Amando A Un Famoso

Gastón

Cuando Gastón logró alejar legalmente a la mujer que tiempo atrás había compartido exquisitas horas en la cama disfrutando del mejor sexo salvaje con ella, de la vida de Shura fue demasiado tarde para el joven. Y su padre lo supo muy a su pesar.

Shura había sido encerrado por su madre en un psiquiatrico, debido a que hacía dos meses intentó suicidarse. El joven no soportaba más estar en el sótano encerrado debido a los caprichos de su obseciva madre.

Ahora Gastón hablaba con el director del psiquiátrico sobre la salud mental de su hijo, quien solo repetía lo mismo una y otra vez.

Lo siento Alex, ella me obligó. Te amo. Lo siento Alex, ella me obligó. Te amo Alex, te amo.

Sin dejar de llorar e intentar suicidarse. Debían mantenerlo atado tanto a la cama como a la silla los momentos que pasaba despierto. Pero para que duerma tenían que sedarlo con potentes sedantes.

En verdad estaba muy, pero muy mal. No reconocía a nadie. Su madre se negó a decirles quién era Alex, por lo tanto nada podían hacer al respecto.

— Si tan solo supieramos quién es el misterioso Alex, podríamos traerlo y Shura tendría una oportunidad — decía el director a Gastón quien no le gustaba nada la idea de que Shura ame a Alex de esa manera.

Sin embargo el pelirojo sabía que la salud mental de su hijo estaba primero. Él no sabía nada sobre su existencia, y ahora que estaba al tanto de la locura de esa mujer, él quería marcar la diferencia entre esa loca y él.  Así fue que se comprometió a llevar a Alex allí.

El director le aseguraba que era lo mejor, debido a que la desconección mental de Shura con la realidad se debía a esa separación que era evidente que el joven no quería tenerla.

Cuando salió del psiquiatrico, Gastón llamó a Shaoran nuevamente, para pedirle que se ocupe de la madre de su hijo por lo que le hizo a Shura.

— Tiene que existir un castigo legal para esa perra. Es imperdonable lo que le hizo a Shura maldita sea.
— Lo hay Gastón, me ocuparé de eso. Tú haz lo que sea necesario para que tu niño vuelva a la vida.
- Lo haré, gracias amigo.

Al colgar, Gastón respiró profundo. Sentía cómo su corazón latía como un tambor, mientras sus manos sudaban debido a los nervios que lo imvadían.

Pedirle ayuda a ese rubio era lo último que habría deseado y menos aceptar el amor entre él y Shura. Apretó los labios con furia al tiempo que se recostaba en el asiento. Tenía que calmarse o no podría hacer nada de nada.

Ayudaría a su hijo a salir de ésta, pero no aceptaría su relación con Alex. Ese hermoso rubio siempre fue su amor platónico. Suyo propio y de nadie más.

Pasados unos minutos fue al departamento de Alex. Cuando el rubio lo vio en su puerta quedó en una pieza. Nunca, ni en sus peores pesadillas, se hubo imaginado encontrar a ese pelirojo otra vez. Nunca.

—  Gastón — susurró el rubio como pudo.
— Alex tanto tiempo ¿puedo pasar?
— ¿Por qué? ¿Qué quieres de mí?

Al rubio no se le olvidaba los momentos en los que padeció en manos de ese pelirojo y su alocada obseción por su persona. Solo deseaba correr lo más rápido posible de él.

Gastón nunca entendió que no significaba no. Ese pelirojo siempre quiso tenerlo en su cama y una vez lo logró tras drogarlo para tomarlo sin su consentimiento. Alex nunca se acabó de recuperar tras aquella violación. Nunca.

Luego de eso, se alejó de todos y de todo. Ahora tenía a su violador allí mismo y en verdad sus nervios lo hacían temblar.

— Alex por favor - dijo Gastón con dolor en su voz — Es Shura...
— ¿Shura? ¿Qué le sucede?
— Te necesita




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