El veinte de noviembre Patrick dejó el regalo que le había prometido a Bélida.
Pasaron las horas y los alumnos salieron a sus casas. Habían acordado el club de teatro que ese día se tomaban un descanso. Así que, Bélida se fue temprano a casa.
—Buenos días mamá, ya llegué—dijo Bélida entrando a casa. Sabía que ese día iba a estar su mamá.
—Hola hija, ¿cómo te fue en el colegio? Hoy vine temprano del trabajo y encontré ese regalo frente a la puerta, ¿de quién es, he?—dijo molestándola.
—Me fue bien mamá—sonriendo— me voy a mi cuarto para abrirlo. La verdad, no sé ni de quien será—dijo alzando el regalo.
Bélida pensó que de Kamíl sería, ya que con Patrick ni se miraban.
—No te hagas, yo sé que es de uno de los chicos que estuvieron esa noche en el restaurante—dijo su mamá mirándola.
—Puede ser de otro admirador—dijo Bélida bromeándola.
—Jajaja hija tú sabes que tu papá es celoso, así que ten mucho cuidado señorita—dijo su mamá bromeándola.
—Mi papá es el hombre más comprensible del mundo mamá. No creo que se ponga celoso por mi—dijo sonriendo.
—Eso es porque nunca has tenido un enamorado cuándo él estaba acá—dijo su mamá un poco triste.
—No te preocupes mamá, ya vendrán y estaremos juntos de nuevo—dijo animándola, al darse cuenta que su sonrisa se fue.
—Espero que sea lo más pronto posible, pero ve hija, no te hago perder más el tiempo—dijo mirándola.
Bélida subió a su cuarto. Estaba un poco triste porque había recordado que su padre estaba lejos y lo extrañaba un montón.
Se había ido ya hace tres años al extranjero junto con su hermano que aprovechó para terminar la universidad ahí. No perdió más tiempo entristeciéndose y mejor empezó a abrir el regalo.
—Haber, veamos que sorpresas trae este hermoso regalo. En primer lugar, me gusta este tono de azul de la caja—dijo mientras habría el regalo.
Se sorprendió bastante cuándo al abrir notó que en una cajita estaba su dulce favorito. Se le hizo agua la boca. También tenía un collar que llevaba una orquídea hermosa y más debajo había una polera de color blanco estampado su frase favorita. Le encantó el regalo. Además, venía una carta escrita a mano. Decía lo siguient.
“Hola Bélida, está carta no es de declaración de amor. Es una carta donde dejo ir mi amor por ti. No te voy a mentir, sí te amé. Pero tú nunca me amaste Bélida. No de la forma en que yo te amé. Me lo hiciste saber aquella noche en el restaurante. Hubieras visto como lo mirabas. Tú mirada dijo más que mil palabras. Jamás me miraste a mi de esa forma. Sus palabras tocaron tu corazón, mientras que las mías solo tus oídos. Siempre fue él, no te mientas. Perdón por haberte ignorado, fuí un cobarde, lo sé, espero que no me odies. Con estás palabras te dejo ir, amor no correspondido ”.
Definitivamente Patrick fue valiente y sobre todo bastante maduro. Dijo lo que tanto tenía guardado. Ese día Patrick fué libre.
—Arrepentida—porque no fuiste valiente para decírselo antes de que se dé cuenta de una manera tan cruel—dijo golpeando su almohada—perdón Patrick—suspiró—necesito hablar personalmente con él—dijo decidida a decir todo lo que tenía por decir.
Ella quería que Patrick se quedara con una chica que valiera la pena. Él era muy bueno y merecía a alguien que lo ame de verdad. Kamíl no sabía sobre esa carta de Patrick, pero lo que si sabía es que necesitaba ayuda para organizarse como más o menos sería su declaración. Pidió ayuda a su amiga Dalia, se reunieron por Skype.
—Hola Camilo, te veo un poco distraído—dijo Dalia viendo que Kamíl estaba mirando hacia otro lado.
—Hola Sandalia…es que quería hablarte sobre algo muy importante para mí—dijo Kamíl un poco nervioso.
—Te vas a declarar ¿verdad?—dijo Dalia mirándole fijamente.
—No puede ser, ¿cómo lo sabes?—preguntó sorprendido.
—Es cómo si en tu frente estuviera escrito "me voy a declarar después de esperar dos años"
—Ya, no te pases... necesito de tu ayuda Dalia—dijo mirándola.
—Por lo que siempre me contaste sobre ella, creo que es una chica que aprecia los regalos muy significativos, no tienen que ser específicamente lujosos... sé que te vas a exceder con el dinero—dijo sonriendo.
—No me mido al gastar di...
—Interrumpiendo—cuando se trata de ella, porque para otros, solo compras lo normal, Camilo
— Perdón—avergonzado.
—Cuéntame, que es lo que ya tienes en mente
—Hace días atrás he estado recolectando videos de el transcurso de nuestras vidas, tengo acceso a los videos del colegio y he encontrado muchos de ella, tengo muchos videos de mi en el colegió y hay muchos en las que aparece ella, también tengo el video final—dijo Kamíl emocionado.
—Wow, eso me parece perfecto, puedes reproducirlo en un proyector, también puedes poner muchas fotos colgadas de un árbol, adornada de muchas luces, ¡un camino de luces!, jajaj me emocioné—dijo Dalia avergonzada.
—Exactamente en eso pensaba, acaso compartimos las mismas neuronas—dijo mirándola.
—Adornalo con lo que más les gusta a los dos—dijo Dalia.
—Es cierto, voy a llevar orquídeas y jazmines, telas azules y blancas, dulces, en fin, muchos adornos—dijo Kamíl emocionado.
—Aparte de esto ¿te puedo ayudar en algo más? —preguntó Dalia.
—Sí…quiero que ordenes y agrandes todas las fotos que voy a colgar, por favor… te paso por whatsapp—dijo Kamíl rogándole.
—Está bien, te lo mando mañana temprano—dijo Dalia sonriendo.
—Gracias Dalia, eres la mejor, cualquier cosa, pídeme ayuda—dijo Kamíl.
—Okey…me despido, tengo que ir a entrenar artes marciales, saludas a oveja roja de mi parte, dile que para cuando la revancha—dijo despidiéndose.
—Se lo diré, adiós sandalia—dijo Kamíl sonriendo.
La familia de Patrick y Kamíl siempre para vacaciones de fin de año se iban al extranjero, donde sus abuelos de ellos tenían una casa donde se reunían casi toda la familia para año nuevo. Después de año nuevo todos los primos se iban cada uno a una academia, ya sea de baile, deportes, o cualquier cosa. Dalia era la hija del accionista más grande de la empresa, por eso que se volvió la mejor amiga de Kamíl.