Amada Mía

Capitulo 27

Carime

Abro los ojos lentamente las cierro nuevamente al sentir que mi cuerpo me pesa, el dolor en mi entre pierna me palpita, creo que no podré caminar en días. La luz del sol se filtra por las cortinas, es molesta, el cuerpo pesado de Armando está apuntó de aplastarme.

Dios mío, que pesa estas manos.

Me zafo de él sin hacer ruido, inspeccionó su rostro, él duerme plácidamente, se ve relajado y sobre todo muy guapo cuando duerme.

Me siento avergonzada por la manera en que me comporte en el acto sexual anoche, soy demasiada adicta a él.

Dejo de morbosear para luego entrar al cuarto de baño, el agua tibia es cálida, recorre mi piel con suavidad, cierro los ojos y lo primero que se me viene a la mente es lo de anoche, me sorprendí un montón al conocer a los Castillo, esa familia me hacen sentir una extraña sensación, el parecido de su hija conmigo es sorprendente y la señora Ivania es tan linda, se nota que es una buena madre.

Qué envidia, hubiera querido que Amada fuera sido más cálida y cariñosa conmigo. Niego suspirando. Al salir del baño me seco el cuerpo, el cabello y luego me visto con una minifalda negra, un top rayado desmangado, mis botines cortos. Pinto mis labios aplicando rímel y sombra, luego cepillo mi cabello. Unos fuertes brazos rodean mi cintura atrayéndome a la cama

—Buenos días amada mía. — Susurra besando mi cuello. Me estremezco por su contacto excitante.

No creo que pueda hacer algo, ayer me dejo más que satisfecha pero dudo mucho que él se sienta satisfecho ya que es una bestia en la cama.

—No iré a la universidad, estaré en el comedor esperándote.

—Bien, me alegras el día. Yo igual cancelare todo para que la pasemos juntos, quiero llevarte a un lugar.

¿A un lugar?

—¿Puedo saber?

Niega y azota mi trasero con fuerza.

—No me gusta esa falda.

—Pero esta buena, tú mismo me la has comprado.

—No lo recuerdo— Espeto rascando su cuello. Camina hasta el cuarto de baño, mostrando su torneado cuerpo, es el mejor reflejo que puedo ver en esta mañana. Muerdo la comisura de mis labios.

Suspire enamorada de este hombre, ojalá un día él sienta lo mismo por mí, hasta he soñado con él, diciéndome que me ama. Sólo fue un estúpido sueño, además Armando es un hombre que no ama a nadie, me preguntó si algún día lo conoceré a profundidad, presiento que guarda muchos secretos y uno de ellos es esa tumba y esa casa Vieja en el patio de al fondo.

Beatriz me sirve el desayuno. Chocolate caliente y pan con mantequilla de maní, preparó Flan y me sirvió como la vez pasada. Todos mis gustos se conocen en esta casa.

Aún no puedo quitarme de la cabeza, como demonios Armando conoce mis gustos o como sabe las cosas que pasan en la universidad sé que tengo un guardaespaldas que vigila mis pasos o quién sabe si tiene alguna cámara oculta.

Que locura no lo creo o ¿Si?

—Beatriz sírveme un Té de manzanilla— Le pido suplicante.

Ella asiento sonriente, siempre es alegre.
Veo a mi esposo bajar a la sala, esta bien vestido con un camisa polo de botones, su cabello negro despeinado y esa barba creciente lo hace ver jodidamente caliente, el Jeans negro ajustado a su figura.

Oh será posible que me excite con sólo verlo. No puedo creerme, soy una pervertida.

—Apuesto que me estas maquinando desnudo y tocando cada parte suave de tu piel.

—¡Dios mío Armando! Estamos desayunando, no seas sucio— Exclamo atragantándome con el pan.

Ríe a carcajadas al ver mi situación bochornosa.

—Señores disculpe, pero la madre de la señora Carime está al teléfono.

Mi madre que quiere.

—Beatriz deme el teléfono— Le pido extendiendo la mano.

—Hola— Respondí seca.

—Hija mía como estas.

—Bien y muy feliz—. Ruedo los ojos, Armando no quita su mirada sería de mí.
—Quisiera que vengas a vernos, somos tus padres Carime y tienes que saber que te dimos la vida, te diremos toda la verdad de él porque tu padre hizo lo que hizo—. Mi madre suplica al otro lado de la línea puedo oír sus sollozos.

Suspiro abatida.

—Le diré a mi esposo que me lleve.

—Bueno mi niña… te queremos mucho.

No puedo decir lo mismo…

Colgué la llamada sin responderle.

—Quieren verte hasta ahora— Comentó Armando irritado.

Asentí con una mueca en mis labios.

—Iremos luego, primero quiero mostrarte algo importante.

—¿Ah? Okey— dije sin saber nada.


Llegamos a carretera nuevo León, no entendía a que se debe tanto misterio, o que es lo que haremos.

—Te veo intrigada por lo tonto te diré que es lo que venimos hacer.—Ruedo los ojos, porque no me lo dije en la casa.

—Ya era hora cariño mío, pensé que me llevabas a matarme — comente sarcástica

—Eres exagerada Cariño, te llevare a mi tercer proyecto en este municipio, te va encantar.

Ven lo que digo, este hombre me sorprende cada día, debe ser un humano con poderes que lee la mente. Estoy empezando a creer en eso.

—¿Tu tercer proyecto? Y ¿Qué es?— Preguntó curiosa.

—Pronto lo verás—menciona sin quitar la vista de la carretera empedrada.

A los diez minutos llegamos a un gran terreno forado en muro con la parte de arriba alambres de púa y el inmenso portón de acero, dentro de ella se encuentra una casa de concreto bajo.
Dos guardias abrieron el portón, al entrar me sorprendí al ver un montón de niños jugando. Varios balancines y casetas al estilo dormitorio.

—Y este lugar es…

—Casa hogar Diana, es un Orfanatorio— Expreso sonriente.

¿Diana? De repente un dolor agudo se instala en mi cabeza, cierro los ojos y me quejo por lo punzante que es el dolor.

—¿Qué tienes Carime?— Armando me sujeta de los hombros, su voz suena preocupado.

—Sólo un mareo nada más—Mentí.

—Bajemos amor, debe ser el viaje.

Asentí y baje sin esperar a que él me abriera la puerta. Observo el lugar curiosa, pero me detengo al ver muchos niños corriendo a saludar a mi esposo.



#1630 en Novela romántica
#162 en Thriller
#59 en Suspenso

En el texto hay: pasión, amor, venganza

Editado: 25.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.