Amando A Un Famoso

Prólogo

El Lugar estaba lleno al punto que no entraba un alfiler, debido a la cantidad de gente que había allí presente. Aquel teatro era en verdad el más grande de la ciudad y en escasas situaciones se lo podía ver lleno completo.

Aquella era una de ellas. El artista que había logrado tal milagro era un joven de veinte años de edad y ya se había convertido en toda una estrella de la música pop.

Un gran músico, excelente bailarín con un magnífico carisma y dominio escénico además de ser perfecto físicamente, lograba atraer a mujeres y hombres de todas las edades.

Los acordes musicales iban tomando forma en el escenario, mientras él entonaba las diversas canciones con una magistral voz que hipnotizaba a todos los allí presentes junto a sus movimientos.

De blanca y pálida piel, negra cabellera y verde mirada atraía a todo el público femenino y masculino. Un espectáculo de luces y sombras, de colores y acordes musicales con la sensualidad del joven cuyas entradas estaban agotadas de forma anticipada, era un éxito seguro.

¡Shura! ¡Shura! ¡Shura!

El público gritaba el nombre del joven con intensa devoción suplicándole que regrese al escenario para seguir interpretando sus canciones, luego de dos horas y media de cantar y bailar sin parar.

Shura regresó al escenario como su público quería. Así interpretó dos temas más y finalizó el show entre vítores y gritos.

Fuera del teatro el álbum musical junto a las fotos, muñecos, llaveros, barbijos, remeras, lapiceras de Shura, el rey del pop, se vendían como agua. Todo era requerido por los fans que no se contentaban con haberlo disfrutado durante dos horas y medias, ya que se negaban a irse con las manos vacías.

En bambalinas Shura respiraba bocanadas de aire con desesperación, mientras sus ropas se pegaban a su cuerpo debido a la transpiración, el maquillaje sin embargo seguía impecable como así también su presencia.

Sus húmedos cabellos le daban un toque más sensual que despertaba el deseo en cualquiera que lo tenga en frente. Shura se dirigió directamente a su camarín sin mirar ni hablar a nadie, estaba en extremo estresado y lo único que anhelaba era dormir.

Su padre se ocuparía de todo lo demás, él ya había hecho su parte. Gastón, su progenitor, era su representante y manager, un gran artista también en el mundo de la actuación cuando tenía la edad de su hijo Shura.

El pelinegro entró al camarín y recién respiró aliviado, abrió la pequeña heladera y sacó una botella de agua fresca. La abrió y bebió con intenso placer y desesperación. Estaba sediento en verdad. Se quitó las ropas y se entró a la ducha donde se fue relajando bajo la tibia agua. Sujetándose de la pared respiraba entrecortado al principio.

En cada show acababa aniquilado. Luego de ducharse salió con mayor calma en su cuerpo. Se fue secando lentamente, mientras las imágenes del concierto seguían agolpándose en su mente.

Tenía que eliminarlas y lograr poner la mente en blanco total, si quería relajarse por completo y poder dormir. Se colocó un pantalón ajustado negro, una camisa marrón oscura, zapatillas negras con medias marrones. Se secó los cabellos y se peinó. Fue cuando la vio.

Una rosa amarilla con una cinta de terciopelo roja junto a una nota que decía:

Estuviste genial, maravillosamente sexy. Brillaste en el escenario como solo tú puedes hacerlo. Sabía que triunfarías ¿viste? Sólo tenías que confiar en ti mismo Shura.

El joven abrió la puerta y buscó con la mirada al remitente de esa nota con intensa desesperación entre la multitud de personas que iban y venían.

Su corazón latía como un tambor, se fue alejando del camarín en su desesperación por encontrarlo. De repente nada tenía importancia solo ese remitente, no pensó en nada más que en poder verlo.

Fue apartando a quienes se iban acercándose a su persona, pero nada. No podía encontrarlo y sin embargo sabía que estaba allí entre la multitud. ¿Estaría afuera mesclado entre la gente?

Cuando quiso seguir avanzando, su padre Gastón lo sujetó del brazo impidiéndoselo. Lo miraba entre molesto y preocupado por su imprudencia de querer salir afuera solo sin los custodios. Sería suicidio tras haber acabado el concierto hace media hora.

— ¿A dónde crees que vas solo Shura?
— Padre, suéltame

— No, vamos. Vuelve al camarín y prepara tus cosas que nos vamos, pero en la limousina.

— El está aquí padre — dijo Shura angustiado — Está aquí y necesito verlo.
— ¿Qué? — Gastón lo miró confundido.

— Me dejó una rosa con el listón y una nota. Necesito verlo. 
— Shura.

Gastón lo arrastró hacia el camarín sin oír sus protestas, no podía arriesgarse así ni mucho menos permitir que Shira lo haga.

— ¡Suéltame padre! ¡Por dios!
— ¡Te dije que no debías volver a verlo! — Gastón lo encerró en el camarín con furia — Tienes diez minutos para preparar tus cosas. Regresamos urgente a casa Shura — Cerró la puerta con llave y permaneció allí parado de brazos cruzados mirando a los demás.

Gastón estaba en extremo molesto. Shura se desesperó, y golpeó la puerta mientras lloraba y gritaba suplicándole a su padre para que le permita salir de allí.

Necesitaba buscarlo a él y hablarle. No soportaba ese distanciamiento. Golpeaba la puerta hasta que las fuerzas lo abandonaron. Lloró a más no poder.

Cuando se tranquilizó guardó sus pertenecías en su mochila procurando no olvidarse nada allí. Sabía que los demás se llevarían las ropas del show. Cuando estuvo listo la puerta se abrió y su padre le entregó la campera negra que Shura se puso, mientras lloraba en silencio.

— Olvídalo hijo — dijo Gastón 
—Nunca — Shura lo miró con furia quitándose las lágrimas del rostro  Ya deberías saberlo padre. Lo amo con cada fibra de mi ser.

Se colocó la mochila al hombro derecho y salió con su padre al exterior, la mayoría de los fans se habían ido pero no Alex, quien camuflado entre la multitud aguardó fuera con la capucha negra cubriéndole la rubia cabellera hasta que lo vio salir junto a su padre quien lo llevaba abrazado.




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