Unas de las mejores noticias llegó el lunes a la hora del almuerzo, Amanda y yo nos juntamos en la cafetería, la veía distraída, irradiaba el día con su rostro de felicidad. Me parecía extraño su comportamiento, me miró y al fin decido revelarme el motivo de ello.
– Adivina que paso – me dijo llena de misterio.
– No lo sé, cuéntame – la verdad no encontré una razón plausible pero esperaba que se hubiera mudado de la casa que compartía con su amigo.
– La carta funciono, la que le dejamos a mi mamá, ella me marco en esa misma tarde – se le veía tan feliz - platique mucho con ella, claro no le conté sobre los chicos con los que he estado eso no se le cuenta a una madre. ¿Qué opinas si la visitamos mañana?, si no quieres no iré, solo voy si tú vas.
Estaba muy contento por ella, pero la verdad no quería conocer a su padre, además me sentiría muy incómodo con su mamá pues me estaba acostando con su hija, preferiría evitar ir al menos por el momento.
– La verdad, no quiero ir – dije sin entusiasmo alguno.
– Debes acompañarme, es la condición que pongo para ir a casa de mis papás – esa era su postura final.
Después de pensarlo un buen rato acepté, no podía dejar que se volviera alejar de sus seres queridos, además si lograba esto llevaría cumplido el primer objetivo. Ella siguió hablando de su madre mientras yo me perdía en mis pensamientos pensando en el problema de su padre ya me encargaría de él cuándo llegara el momento, su destino estaba sellado. Por lo pronto era devolverle la felicidad a Amanda.