Amando a mi segunda esposa

Capítulo: 1

Keylan:

Cuatro meses fueron suficientes para saber que Ares Kamner era el amor de mi vida. En estos cuatro meses he sido la mujer más afortunada del mundo. Mi ahora esposo es un magnate petrolero de treinta y cinco años, alto, fuerte, apuesto, gentil, caballeroso, detallista. Un hombre amoroso y consentidor que se ha ganado el cariño de mi familia y mi corazón. Jamás pensé querer pasar mi vida entera con alguien, casarme tan pronto y querer formar una familia. Pero cuando me propuso matrimonio en ese viaje a París, mi corazón se derritió. Mi vida se había convertido en el cuento de hadas que toda mujer quiere vivir.

Ares detuvo el auto frente a la casa de mis padres pues hoy regresábamos de nuestra luna de miel y tenía una importante noticia que darles.

—Voy a una reunión importante Key, habla con tus padres, te recogeré en un par de horas—pronunció, su voz era algo ronca y sexi. Sus ojos claros iluminaban su rostro que era adornado por una barba pequeña y bien arreglada. Mientras iba perfectamente vestido con un traje negro que enmarcaba su perfecta figura.

—Amor no sería mejor que antes de viajar a tu país me presentaras con tu familia por una videollamada o algo así—dije algo tímida.

—Cielo quiero darles una sorpresa. Ya les he hablado mucho de ti...

—Tengo miedo de no gustarles.

—Te amarán. ¿Quién puede conocerte y no amarte? —tomó mi mano y la besó con cariño.

—¿Será solo una semana verdad? Recuerda que trabajo y no quiero perderlo.

—No perderás tu trabajo, lo prometo. Solo será una semana. Key la salud de mi padre está cada vez peor y necesito verlo antes de que muera, de no ser así nunca te presionaría para que viajáramos tan rápido. En una semana regresaremos —aseguró y sonreí confiada. Él me besó pasionalmente y bajé del auto. Toqué el timbre y mis padres corrieron a abrazarme. Una que otra pregunta llevó a decirle que tenía algo importante que contarles y su vista se quedó fija en mí.

—Mamá, papá iré a conocer a la familia de Ares—pronuncié, ellos se cruzaron miradas de preocupación.

—Está bien pero vuelve pronto—dijo mi padre besando mi frente. Él era mucho más positivo que mamá que siempre andaba buscando el lado oscuro de las cosas y anteponiéndose a los hechos.

—Hija no quiero que vayas. El país de Ares es muy diferente al nuestro. Esa gente son fanáticos a su religión y tradiciones y no quiero esa vida para ti—opinó mi madre.

—Será solo una semana mamá, yo tampoco quiero pasar toda mi vida con el rostro cubierto escondiéndome de los hombres—sonreí.

—Es que hay tantas cosas extrañas en Ares... —agregó mi madre, a ella nunca le gustó la idea de que me casara con solo cuatro meses de noviazgo . Aunque quería a Ares varias veces me aconsejó de que por lo menos estuviéramos juntos un año antes de casarnos.

—¡Ya vas a empezar mujer! —la regañó mi padre—Ese hombre se desvive por tu hija como nadie lo hará. Es solo una semana qué puede pasar en una semana.

—Esa es una de las cosas que me preocupa, además, ¿por qué nadie de la familia de Ares vino a la boda de nuestra hija si son gente tan rica?

—Su padre está enfermo. Dijo que era por eso—traté de calmar la situación, la verdad confiaba ciegamente en mi esposo.

—Tiene aviones privados—se encogió de hombros mi madre—aunque su padre no viniera que hay del resto de la familia.Invéntale una excusa y no vayas—agregó.

—Ya quieres arruinar el matrimonio de tu hija sin que siquiera acabe la luna de miel—intervino mi padre.

—Ojalá alguien me hubiera aconsejado a mí—se quejó y ahí iban a empezar otra vez su eterna disputa.

—Mira quien llegó ya—por suerte mi hermano bajaba las escaleras acercándose y abrazándome. A ver si así cambiaban el tema de conversación.

—Keinier —sonreí abrazándolo.

—Enana caprichosa mira que casarte con un extranjero—se burló, casi siempre me llamaba así porque él era mucho más alto que yo—el día que ese hombre o cualquier otro te haga daño juro que lo destriparé—besó mi frente—pero estoy de acuerdo con mamá, mejor no vayas.

—Estaré bien, parece que todos aquí son unos paranoicos—agregué sonriendo. —Confío en Ares ¿qué de malo puede pasar? Si no me gusta su familia tomo un avión y me regreso al otro día.

*******************

—Amor—pronuncié dándome cuenta de que Ares apagó su laptop con rapidez cuando yo entraba a la habitación con dos vestidos para preguntarle con cuál de los dos él prefería que viajara.

—Cielo... —lo noté nervioso.

—¿Hablabas con alguien? —cuestioné.

—Con mi padre—respondió.

—¿Y por qué cerraste la laptop? —pregunté pues lo noté un poco nervioso.

—Hay algunos problemas en la empresa de mi padre y son muy confidenciales, en especial mi padre. Key ¿no estás desconfiando de mí verdad?

—No mi amor—me acerqué y lo besé. —solo quería saber cuál vestido te gusta más.

—Me gusta más el rojo, pero el negro será mejor para esta ocasión. —me miró a los ojos—Cualquier cosa que te pongas te quedaría perfecto—, empezó a besar mis muslos, yo sonreí mientras fue subiendo mi camisón y besándome—aunque la verdad—sonrió con picardía—prefiero verte sin nada....

Miré a mi esposo dormido plácidamente a mi lado mientras yo continuaba sin poder conciliar el sueño y así pasé horas y horas pensando como sería la familia de Ares, cómo me recibirías, cómo sería su país. De una cosa estaba confiada y es de que Ares me amaba tanto como yo a él y mientras estuviera a su lado él siempre me protegería.

*********************************

El avión privado en el que viajábamos aterrizó, tomada de la mano de mi esposo bajé de él y nos esperaba un auto negro, el chofer estaba parado fuera, vestido de traje negro, hizo un gesto de saludo juntando las manos y bajando la cabeza y Ares saludó de igual forma, abrió la puerta del auto y entré, a los pocos minutos estábamos en su casa. Sus padres corrieron a abrazarlo y también una chica, joven y bonita de unos veintises años más o menos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.