Amanda Y El Poder Del Orbe

17: EL AMANECER DE LOS CAZADORES

Las dos criaturas descendieron suavemente sobre la avenida principal. El ruido de sirenas y gritos se apagó cuando una voz profunda, metálica, se alzó sobre el caos.

—Somos Xadron… y Guardian X —dijo el primero, con una reverencia mecánica que resultaba más amenazante que respetuosa—. Hemos venido a ver al protector del Orbe Eternium.

El viento caliente que precede a la tragedia se arremolinaba entre los restos de coches abandonados.

En el campo de entrenamiento, Amanda, Julie y Samantha observaban las imágenes transmitidas en directo. Los rostros de las chicas estaban tensos, sus manos firmes sobre las armas.

—Tenemos que pensar en algo que no nos mate a nosotras —dijo Samantha, revisando la mira de su rifle—. Amanda, tú eres la única con poderes… pero no puedes estar en todos lados al mismo tiempo.

Amanda asintió, su mente procesando miles de variables a la vez. Sabía que su prioridad era contener a los intrusos… y evitar más muertes.

De regreso en la ciudad, Xadron desenvainó una espada de metal brillante. El filo, pulido como un espejo, atrapó la luz del sol del mediodía. Con un movimiento elegante y letal, comenzó a girarla. El reflejo se convirtió en un rayo incandescente que partía fachadas, cortaba postes y arrancaba asfalto como si fuera mantequilla.

Cada giro era una línea de destrucción que dejaba cicatrices ardientes sobre el concreto.

Mientras tanto, Guardian X se desplazaba como una sombra viva. Entraba edificio tras edificio, interrogando con una voz grave y hueca:

—¿Dónde está el Orbe Eternium?

Quien respondía con silencio… no vivía para verlo otra vez.

Su cacería lo llevó, inevitablemente, hasta una oficina donde la madre de Amanda trabajaba. Ella, pálida pero firme, lo miró a los ojos y dijo:

—No sé de qué hablas.

Guardian X no respondió. Solo levantó su mano, y un destello letal acabó con su vida en un segundo.

El corazón de Amanda ardió como si el orbe dentro de ella hubiera sentido el mismo dolor. Sin pensarlo, se lanzó a toda velocidad sobre la ciudad. Voló sobre columnas de humo y calles vacías hasta que, por fin, los vio.

Descendió frente a ellos, su capa blanca ondeando con fuerza, los ojos encendidos de ira.

—Soy Amanda… portadora del Orbe Eternium.

Xadron detuvo el giro de su espada y sonrió con una calma peligrosa.

—Finalmente… nos encontramos.

Guardian X, inmóvil, ladeó la cabeza como un depredador que evalúa a su presa.

El verdadero combate estaba a punto de comenzar.




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