Amar Como Las Estaciones

CAPÍTULO XX: MOMENTOS MÁGICOS II

Al poco rato Patrick se dio cuenta que Mery se estaba aburriendo.

—Creo que, si nos pasamos buscándolos, nosotros no nos vamos a divertir—dijo Patrick mirándola.

—Sin voltear a verlo—creo que quieres ver a Bélida, mejor sigamos caminando—

—Agarrando sus hombros y volteándola—creo que merecemos divertirnos como ellos lo hacen. Además,  esta es la primera vez que vienes a una feria y creo que te lo estoy arruinando. Vamos, no hay que perder el tiempo—dijo mirándola fijamente.

—Pero tu querías pasar tiempo con ella, yo soy la que está estorbando en todo esto—Mery agachó la mirada.

—Tal vez esta fue la oportunidad de Kamíl y no la mía, pero lo bueno es que no estoy solo, estoy contigo, y eso es más que suficiente. Vamos a divertirnos a lo máximo, okey—dijo intentando dibujar una sonrisa en el rostro de Mery.

—Está bien, vamos a divertirnos, de acá no se sabe hasta cuándo habrá otra feria—sonreía mientras compartían miradas.

—Mucho mejor ahora que sonríes, ah y estuve tan ocupado viendo a otros que no me di tiempo de alagarte. Te ves hermosa Mery, más que los demás días, toda una princesa—dijo Patrick mirándola.

—Sonrojada—gracias—

—Te sonrojaste, te ves muy tierna—dijo sonriendo. Tocándole los cachetes con sus dos manos.

—Mejor empezamos a divertirnos—agachó la cabeza y adelantó el paso.

Ella se decía así misma que no debió dejar notar sus emociones.

—Mery, espera, hay que comprar algo. Hay manzanas acarameladas, hay que ir por esas—dijo señalando el puesto.

Mery simplemente sonrió y lo siguió. Mientras caminaban pensó "Aprovecha que hoy tienes la atención de él, mañana tal vez vuelva a mencionar a tu mejor amiga".

En otra parte, Kamíl con Bélida estaban en un juego de puntería.

—Que peluche quieres, yo soy buenísimo en esto—dijo Kamíl pensando que iba a ser fácil el juego.

—Quiero ese oso panda, está bonito. De verdad lo quiero—dijo mirando el peluche mientras brillaba sus ojos.

—Está bien, pago por una oportunidad, ¿Cuántas debo atinar en el centro para ganar ese peluche? —dijo Kamíl pagando al dueño del juego.

—Para ganar el oso panda tienes que atinar en el centro las siete flechas que te voy a dar—dijo el señor entregándole las siete flechas junto con el arco.

Kamíl se concentró bastante. La primera le atinó, la segunda le fue fatal, por poco ni a la tabla llega.

—¡Fuck!, debi fallar aunque sea en el penúltimo—estaba decepcionado.

Volteó a mirarla y se avergonzó, porque ella estaba riéndose. 

—Descuida, es mi turno—Bélida pagaba para que ella participara.

—Si quiere ganar el oso panda, el mismo proceso—dijo el señor.

Estaba ya en el último y falla.

—Me lleva a la … bueno, pagaré por otra—dijo entercándose con el peluche.

—No te lo tomes muy a pecho—notó que Bélida ya se estaba enojando.

Falló en la segunda.

—Estoy segura que con esta lo logro—pagaba por tercera vez.

Falló en la penúltima.

—Respirando profundamente—esta es la última—dijo pagando por cuarta vez.

Estaba todo correcto y ya iba por el último. Estaba concentrándose profundamente y llegan dos chicos.

—No puede ser, mira a esa chica, está bonita, no crees—dijo uno de ellos llamando la atención del otro.

—Está más que bonita, es perfecta. Bendecida por Afrodita—dijo el otro.

Todo eso escuchaba Bélida y se puso nerviosa, terminó desviando la flecha del centro.

—Bien, lo logramos—dijeron ambos, ya que esa era su intención.

Bélida agachó la mirada, bajó las manos y apretó los puños, estaba enojadísima.

Ya iba a voltear y Kamíl se da cuenta. Lo abraza por el hombro y lo lleva frente al puesto del señor.

—Cuanto por el peluche—dijo mirando fijamente al señor.

—Cien dólares—dijo el señor aprovechando la oportunidad.

—¡Qué!, eso es mucho, mejor déjalo así Kamíl—dijo Bélida queriendo retirarse.

—Tome—dijo sacando el dinero de su billetera.

Le entregó el peluche y él la llevó hacia ella.

—Tómalo, antes de que me arrepienta, ricitos—dijo cerca de ella mirándola mientras sonreía.

Era la primera vez que la llamaba por el apodo que tantas noches se había pasado pensando.

Bélida tomó el peluche y estaba muy feliz, se le notaba en su sonrisa de oreja a oreja que tenía. 

—Sé que querías ese peluche con todas tus fuerzas, disfrútalo—dijo acariciándole el cabello hasta bajar a su mentón.

Luego se retiró, adelantándose. No esperaba ningún gesto amoroso de ella, porque no era una persona que lo hacía, o por lo menos no hacia él.

Ella se acercó por detrás. Dejó el peluche a su costado y lo abrazó por la cintura.

—Muchas gracias por el regalo Kamíl. Hiciste de esta feria uno de mis mejores días, y ahora que lo pienso, eres más lindo de lo que recuerdo—dijo sonriendo, después se retiró y abrazó su peluche con sus dos manos.

Kamíl caminaba, pero por las nubes. Jamás había escuchado una sola palabra bonita de Bélida hacia él. Su corazón latía muy rápidamente, sus emociones estallaron con tan simple acto y su piel no paraba de recordarle el cálido abrazo de ella. Bélida estaba tranquila, ella cuando estaba feliz actuaba guiada por las emociones y no por la mente, por eso había hecho eso.

—Mira Kamíl, hay más juegos, hay que subir—dijo Bélida feliz volteando a mirarle, ya que caminaba lento.

Por otra parte, Patrick y Mery estaban en una casa de juegos mecánicos. Mery quería jugar una carrera de autos.

—Mira—dijo agarrándole del brazo—Justin siempre juega eso y yo no, está vez quiero hacerlo—dijo sonriendo.

—¿Quién es Justin?—preguntó confundido.

—Es mi hermanito, perdón, pensé que te había hablado de él—dijo mirándole.

—Está bien, juega, yo pago—dijo poniendo dinero en la máquina.

—No quiero ser molestia, pero ya pagaste—dijo mientras veía la entrada por dónde había puesto el dinero.




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