Amar Como Las Estaciones

CAPITULO XXII: LOS CLUBES II

Kamíl agarró el valor de querer besarla a pesar que parecía que el corazón se le salía por la boca. Su piel estaba como de gallina y sus labios temblaban.

—Creo que deberíamos practicarlo—dijo agarrándola del mentón y girándola hacia él, acercándose a sus labios e inclinándose aún más hacia ella.

Los segundos más eternos. Sentir su respiración tan cerca. Los deseaba pero no quería que se diera así.

—Apartándose—lo siento, pero yo no beso a cualquier persona sin tener una relación. Dime anticuada, pero soy así—dijo parándose del columpio mientras respiraba un poco pausado.

—Agarrándola de la mano—me estás diciendo indirectamente que me declare hacia ti. Quieres que oficialmente seamos enamorados—dijo Kamíl sonriendo.

—Mirándole fijamente con sus ojos dilatados—no sé cómo lo entendiste, pero esa no fue mi intención—dijo soltando su mano y yéndose.

—¡Está bien!, entendí tu referencia, no hace falta que lo ocultes, ¡tus ojos no mienten!—dijo Kamíl en voz alta mientras Bélida se iba.

—Dios mío, nunca me había pasado esto, malditas pupilas porque me traicionan—dijo Bélida caminando a paso rápido.

No paraba de recordar lo que había ocurrido segundos atrás.

Kamíl se quedó feliz meciéndose en el columpio, recordaba lo cerca que estuvo de los labios de ella. Un deseo no tan lejos de cumplir. Mejor fue pensando en el momento perfecto para declararse.

Mientras en otra parte Mery con Patrick eran pareja de trabajo del proyecto que iba a ir al concurso. Estaban haciendo los planos para la maqueta.

—Patrick, no pensé que tenías ideas tan buenas, esto es bastante innovador—dijo Mery alagándole.

—Y es que es una idea que no le considero de las mejores, si vieras las mejores—dijo sonriendo.

—Tu padre es empresario de bienes raíces, ¿no?—dijo Mery emocionada.

—Sí, es por eso por lo que tomé una pasión por las casas y la arquitectura—dijo Patrick.

—Me pareces una persona increíble—dijo Mery nerviosa pensando que Patrick se iba a dar cuenta de sus intenciones.

—Tú también eres increíble dibujando y diseñando—dijo Patrick acercándose a su lado.

—Sabes, mi verdadera pasión es diseñar ropa, no es dibujar ni pintar cuadros—dijo Mery alegre porque estaba manteniendo una conversación al fin sin tocar el tema de Bélida.

—Que bien...tú que eres mejor amiga de Bélida, sabes cuáles son sus gustos en todo, ¿cierto?—dijo Patrick sonriendo, cambiando drásticamente de tema.

—Incomoda y triste—sí, que quieres saber acerca de ella—dijo fingiendo ser feliz.

—Todo lo que sepas, quiero darle un regalo especial—dijo emocionado.

—Bueno, su color favorito es el blanco y los colores alegres en cuestión de ropa. Su flor favorita es la orquídea, su frase favorita es "sueña como si fueses a vivir para siempre. Vive como si fueses a morir hoy". Su postre favorito es la torta tres leches. Su libro favorito es Anee de las tejas verdes—dijo Mery fingiendo una sonrisa.

—Gracias, en serio, eres la mejor—dijo abrazándole.

—No tienes nada que agradecer. Ojalá también tuviese a una persona que pregunte por mis gustos, así como tú—dijo mirándole, se dio cuenta que dijo demás.

—Estoy seguro de que lo encontrarás, pero ya es tarde. Así que, diré a mi chofer que te deje en tu casa—dijo Patrick sonriendo. No se dio cuenta en lo absoluto.

—Está bien, mañana seguimos con el proyecto y así hasta acabarlo—dijo mirándole, fingiendo una sonrisa.

—Exactamente, mejor alístate para el viaje, estoy seguro de que ganaremos—dijo Patrick sonriendo.

—Sí, ya estoy alistando mis maletas—dijo mirándole.

Patrick llamó a su chofer y acompañó a Mery hasta el momento que subió al auto.

Así pasaron semanas ensayando y mejorando sus productos para el concurso. Cómo siempre estaban juntos, Mery cada vez se ilusionaba más y no era muy disimulada.

Un miércoles después de ir a su casa. Mery fue a casa de Patrick de imprevisto porque necesitaba llevarle unas cuantas piezas para las maquetas.

Ya al llegar en el taxi, la sirvienta le abrió la puerta y le dijo que estaba en su cuarto de ensayo que estaba al fondo del pasillo. Ella al acercarse al cuarto empieza a escuchar una canción de bachata y al llegar a la puerta que estaba abierta, se da cuenta que Patrick estaba bailando ahí dentro. Bailaba cuando quería desestresarse.

—Patrick terminó de bailar y ella aplaudió—wow, bailas bien, pero te falta como para igualarme—dijo mirándole mientras estaba apoyada en la puerta.

Su padre era fotógrafo y profesor de baile.

—No pensé que tenía una admiradora secreta. Si dices que no sé, ¿me puedes enseñar?—dijo Patrick acercándose.

—Bien—acércandose—me permite esta pieza, joven—dijo dándole su mano.

—Por supuesto, maestra—dijo agarrándola con un brazo su cintura para así acercarla hacia él.

La sincronización era como si lo hubiesen practicado antes. La música endulzaba sus oídos y sus movimientos sus corazones. Sus pieles se rosaban creando una ola de sentimientos para ambos, era una mezcla entre lo dulce y lo apasionante. Mery era muy frágil y maleable a los brazos de Patrick el quien era muy suave y cuidadoso con ella. El movimiento de sus cuerpos tal vez decía más que sus labios. Ya para finalizar el baile, él la dio una vuelta y terminó abrazándola por la espalda. Mery podía sentir la respiración agitada de Patrick y él podía sentir los nervios en el cuerpo de Mery.

—Se despegó—vaya, eres más bueno de lo que pareces—dijo Mery sonriendo nerviosa.

—Gracias, me alagas—dijo Patrick sonriendo.

—Solo vine a dejarte estas piezas—dijo sacando las piezas de su mochila que había dejado a un costado.

—Ahora sí lo terminamos—dijo mirándola.

—Sí que hace calor—dijo tomando su carmín para hacerse una cola. Patrick la miraba—me voy, nos vemos mañana—dijo Mery nerviosa retirándose.




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