Amar Como Las Estaciones

CAPÍTULO XXVI: LA CENA

El quince de septiembre se enteraron que Mery y Patrick habían ganado con su proyecto de maquetas. Se iban a ir de viaje a otro lugar. El veinte y cuatro partían.

A la hora de salida Bélida se fué muy contenta a felicitarlos. Estaban en el comedor.

—Ojitos estoy muy feliz por ti—dijo acercándose emocionada.

—Amiga, perdón por no visitarte estos días—dijo Mery abrazándola.

—No te preocupes. Yo fuí la que se alejó demasiado, debí darme tiempo para estar contigo—dijo Bélida mirándola y agarrando sus dos manos.

—Pasan estos concursos y volvemos a ser las mismas, de acuerdo—dijo Mery sonriendo.

—Obvio, nena estoy tan orgullosa de ti. Ahora te vas de paseo. Hacemos videollamada he—dijo abrazándola nuevamente.

—Para mí no hay felicitaciones—dijo Patrick mirándolas.

—Obviamente que para ti también hay felicitaciones. Yo te dije que confiaras en tu pasión, eres el mejor—dijo acercándose y abrazándole.

—En serio te agradezco por haber confiado en mí y ser la primera en decir que voy a ganar—le dio un beso en la mejilla después de agradecerle.

—No hacía falta eso, lo dije porque vi tu potencial—dijo Bélida un poco incomoda viendo al resto de alumnos del comedor.

—Felicidades primito—dijo Kamíl dándole un abrazo, fingiendo no estar celoso por lo del beso.

Él se había dado cuenta de la mirada de Mery cuando Patrick le dio el beso.

—No me mires con esa cara. Solo fué un beso en la mejilla—dijo Patrick sonriendo.

—Se dirigió a Mery—felicidades Mery, sé que fue por tu gran talento que ganaron—dijo dándole un beso en la mejilla y abrazándola.

—Gracias—dijo Mery incomoda mirando a Bélida que fingía sonreír.

Ella conocía tan bien a su amiga que sabía que estaba celosa.

—Bueno, nos retiramos. Necesitamos averiguar unas cuantas cosas—tomó el brazo de Bélida.

—Queremos festejar este logro yendo a comer en un restaurante. Queremos que nos acompañen—dijo Patrick.

—Que tal en tu restaurante Bélida—dijo Mery.

—Está bien, en mi restaurante será—dijo Bélida desprendiéndose del brazo de Kamíl.

—Bien, entonces nos vemos a las ocho de la noche—dijo Patrick sonriendo.

—Okey—dijeron ambos.

Bélida, Kamíl, Karen y Will se fueron a la biblioteca porque necesitaban averiguar más teoría sobre el teatro. Al llegar se sentaron y se pusieron a leer.

Pasando una hora los demás tomaron un descanso. Bélida no, era demasiado estricta cuando algo se proponía. Su cabello rizado se caía a su rostro a cada rato. Kamíl se había dado cuenta de eso días atrás.

—Bélida toma un descanso—dijo Karen.

—Descuida, estoy averiguando algo interesante—dijo sin quitar la vista del libro.

—Chicos, traje agua, hidratense—dijo Will poniendo una botella en su delante de cada uno.

Todos tomaron, ella no quería soltar su libro. Kamíl abrió su botella y lo puso a su costado.

—Ni se percató de quién lo hizo—Gracias—dijo sonriendo.

Se le cayó de nuevo el cabello. Suspiró enojada, estaba a punto de levantar su cabello. Sintió una mano que le ponía un ganchito en el cabello y lo recogía detrás de su oreja. Agarró su botella de agua.

—Sonriendo—Gracias Karen, eres un amor—tomó un sorbo y después volteó.

En su mente estubo Karen, ya que ella lo había hablado minutos antes.

Vió que no era Karen. Se ahogó con el agua. Kamíl se preocupó y quiso darle palmadas en la espalda. Ella se alejó un poco, para terminar de toser.

—Bélida ¿Estás bien?—dijo Karen.

—Sí...creo que ya averiguamos bastante ¿No?—dijo sin mirar a Kamíl.

—Estás rojísima—dijo Will mirándola.

Se avergonzó más, cogió su libro y se tapó la cara.

—Yo ya me voy—dijo retirándose sin mirar por dónde.

Se chocó en un estante.

—¡Auch!...

—Bélida—dijo Kamíl preocupado.

—Adiós—dijo dirigiéndose por el pasillo, sin mirar atrás.

—Nunca la había visto así, no sabe ponerse nerviosa con nadie—dijo Will mirando mientras se iba.

—Es que, yo pensé que...no quise que sucediera de esa forma—dijo Kamíl apenado.

—Descuida, es algo que jamás va a olvidar, definitivamente—dijo Karen mirándole.

—Tu acción la puso muy nerviosa, eso quiere decir que le gustas—dijo Will molestándole.

Kamíl lo miró, sonrió y apretó un poco los labios. Mientras tanto por otro lado Bélida.

—Como puedo ser tan torpe, ¡Dios mío! Pasé la vergüenza de mi vida. ¿Por qué demonios hizo eso? Ahora por toda la vida me van a recordar por haberme ahogado después de...—flashbacks—¡Mierda! No lo recuerdes, no lo recuerdes—dijo apretando sus puños.

Su mirada estaba perdida. Caminaba a paso rápido y su corazón latía a mil por segundo.

Ya a un cuarto para las ocho Mery llegó a la casa de Bélida en el auto de su mamá. Su mamá la dejó y se retiró rápidamente.

—Abriendo la puerta—¡Oh my god!, ¡demonios! ese vestido te queda de lo mejor. Una diosa ante mis ojos. Como no te han secuestrado—dijo Bélida alagándola y dándola una vuelta.

—Se avergonzó—Gracias, pero no exageres mucho—la miró detalladamente— ¿Por qué estás con un abrigo? ¿No sabes que ponerte?

Se puso nerviosa y lo jaló de la mano para llevarlo hasta su cuarto.

—Suspiró—me puse un vestido—

—Excelente, quiero verlo. Quítate el abrigo—se acercó.

La miró nerviosa y se sacó el abrigo.

—¿Qué tal? ¿Me queda bien? O me pongo otra cosa—la miró.

—Atónita—¡Joder! Sabía que los vestidos te quedaban genial. Te ves bellísima, una diosa, manda terapias, simplemente...—la miró de arriba abajo—increíble.

—Se tapó nuevamente—Basta, tú estás más hermosa—mirándo su vestido—no tenías ese vestido ¿acaso recién te lo compraron?—bajando las escaleras.

—Bajaron las escaleras—Me lo regaló Patrick, en forma de agradecimiento, por el trabajo no por otra cosa—




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