Amar Como Las Estaciones

CAPÍTULO XXV: CHICO AMABLE

Era el último día de mejorar el trabajo y a Mery le había venido su menstruación, pero tenía que asistir a casa de Patrick donde se encontraba la maqueta.

—Dios mío esto me va a matar—dijo Mery poniendo la mano en su abdomen mientras estaba sentada en el auto.

—¿Se encuentra bien señorita? o vamos a la farmacia—dijo el chofer preocupándose.

—Descuide, solo es un malestar pequeño—dijo Mery sin querer incomodar.

—Okey, ya llegamos—dijo estacionándose enfrente de la entrada.

Mery bajó y la sirvienta de Patrick abrió la puerta. Patrick lo esperaba en la sala, estaba avanzando un poco.

—Hola, ya llegué—dijo Mery sonriendo.

—Hola Mery, mira, estuve haciendo estos arreglos—dijo indicándole con su mano para que se acerque.

—Me parece bien—dijo Mery mirando.

—Bien, sigue mejorando el portafolio. Lo estás haciendo bien. Eres más rigurosa que yo—dijo sonriendo.

—Se le borró la sonrisa—está bien—dijo caminando de mala gana a la laptop de Patrick.

—¿Estás enojada? Pensé que eso ya era un acuerdo entre los dos—dijo Patrick mirándola.

—No—dijo moviendo la cabeza y volviendo la mirada a la laptop.

Así siguieron mejorando el trabajo. Ella a cada rato iba al baño y se sobaba el abdomen. Estaba con una cara de mala gana y Patrick decide bromearla.

—¿Acaso se te aflojó el estómago?—dijo sonriendo Patrick acercándose a ella.

—Ja ja ja, no estoy para bromas
—dijo mirándole seriamente.

—Vale, ¿que te pasa?, ¿por qué estas así?, puedo traerte pastillas para el dolor de estómago—dijo Patrick poniéndose más serio.

—No es dolor de estómago—dijo poniendo nuevamente su mano en su abdomen y agachando la cabeza.

Patrick miró su frente y vió que tenía un grano, tenía malestares y estaba enojada. Ahí es donde se dio cuenta que estaba con su menstruación.

Se alejó sin decir nada. Se dirigió a su cocina, puso a hervir agua. Subió al cuarto de su mamá que estába en el segundo piso. Sacó una toalla higiénica, una pastilla para el dolor y una bolsita de té.

Bajó después de unos minutos. Llevó una taza de agua tibia y un vaso con agua a su delante.

—¿Para qué es eso?—preguntó Mery viendo la taza y el vaso con agua.

—Sacó el resto de las cosas de su bolsillo—Ponte esta toalla para que te sientas más cómoda. Toma esta pastilla que es para el dolor y este té es un calmante, y no me mires así—dijo mirándola.

—Avergonzada—como lo supiste, me da mucha pena molestarte de este modo—dijo Mery mirando las cosas.

—Mi mamá es ginecóloga, creeme que sé de esos temas más que nadie. De todas formas, quiero que estés cómoda y sonriendo—dijo mirándola mientras sonreía.

—Gracias—dijo agarrando la toalla y yéndose mientras estaba nerviosa.

Ya después de cambiarse se pusieron a hacer su trabajo en un ambiente más bonito.

—Patrick, ¿tú eres así de amable con todos?—dijo mirándole mientras seguía escribiendo en la laptop.

—No con todos, pero con la mayoría soy amable ¿Por qué?—dijo volteando a mirarla.

—Es que me imagino que debiste ser bien atento con tu enamorada—dijo Mery nerviosa.

—Obviamente, acaso quieres comprobarlo—dijo sonriendo, después pensó—porque demonios dije eso.

—No... yo

—Algún día tal vez Bélida lo sepa, pero si no quiere, no será—dijo fingiendo una sonrisa, viendo su maqueta.

Él se estaba sintiendo excluido por Bélida.

—¿Tal vez puedas tomar en cuenta a otra persona?—dijo en voz baja mirando la laptop.

—Dijiste algo—dijo Patrick mirándola.

—No es nada

—Yo también quiero preguntarte algo ¿Por qué siempre me sigues con la mirada, acaso me admiras?—preguntó.

—Se le paralizó el corazón—Claro...eres bastante bueno diseñando—dijo en voz baja sin mirarle.

—Que bueno, ni mi ex me había admirado tanto, gracias—dijo sonriendo, volviendo a trabajar en la maqueta. Pensó—admiración Patrick, no es otra cosa—seguía autoconvenciéndose.

—Pensó—ex, me imaginé que tenía ex...¡Joder! Como es posible que ya se dio cuenta que lo miro. Debes ser más disimulada Mery—se dijo así misma mientras escribía en la laptop.

Pasaron horas y habían acabado. Para festejarlo tuvieron una cena en su casa.

—Esto estuvo agotador, hay que comer algo, yo invito—dijo Patrick sonriendo.

—Pero tengo que irme a casa, ya son las diez de la noche—dijo mirándole.

—No te preocupes, avisa a tu mamá que llegarás más tarde, te acompaño hasta tu casa—dijo insistiendo.

—Okey—

—Vale, quieres algo dulce, algo ligero o salado—dijo mirándola. Pensó que sus sirvientas estaban despiertas.

—Mmm algo salado—

Se dirigieron hacia la cocina y no había nadie.

—He, creo que no están. Y si mejor comemos algo ligero, como un sándwich, ensalada de fruta y un helado de postre—dijl Patrick mirando con pena.

Había ofrecido algo que no podía cumplir.

—Okey—dijo sonriendo.

Agarró todos sus ingredientes. Mery se acercó a ayudar.

—¿Estás segura de que quieres ayudar? Porque no es tu obligación, eres mi invitada—dijo mirándola.

—No te preocupes, quiero ayudarte

—Está bien—dijo sonriendo.

Ambos se pusieron a hacer su cena. Pasando unos minutos logran acabarlo. Sirven en la mesa y se sientan frente a frente.

—Bueno, empezemos a comer—dijo mirándola.

Dio un bocado al sandwich y sintió que comió el cielo.

—Mmmm está delicioso—dijo emocionada. Da otro bocado—es que tienes manos mágicas—dijo sonriendo.

—Sonrojado—gracias—nadie había disfrutado tanto de su comida favorita.

Mery se da cuenta de lo que había hecho y agacha la mirada.

—No tengas vergüenza de mostrar tus emociones. Me gustan las personas sinceras—dijo sonriendo.

Siguieron comiendo sin mirarse. Patrick tenía una duda.

—Mery..

—Sí—levantó la mirada.




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