Amada Mía

Capitulo 23

No tenía idea de que hacer al escuchar su manera de hablarme,

el corazón se me quería salir del

pecho, al ver a mi esposo furioso, nuevamente el pánico me invadió el alma.

—Te voy a encerrar por traidora— su tono de voz es fuerte e intimidante

—Debes escucharme primero— Le suplico —Yo no tengo nada que ver con él, solo quería dejarle claro lo nuestro. Ya no lo quiero.

—Eres una mentirosa y ahora mismo me vas a conocer de lo que soy capaz cuando me mienten

Me suelta con furia empujándome en la cama, sus manos se hicieron en puños para golpearme pero no lo hizo, luego noto como se desabrochaba el cinturón. Mi cuerpo empezó a temblar. Me va a pegar con su fajón, Armando nunca me había hecho daño, pero al verlo así descontrolado siento que es capaz de matarme por celos.

—¡Te lo advertí, Carime Y lo peor es que se besaron sabiendo que ahora estas casada no te importa dejarte llevar por tu supuesto amor por ese Miguel.

—No, no, estas equivocado. El me beso, yo no le correspondí te lo juro, Armando contrólate no te atrevas a cometer una locura.

Se acercó a mí y levanto el cinturón, me encogí en la cama por el miedo que se impacte en mi piel. Las lágrimas salieron y varios sollozos. El golpe nunca llego pero me aterre al verlo aventando todo al suelo. Armando empezó a gritar.

—¡Maldición, lárgate, déjame en paz!

Coloco sus manos en cada lado de su cabeza y de una manera brusca se agitaba el mismo, es como si peleara contra su demonio interno.

—¡Déjame en paz, maldito débil! —sus gritos son desgarradores y aterradores.

La imagen me sorprendió, él se golpeaba a sí mismo, sus nudillos estaba sangrando, necesito controlarlo. Me levante con miedo de la cama, aleje el cinturón de él. Luego me arrodille a su altura, sus ojos eran diferentes y sangre brotaba de su boca, se ha lastimado, Dios mío, que tiene este hombre porque se lastima.

—Lárgate—me pidió con voz suave.

—¿Qué tienes, porque te estas comportando de esta manera?—Quise saber. Sus manos apretaron su cabeza como si se la quisiera arrancar. Se levantó y me aventó con fuerza, gemí de dolor. Luego me tomo de mi cuello diciéndome palabras feas y a la vez pedía que me escapara, era como si dos personas se encontraran en su cuerpo. La puerta de la habitación se abrió de un fuerte golpe, Javier entro junto a Beatriz, trato de alejarme de mi esposo

—¡Señor Armando! Por favor debe controlarse, suéltela, la está lastimando.

Miraba todo borroso, a pesar que su agarre en mi cuello no era fuerte, sentí que me faltaba el aire, mi esposo estaba en una pelea interna y yo era la causante.

—Déjala maldito— se dijo a sí mismo.

Soltó sus manos de mi cuello y caí al suelo tosiendo con fuerza. Trague saliva al verlo gritar y llorar, jamás pensé que este hombre lloraría. Javier lo ayudo a levantarse llevándolo con él al cuarto de baño

—Señorita ¿Se encuentra bien?

Negué y me puse a llorar, Beatriz me abrazo con ternura, tratando de tranquilizarme, cosa que era imposible.

—¿Que le ha pasado? ¿Por qué se comportaba de esa manera? Se lastimo el mismo— dije con los ojos llorosos. No entendí todo lo que estaba pasando en su interior.

Beatriz negó ayudándome a levantarme para luego sacarme de la habitación.

***

Apenas eran las 10 de la mañana, me puse a llorar por más de dos horas, mis ojos se encontraban irritados de tanto llanto, deseo saber que le pasa, porque esa actitud de terror. Metí mi cabeza dentro de mis piernas y llore nuevamente. Solo espero que haya calmado por su ataca de iría.

—Señorita es mejor que coma algo y deje de llorar, las cosas no se van a solucionar si usted deja de comer.

Niego soltando el aire que esta estancando. No tenía apetito, aún tengo presente el rostro de Armando la manera en cómo se gritaba a él mismo y luego su agarre en mi cuello, fue como si no deseara lastimarme pero a la vez sí. Algo está pasando con él y necesito saber cuánto antes.

Me levante decidida a ir a ver qué le sucedía a mi esposo.

—¿Dónde va señorita?— pregunto Beatriz

—Iré a mi habitación a ver a mi esposo.

Ella suspiro y me sonrió. Subí las gradas con rapidez, antes de llegar a la puerta lo escuche murmurar, me detuve a un lado para oír lo que hablaban.

—Él se quiere apoderar de mí, pero no se lo permitiré. Andres es un maldito débil. Lo odio, quiere controlarme pero no sucederá jamás, óyeme bien, jamás.

¿Quien es Andrés?

—¿ Señor quiere que llame al doctor?

—No quiero nada, Javier déjame solo— Exige calmado.

—Si señor.

Me escondí detrás del gran florero para que Javier no me viera. Cuando él baja las escaleras salgo de mi escondite y me acerco a la puerta, me detuve al oírlo hablar solo.

—No te metas en mis asuntos o las pagaras, eres solo una simple personalidad que quiere manejar— replica con la voz baja.

Suspire hondo y sin miedo decidí tratar de dominar a la bestia. Quisiera saber quién es Andrés o cómo es eso que lo quiere manejar a él.

Entre con cautela, me recuesto a su lado, Mi esposo levanta la cabeza y me mira con el ceño fruncido.

—Te juro que yo no lo bese, solo quería aclarar las cosas y decirle que...

No termine de hablar cuando beso mis labios con urgencia.

—Eres mía, guárdatelo en la cabeza

—Soy tuya, solo tuya.

Lo tome del cuello besándolo con deseos, sus manos tiemblan al tocarme, abrí los ojos lentamente y mire los rasguños en su rostro que el mismo se provocó. Enrede mis manos en su cabello mojado y uní mi boca con la de él.

Lo amo tanto que no me importa nada más que estar con él.

Quisiera preguntarle sobre lo que sucedió pero no me atrevo, me las ingeniare para descubrir que pasa con él o que lo atormenta.

 



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En el texto hay: pasión, amor, venganza

Editado: 25.04.2024

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