Al día siguiente la mamá de Bélida llevó un almuerzo a todos los del salón por haberla apoyado en el concurso.
—Hoy día chicos nadie va a comprar su almuerzo. La mamá de Bélida en forma de agradecimiento preparó comida para todos—dijo la profesora frente a todo el salón.
—Vamos a empezar a repartir—Mery feliz ayudaba a Bélida y a su mamá.
—A lavar sus manos chicos.
Todos se fueron a lavar sus manos. Llegaron al salón y todos los platos ya estaban en sus respectivos asientos. Empezaron a comer.
La mamá de Bélida ya se había ido porque estaba ocupada en el restaurante.
Cada uno estaba en su grupo de amigos. Hasta que, en el grupo de Kamíl.
—Está rico—Kamíl devoraba la comida.
—Espera, ¿¡Qué dijiste Kamíl!? repítelo de nuevo, por favor. Que la comida de tu suegra que—Fredy lo hizo con toda la intención de molestar.
Cabe decir que Fredy lo molestaba porque veía que el comportamiento de Kamíl era solo observar a Bélida, tal vez confundió las cosas o vio la verdad.
—Todos voltearon a mirarlo—. En primer lugar, no es mi suegra, porque jamás estaría con su hija. Además, la comida en mi casa lo preparan mejor. No pasa nada lo que preparó—dijo en voz alta, pero nervioso.
Muchos sonrieron burlonamente mirando a Bélida. Ella agachó la mirada y se fue corriendo al baño. Mery reaccionó rápido.
—Esto no te lo paso Kamíl—dijo muy enojada agarrándole del cuello de su camisa y después le dió una cachetada.
—No era mi intención—dijo Kamíl bajando la mirada dándose cuenta que hizo una tremenda estupidez.
—Si haces soltar una sola lagrima a mi mejor amiga, no te lo perdono—dijo Mery yéndose molestando detrás de Bélida.
—Es que yo...—se quedó en silencio al ver que el resto de sus compañeros lo miraban sorprendidos.
—Kamíl, ya tú sabes que debes una gran disculpa a Bélida y a su mamá. Vas a hacer firmar este documento a tus padres dónde van a autorizar imponerte un castigo—la profesora estaba decepcionada del comportamiento de Kamíl.
—Está bien—dijo Kamíl cabizbajo sobándose el cachete, ya que se estaba enrojesiendo.
Todo se sumió en un gran silencio. Continuaron comiendo, pero incómodos.
Bélida regresó del baño con Mery y ella estaba con los ojos rojos, no quería ver a nadie. Los demás intentaban no mirarla.
Llegó la hora de salida y todos ya habían salido. Bélida con Mery estaban pasando por el jardín, en ese entonces aparece Kamíl en frente de ellas.
—Hola Bélida, quería pedirte...—estaba desesperado y nervioso a la vez.
—Interrumpiendo—todavía tienes cara de venir a hablarla. En serio te pasas de hipócrita. No era que te den comida si es que no sabes apreciar—estaba enojadísima.
—Lo sé, me comporté como un idiota y...—intentó mirar a Bélida.
—Interrumpiendo—antes de que digas más. Quiero que sepas que conmigo podías bromearte, hasta burlarte. Pero, meterte con mi madre, eso fue un gran error. Yo odio que hablen mal de mis padres. Así que, esto no te lo voy a perdonar simplemente con unas palabras. Lárgate, que estorbas en mi delante—. Lo miró antipáticamente y lo apartó con su mano.
Kamíl sé quedó cabizbajo y caminó hacia el portón, ahí lo esperaba su chofer. El remordimiento le carcomía el cuerpo. Solo rondaba por su mente el momento en que ella tenía una mirada de decepción absoluta hacia él.
Al llegar a su casa se metió directo a su cuarto.
—¡Porque, porque, porque, porqueeee! Maldita sea, lo malogré todo—botó su mochila por un costado.
Se aventó hacia su cama boca abajo y estrujó la almohada. Escucha el tono de llamada de su celular.
—¡Quien demonios se atreve a llamarme!—se levantó molesto.
Miró el nombre del contacto.
—Ay, no puede ser—contestó—. Que quieres.
—Risa nerviosa—¿Está todo bien?
—Más desastroso no podría estar, gracias Fredy—serio.
—Oye, no es mi culpa. Tú no debiste responder de esa manera—
—Fredy, cállate. En serio hoy estropeaste todo entre nosotros dos. Ahora ni me va a mirar.
—¿What? Entre ustedes dos ¿Específicamente que se estropeó? Si es que tú no la molestas, ni te voltea a mirar. Espera, eso sonó como ¿Te estás ena...?
—Interrumpió—. No, no, no, no, lo estás malinterpretando. Yo decía a una relación de amigos. Además, no sé ni porque me molesto en explicarte. Hablar contigo es hablar con un payaso—
—¿¡Disculpa!?, porque te pones ofensivo he. Acaso iba a decir una verdad tuya ¡Te gusta, acéptalo!—
—¡No! No me gusta, fin—se puso nervioso.
—Se rió—. Dios mío, cómo te alteras.
—Suspiró—. Cállate ¿Para qué me llamaste? Estás que fastidias mi tarde también.
—Solo quería saber sobre esa chica y también como estabas, pero creo que fue un error.
—¿Quieres que te ayude después de lo que sucedió? Te falta sentido común, adiós—colgó.
Después de cambiarse revisó su mochila y se dio cuenta que tenía que hacer firmar a su mamá el documento. Si es que leía ese documento su mamá lo iba a castigar peor, no con golpe pero si de otra manera. Bajó hacia el despacho de su mamá.
—Exhaló—. Tu puedes, solo distráela—abrió la puerta—. Hola mamá.
—Kamil, hijo. Pasa ¿Quieres hablar?—puso a un costado el libro que estaba leyendo.
—Sí, pero también quiero que firmes este documento.
Lo recibió y estaba a punto de revisarlo.
—Quiero contarte cómo me fue hoy.
—Adelante.
—Pero mírame. Ncesito sentir que me escuchas.
—Bueno, primero cuéntame de qué trata el documento, para poder firmarlo.
—Es una autorización para que los alumnos puedan ir a cualquier paseo organizado por el colegio—sonrió.
—Okey—lo firmó y se lo entregó.
Kamíl tuvo que inventarse cualquier cosa.
—Y así fue mi día. La estoy pasando genial.
—Que bueno que te hayas adecuado a ellos. Nada me hace más feliz saber que estés bien y que nos encontremos en este lugar tan tranquilo. En serio, gracias por decidir acompañarme en este proceso.