Capitulo 29

Armando

Las cosas cambian cuando te liberas de esa inmensa carga; es

Increíble, magnifico y liberador, me siento bien al haberle confesado que la amo como nunca jamás he amado a una mujer, ella es mi todo, no creo poder avanzar en mi vida sin mi amada.

Acarició su cabello rubio mientras duerme plácidamente, su delgado cuerpos está relajado después de un día fatídico, aparte de eso haber escuchado al sucio de su padre confesarle que la iba vender con un Ruso, es un asco de persona.

Malditos padres que le tocó a mi mujer. Suspiro soltanto el aire estancando, beso su mejilla a lo que ella sonríe entre dormida, bajo de la cama sin hacer mucho ruido, necesito hacer unas cuantas llamadas.

Antes de salir de la habitación la observó una vez más, luce bella e inocente. Quisiera saber que sucedió aquél día en que la encontré dentro de la alberca o

Como sería, si un dado caso Carime recuerda el pasado. Necesito consultarlo con un especialista que me diga si la puede afectar o no.

Al entrar en mi oficina, me sirvo un vaso de coñac, pienso en todo lo sucedido, Jorge es el ser más despreciable en la tierra, no quise decir nada para no seguir afectando a Carime pero su maldito padre mintió ya que él le debía esa suma grande al Ruso y aún tal Kadriz por esa razón el degenerado Ruso la quería llevar con él, entonces al prestarle ese dinero tuve que hacerle firmar ese contrato en su estado de ebriedad para que mi Carime sea mía y no de ese loco que seguramente la hubiese llevado para quien sabe qué. Me imagino a subastarla para venderla como carne fresca, he oído varias cosas en cuanto a los mafiosos de esa zonas.

Tomó un poco de coñac, revuelvo el contenido, mientras me siento algo frustrado por este acontecimiento.

Llamo a Javier por el intercomunicador, necesito que investigue a los Castillo esa pareja me tiene desconcertado, el parecido de Jaime con Carime es indescriptible pueda ser que me estoy haciendo suposiciones erróneas pero algo me dice que Jorge y Amanda no son los verdaderos padres de mi esposa. Debe ser un instinto, ahora debo comprobar si Jairo Castillo y Ivania tienen alguna conexión con Carime

—Señor estoy listo para cualquier orden— Dice Javier con tono serio. Será que este hombre sabe sonreír.

—Investiga a los Castillo, necesito información a profundidad.

—Téngalo por seguro que mañana mismo le tengo la información.

Asentí y mire a un punto fijo perdiéndome en mis dolorosos pensamientos del pasado.

Flash back.

La lluvia no cesa está muy fuerte, me asomó por la diminuta ventana, para ver si Perla viene, la extraño tanto ella tan habladora que me he acostumbrado, cada día que pasa está creciendo, es tan bonita que sólo quisiera tenerla cerquita de mí, reír a su lado o bien sólo mirar sus ojos azules como la perla que ella me regalo. Quizás este encierro me tiene mal, y estoy necesitado de compañía.

Sacó la prenda, la veo, es una piedra brillosa y cristalina de color azul con varias perlitas a su alrededor. Un relámpago fuerte alumbra todo el oscuro lugar, siento miles de escalofríos traspasar por mi espina dorsal. Camino de un lado para otro, no entiendo esta sensación de miedo instalarse en mi pecho. Las manos me sudan y a la vez tiemblan.

—Andrés porque eres débil, a todo le temes, lloras como un marica.

—Quien está ahí, de quien es esa voz… que esta sucediendo.

Miro para todos lados y no hay nadie.

—Soy tú mismo, sólo déjame ser el fuerte y llevar las riendas de tu vida, tus miedos y debilidades me han creado, soy tu mismo solo que yo no le tengo miedo a nadie. Pronto controlare tu mente.

—¡No! De que hablas no te conozco, quien eres. Porque escucho esta voz en mi cabeza.

—Pero no eres ningún loco, sólo débil, yo seré el que aplaste a todos los que nos han humillado pero antes tú debes desaparecer.

—¡No!... estás loco no se quien mierda eres. Vete de aquí

Unos fuertes gritos me sacan de mi horrible trance.

Golpeó la puerta de hierro con fuerzas, por suerte no tenía el candado puesto. Salgó a toda prisa, corro en dirección a la mansión pero me detengo al ver una silueta dentro de la alberca.

¡Es Perla!

Me tiré a la alberca, la saco del agua, al sacarla la recuesto en el suelo de su cabeza brota mucha sangre. Me acerco a ver si tiene pulso, por suerte aún lo tiene, inclino su cabeza hacia atrás levanto su mentón, apretando su nariz con mi dedo pulgar me acerco a su boca e inspiró y luego sopló en su boca hasta que su pecho se infle, insuflo una y otra vez hasta que sus ojos se abren y toce sacando el agua, la abrazo con fuerzas a mi cuerpo ella tiembla por el frio.

Dios mío gracias.

Lloro a su lado, Perla esta asustada. Me pregunto qué hacía ella por este rumbo, si bien iba donde mí, no hubiera pasado por la alberca.

—No tengo miedo. No me hagas daño.

—Nada te va a pasar, todo va a estar bien. Pero como te has caído.

Ella me mira con miedo, su pecho sube y baja, antes de caer inconsciente, me pregunta mirando para todos lados.

—¿Quién eres tú?...Suéltame, no me hagas daño Por favor.

Su voz se apaga y sus ojos se cierran, de lejos sus padres vienen hacia mí. Pensaron lo peor no me permitieron explicarles lo sucedido.

En este instante mi mundo entorno a Perla desapareció provocando en mi otra personalidad de odio.

Luego de una semana sin saber de mi madre. Según la señora Amanda, Diana fue detrás de un hombre, robando mucho dinero, pero algo en mi, me decía que todo era mentira. De Perla no supe nada más.

Ya era de noche cuando decidí salir un rato, camine y mire el resplandor del cielo estrellado, estaba triste.

Mamá donde estas, ven sácame de este infierno. Perla mi princesa que te sucedió ese día en el que te encontré mal y ahora no sé nada de ti… escuche rumores que te quedaste en coma por el golpe en tu cabeza.

Me siento sólo, muy sólo. Ayer el señor Jorge metió a una mujer en el sótano, tuve miedo de esa maldita, me hizo cosas asquerosas aún no se me quita las ganas de vomitar. No es la primera vez que me hacen eso.