les indica las mías.

—Debemos irnos antes que anochezca.

Me ayudó a levantarme de la cama, al salir de la habitación me despido de Beatriz agradeciéndole su buenos tratos conmigo. Ya me estaba encariñado con ella.

Me encuentro perdida en mis pensamientos mientras nos dirigimos a la ciudad. Ahora 
Qué pasará conmigo juntó  este hombre loco… podré escaparme con Miguel? Tantas cosas rondan en mi cabeza desde que estoy viviendo con Armando, no tengo la menor idea de que hacer.

—Me imagino que estas planeando como escapar de mí, cuando tengas la oportunidad— Comento con descaro.

—Pues fíjese que no se equivoca—Digo sin saber porque se lo afirme.

Ríe a carcajadas y de un rápido movimiento sujeta mi rostro con fuerzas a lo que siento que me lastima, sollozo con miedo, el chofer mira la escena por el retrovisor.

—Ten por seguro que jamás volverás a querer decirme eso, porque será la última cosa que aguante, créame que me estoy conteniendo.

Las lágrimas salen de mis ojos como lluvia, pongo mi cabeza en el respaldar del asiento, lloro en silencio pidiendo al cielo fuerzas para aguantar este infierno torturante en que mis propios padres me han sometido. A veces solo quisiera ignorar todo pero se me es imposible.

El conductor estaciona el auto enfrente de una inmensa casa, la cual se me hace conocida, pero obvio que no la conozco ya que jamás pise esta residencia.
Creo que este barrio se llama las Colinas son una de las mejores en la ciudad y solo viven personas adineradas. Al bajar del auto, admiro el gran patio, Armando me toma de la mano y los guardias bajan la cabeza en reverencia y nos dice Bienvenidos Señores (se creerá Rey este loco), el levanta la mano en modo de saludo, nos adentramos al interior de la casa y luego aparecen varios empleados, todos nos dan la bienvenida como que si estuvieran en un coro. Una rara sensación hace que mi piel se eriza al entrar al interior de semejante lugar. Porque siento como si he estado aquí. Oh solo debe ser una imaginación mía.

Dejó de lado mi inspección al notar a una chica joven y muy bonita de piel morena y cabello rizado. ¿Debe ser que con esta tambien tiene sexo? Conociéndolo  es capaz. Armando me presenta a todos como su esposa. Les sonrió con mi mejor sonrisa ya que ellos no tenían la culpa de mi desgracia.

Nuevamente le echo un rápido vistazo a la casa, se me hace raro, es como si la conociera, se ve que todo es de lujo, cuadros de varios pintores famosos, estatuillas antiguas y la alfombra de un borde muy elegante, el sofá es enorme, las sillas son de maderas finas, el comedor es grande, todo es hermoso y lujoso. Pero eso no cambia nada.

Subimos al que según es nuestra habitación, uno de los empleados sube las maletas. Miro la gigantesca habitación es doblemente más grande que el de la finca.

—Llamé a tus padres antes que viajáramos y les dejé dicho que mañana los veras.

Suspirando sigo observado todo al mí alrededor.

—Quiero que nos duchemos juntos y luego deseo estrenar esta cama contigo, ya que es nueva.

Mi cuerpo tiembla otra vez por sus palabras en modo de orden, él me toma de las caderas y me levanta llevándome al cuarto de baño.



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En el texto hay: pasión, amor, venganza

Editado: 25.04.2024

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