El ambiente en el restaurante era tenso. Julie y Samantha seguían intentando calmar a Amanda, que apenas podía pensar con claridad. La desaparición del orbe no solo la preocupaba… la hacía sentir incompleta, como si algo dentro de ella hubiese desaparecido también.
—Tal vez solo se escondió —intentó decir Samantha con una sonrisa débil—. ¿Sabés cómo son estas cosas alienígenas...?
Amanda forzó una sonrisa, pero su pecho se sentía más pesado con cada segundo.
De repente, sin advertencia, el restaurante entero se estremeció con una onda de energía invisible. Las luces parpadearon. La temperatura bajó unos grados. Y antes de que alguna de las chicas pudiera reaccionar, una segunda luz cayó desde el cielo y atravesó el techo directo hacia Amanda.
Todo se volvió blanco.
Julie gritó. Samantha intentó alcanzarla. Pero Amanda ya no estaba. Su cuerpo cayó al suelo, inerte, sin vida aparente.
Dentro del orbe.
Flotando en un abismo de estrellas y nebulosas, Amanda se encontraba suspendida en un espacio donde no existía el tiempo. Su cuerpo no era físico, pero su conciencia era intensa, más viva que nunca.
Frente a ella apareció el orbe. No como un objeto, sino como una conciencia, una entidad ancestral con una voz grave, antigua… y completamente clara en su mente.
—Has sido elegida.
—¡¿Me mataste?! —gritó Amanda, su voz resonando con ira—. ¡¿En serio?! ¡Esto ya se fue al carajo!
—No estás muerta. No del todo. Tu cuerpo necesitaba desconectarse para que nuestras esencias se unieran por completo. Este es tu renacer.
—¿Renacer? ¿RENACER? ¡Me electrocutaste en un restaurante lleno de gente!
—Tu destino está por encima de la lógica humana. Eternium no elige al azar.
—¿Qué es lo que querés de mí? ¿Por qué yo?
El orbe se iluminó con una tenue luz morada. Imágenes comenzaron a proyectarse a su alrededor: Xadron enfrentando a criaturas cósmicas, Guardian X sacrificándose en una batalla desesperada, ambos portadores del orbe… ambos muertos.
—Te elegí porque sobreviviste a tu mundo. Porque aún sin poderes, seguiste adelante. No busco fuerza física. Busco voluntad. Y tú… la tienes.
Amanda bajó la mirada. No sabía si debía sentirse halagada o aterrada. Pero una cosa era cierta: ya no había vuelta atrás.
—¿Y ahora qué?
—Ahora, despertarás. Y comenzarás a comprender lo que significa ser la protectora del Eternium.
En el restaurante.
Julie lloraba mientras trataba de reanimar a Amanda, gritando su nombre una y otra vez. Samantha llamaba desesperada a una ambulancia.
Y de pronto… Amanda respiró con fuerza, como si hubiera salido de las profundidades del océano. Abrió los ojos de golpe.
—¿Amanda? —susurró Julie—. ¡Estás viva!
Amanda se incorporó lentamente, con la mirada perdida.
—Estoy bien... creo.
Mientras la abrazaban, Amanda no lo dijo en voz alta… pero lo sentía. Ya no era la misma.
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Editado: 17.08.2025