El veinte de Junio es un día muy especial para la familia Fiyerdom y también para Mery. Era las seis de la mañana cuando Don Adrián encendió su parlante a todo volumen la canción "las mañanitas".
—Abrió la puerta del cuarto de Bélida—estas son las mañanitas que cantaba el rey David. A las muchachas bonitas se las cantamos, así. Despierta, Bélida despierta, mira qué ya amaneció...
Miró a su papá trayéndole un ramo de Orquídeas. A su mamá trayendo el pastel. A su hermano trayendo el regalo y a Mery con su regalo.
Estaba acostumbrada a sus detalles, pero es que era imposible no emocionarse. Las dulces sonrisas de cada uno te abrazaba el alma.
—Tapó su boca con sus manos—que lindo, siempre se lucen con sus detalles—dijo abrazando a su papá mientras sollozaba.
—Feliz cumpleaños princesa y que cumplas muchos más, mi vida—le entregó el ramo de orquídeas y le besó la frente.
La miraba con tal dulzura. Era la copia de su madre y la amaba demasiado.
—Ay mi canelita, ya estás grande cariño. Te preparé tu torta de tres leches que tanto te gusta—doña Linda abrazó a su pequeña.
—Feliz cumpleaños pelona, que cumplas muchos años más hermanita—dijo abrazándole—pero no tengas novio—bromeó.
Todos sonrieron.
—Feliz cumpleaños mi cerebrito —dijo apapachándola—hoy lo vamos a pasar increíble. Toma, abre primero mi regalo.
—Gracias ojitos—lo recibió y emocionada lo abrió—wow, son pulseras hechas por ti...¡nena están hermosas!—la abrazó nuevamente.
—Hay que compartirlas, yo la B y tú la M—la miró sonriendo
—Me parece perfecto—agarró la mano de Mery y lo puso.
Mery hizo lo mismo.
—Princesa, quiero que veas el regalo de nuestra parte—su papá puso el regalo encima de su cama.
—Jaló el regalo a su lado—Dios mío, sí que pesa ¿qué me han regalado? acaso son pesas para hacer ejercicios—bromeó mientras abría el regalo.
—Es esa cosa con la que nos tenías hartos de tanto mencionarlo—dijo Heder bromeando.
—No creo que los boletos de un viaje familiar a Disneylandia pese tanto—abrió más rápido su regalo—No puede ser ¡es un saxofón! Siempre quise aprender a ejecutarlo—saltó en su cama de emoción
—¡Wow, es lo que tanto querías!—Mery compartió su emoción.
—Los amo, mucho, mucho, mucho. Con todo mi ser—dijo Bélida emocionada abrazándolos de nuevo.
—Hija, debes ya soplar tu vela y pedir un deseo—su mamá llevó el pastel a su delante.
—Okey—miró a todos alrededor y sopló la vela.
Su deseo era ser tan feliz por el resto de su vida con las personas que más ama. Y también dinero para poder recompensarlos.
Todos aplaudieron y sonrieron. Bajaron a comer. Después Mery con Bélida subieron al cuarto para que se alisten para irse a la escuela. Mery ya había venido preparada.
Mientras tanto por otra parte Kamíl estaba llegando a la escuela cuando escucha que sus compañeros están en grupitos conversando sobre algo interesante.
—Oye, ¿qué trajiste tú esta vez?—preguntó Fredy.
—Pues, le traje un conjunto de carmines ¿y tú?—dijo Mario.
—Yo, un peluche—respondió Fredy.
—Acercándose—de que tanto hablan, todavía no es navidad para que anden regalando cosas—puso su mochila en su asiento.
—¿Acaso no lo sabes? yo pensé que serías el más emocionado por esto—Mario lo miró sorprendido.
—De que hablan, porque tendría que emocionarme—no tenía ni idea de nada.
—En serio Kamíl, es el cumpleaño de Bélida. Pensé que sabías todo de ella—dijo Fredy molestándole.
—No puede ser. Era que me avisen antes, mierda, no traje nada—se molestó porque no le habían avisado.
—No es nuestra culpa, debiste saberlo. Todo el mundo lo sabe, es el día que comemos rico y gratis—dijo Mario.
—Ahora que hago—los miró preocupado.
—Pues compra un regalo ricachón, acaso piensas quedar mal de verdad—Fredy le agarró del hombro.
—Ya no puedo salir del colegio. A la hora de recreo tengo que salir a comprar algo—decidió regalarle algo a Bélida.
Después de unos minutos llegó Bélida con Mery. Sus amigas fueron a felicitarla. Todos los demás compañeros también la felicitaron, incluso Kamíl.
—Que pase el que más quiere abrazarla—dijo Fredy apartándose para que entre Kamíl.
—Uuuuuu Kamíl—dijeron el resto de sus compañeros molestándoles.
—Se le revolvía el estómago de puro nervios—Feliz cumpleaños Bélida, te deseo lo mejor—la abrazó.
—Completa la frase Kamíl...y lo mejor soy yo—Mario era otro molestoso.
Todos sus compañeros se rieron y Kamíl estaba avergonzado. Se fué rápidamente a sentarse. Mientras Bélida sonreía nerviosa.
En la hora de recreo Kamíl pide permiso y sale con la excusa de que iba a comprar una pastilla para el dolor de estómago. Ya estando afuera.
—Y ahora que hago, no sé qué comprar...—se rascó la cabeza mirando a todas partes.
—Disculpe—dijo una anciana tocándole el hombro con un dedo.
—Volteándose—¿Sí?—la miró.
—Estoy vendiendo orquídeas silvestres, están baratas. Por favor, me podría comprar una—la anciana le habló amablemente.
—Me da el ramo completo, abuelita—tocó su corazón noble.
—Muchas gracias hijo. Vas a ver que a la persona que le regales este ramo. Te amará con todo su corazón—dijo entregándole todo el ramo.
—Usted cree que así sea—la miró ilusionado.
—Claro que sí hijito, ya verás—dijo yéndose la abuelita mientras sonreía de alegría al poder vender tan rápido su ramo de flores.
Kamíl se quedó con la emoción de que Bélida lo amará.
—Oye muchacho—se acercó—no quieres entradas al circo. La función será mañana en la noche. Te divertirás un montón—
—Me parece bien, dame tres—dijo sonriendo.
—Muy buena elección muchacho. Esta es tu entrada a hacer amigos. Si hay una chica, la mejor manera de enamorarla es hacerla reír—le guiñó un ojo mientras le daba las tres entradas.