Amada Mía

Capitulo 46

Carime.

Los meses empezaron a pasar rápidamente, sin darme cuenta mi
embarazo ya está más que avanzado, mi vientre se veía enorme, ni siquiera podía
ver mis pies. Por otro lado tuve que dejar mis estudios por mi salud, mis
amigos venían a verme cada semana y los señores Castillos igual. Mireya me ha
estado dando clases de yoga y respiración para cuando llegue el momento en que
nazcan mis gemelos, un niño y una niña, la curiosidad nos gano, hace semanas
decidimos en descubrir el sexo de los bebes, tal parece que mi caliente esposo
acertó en cuanto al sexo de uno de ellos, estamos más que alegre al saber que
tendremos la parejita, aunque no importaba si ambos fueran del mismo sexos, los
vamos a querer igual. 

En estos instantes me encuentro con Ivania, ella me dice que
debo ser valiente y no temer al momento del parto, siempre que viene a la
visita me aconseja y me habla con cariño, amor maternal. Como mu hubiera
encantado tener una madre como ella, lástima que no lo tengo. Suspiro
frustrada, ella lo nota y me pregunta si me siento aburrida.

—¿Quieres salir al jardín por un rato?— Pregunta mirándome a
los ojos, su iris me perfora, quisiera saber que piensa cada vez que me mira de
esa manera tan penetrante, es como si quisiera decirme miles de cosas, su forma
de tratarme es tan cariñosa, de repente siento curiosidad de saber que piensa
sobre mi, y por otro lado antes que recuperara la memoria, tenía la curiosidad
de preguntarle muchas cosas. Pero ahora me da algo de vergüenza— Estas
bien—Asiento— Entonces quieres salir— Pregunta de nuevo.


—No quiero salir, lo que deseo es descansar un rato—Digo
bostezando. Ivania sonríe.

—Bien, te dejare descansar mientras preparo un jugo de uva,
de las que más te gusta— Me dice y se levanta de la cama, antes de que salga de
mi habitación le doy las gracias.

—Gracias Ivania, has estado conmigo desde lo que me ocurrió,
en serio te lo agradezco, eres como una madre y te aprecio mucho— Lo último lo
digo en un susurro, nuevamente se acerca dejando un beso en mi frente.

—Muchas gracias por sentir eso por mí, tú eres muy especial
para mí—. Solloza y a los segundos sale de mi habitación.

Ella realmente se comporta como una verdadera madre, como me
hubiera gustado ser su hija, es tan atenta y sobre todo buena, me da un poco de
envidia su hija.

Me acomodo en la cama tratando de descansar, siento unas
punzadas bajo mi vientre, me quejo un poco, pero lo ignoro ya que lo único que
deseo es dormir, la noche de ayer no pegue el ojo en ningún instante y lo peor
porque entraba al baño cada segundo. Creo que mis gemelos ya pronto nacerán.

Media hora pasada, me sobresalto al sentir otro dolor más
fuerte que el anterior, me levanto con dificultad de la cama, me pongo las
chancletas y camino hasta la puerta, el dolor se intensifica y salgo a pasos
lentos, bajo las escaleras sosteniendo mi vientre, quiero gritar pero no lo
hago para no sonar escandalosa, debo respirar hondo y luego expulsar el aire
como me enseño Mireya. Camino hasta la sala me sujeto de la puerta, quiero
hablar pero me detengo al oír voces y antes de llamar a Armando, escucho mi
nombre en sus labios, agudizo el oído para oír mejor la conversación que parece
secreta, arrugo el rostro y aprieto mis labios, el dolor viene más fuerte, no
puedo soportar más.

—Pronto lo sabrá, sin embargo hasta que nuestros hijos
nazcan, no expondré a mi esposa de nuevo, ustedes  saben las semanas y meses que pasamos
viéndola ida como si estuviera en otro mundo, no quiero decirle nada que la
haga sentir mal por el momento, es mejor que no sepa nada de esa par de
mierdas. Jorge y Amanda son dos escorias que nunca merecían ser los padres de
mi esposa. 

Que me esconden, que paso con esos asesinos que por
desgracia son los que me dieron la vida, no los considero padres pero me
gustaría saber que ha pasado con ellos.

—Solo deseo que encuentren a ese malnacido y lo refundan en
la cárcel al igual que esa mujer en ese lugar, se lo merece por asesina y
ladrona, pobre mi hija, todo lo que sufrió viviendo con ellos—. Fruncí el ceño
confundida. ¿Su hija? ¿A quién se refiere?

—Bien, deben irse ya es muy tarde iré a ver a mi esposa,
Jairo muchas gracias por todo los cambios que hiciste en los papeles y usted
Ivania por cuidar de Carime cada que no estoy, realmente estoy muy agradecido—.
Le dice Armando sonriendo, Ivania niega y le devuelve la sonrisa.

—Es mi hija y me siento feliz de estar a su lado—. Creo que
lo que acabo de oír provoca que mi cuerpo tiemble a punto de perder el
equilibrio, caigo de rodillas a un lado de la puerta, esta vez grite llamando
la atención de todos.

—¡Ayúdenme!—Mi esposo viene hacia mí y me mira
horrorizado.—¡Ya quiere nacer!—No dice nada puesto que me levanta en sus
brazos, le dice a Ivania que busque mis cosas, Jairo sale disparado abriendo la
puerta de la casa y luego llega al coche que por suerte estaba en la entrada,
lo ayuda a entrar junto conmigo.

—Ya mi amor, solo debes inhalar y exhalar. Tú…tú estarás
bien— Dice nervioso.

Asiento apretando su brazo, a los segundos Ivania entra en
la parte del copiloto, mi esposo le grita a Jairo que acelere rápidamente al
hospital mientras tanto yo trato de calmarme por tantas cosas a la misma vez.

—Todo va a salir bien— Susurra Ivania y luego acaricia mi
vientre, cierro los ojos y pienso por un momento en lo que acabe de escuchar,
ella es mi madre

 ¿Pero cómo es
posible?

Pero lo es, es mi madre, se que habrá explicaciones, aunque
por ahora muero por ver a mis hijos nada más. Lo demás podremos esperar.

—Gracias Mamá.— Susurre sujetando su mano



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En el texto hay: pasión, amor, venganza

Editado: 25.04.2024

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