Llegué al siguiente día por la mañana a mi apartamento y comencé a recoger todas mis pertenencias, me mudaría nuevamente para que Jesús no tuviera manera de encontrarme. En esta ocasión un amigo de la universidad me permitiría pasar la noche en su casa con el pretexto de que no tenía un lugar a donde ir y que me corrieron del lugar en el que residía. Fue muy amable hasta fue a recogerme en su coche y me ayudó a subir las maletas al carro. Los papás se comportaron de manera muy cordial y afectuosos conmigo, incluso me ofrecieron quedarme con ellos, me negué no quería ser una molestia, en pocos días encontré un lugar al cual irme, igual que al principio me ayudaron con toda la mudanza.
Nuevamente estaba sola, devastaba, pero en el pasado ya me había encontrado en esta situación, y estaba segura que esta vez volvería a encontrar el camino para salir del bache emocional. Algo extraño en mi vida es que, cuando necesito a una persona, la vida sola se encarga traerla, de esta manera fue que conocí a David, regresaba en el transporte público después de un largo día universitario, no alcance un asiento y moría de sueño, entre lapsos cerraba los ojos mientras tambaleaba entre los pasajeros. Un joven que viajaba sentado se percató de la situación y me cedió su lugar.
– ¿Te sientes bien? – preguntó con un tono preocupado, levantándose del asiento.
– Si, solo que no dormí bien y estoy un poco cansada – contesté mientras tomaba su lugar.
– Si gustas te acompaño hasta tu casa, me preocupa que una dama ande sola a esta hora y además cayéndose del sueño. Solo dime la parada donde bajas y te aviso cuando lleguemos.
Le dije la dirección donde bajaría del autobús, y como lo prometió me despertó en el lugar. Fue tan caballeroso que se aseguró de que llegara con bien a casa. Cuando estábamos en la puerta lo invite a pasar pero rechazó mi oferta por falta de tiempo porque era tarde y tenía cosas que hacer.
– Pero te acepto un café en la semana que viene – propuso de buen humor.
– Claro por mi perfecto, que sea el jueves ese día descanso y estaré completamente despierta – proponer esa fecha me pareció la mejor opción porque estaría completamente lucida – vienes aquí como a las seis de la tarde y los preparamos en el departamento, traeré algo de crema y algunos postres para acompañarlo, será delicioso.
– Muy bien, traeré algunas galletas – agregó David– hasta el jueves.
Al despedirnos me sorprendió con un beso en la boca, por un momento se me espanto hasta el sueño, me quedé atónita ante tal afecto, algo por dentro se sacudió. David solo se sonrío y con un gesto con la mano se despidió. Ingrese al inmueble aun impresionada y conmovida por el incidente, debo admitir que logró estimularme y espantarme por completo las ganas de descanso, y en su lugar estimuló mi cuerpo y surgió un impulso incontrolable de poseerlo.