Amar Como Las Estaciones

CAPITULO XL: EL MEJOR DOMINGO

Will era el más emocionado el domingo y no tanto por el campeonato. Bajó a la cocina en pijama.

—Buenos días mami—le da un beso y un abrazo—buenos días papi—hace lo mismo.

En su rostro solo se proyectaba una sonrisa inmensa.

—¡Jesús! Que buen día es hoy—

—Lo sé hijo, un campeonato no es algo de todos los días—

—Ah... el campeonato—sonrió nervioso.

—Sientate cariño, sea por lo que sea que estés emocionado. Me encanta tu buena actitud—su mamá ya sabía lo que pasaba.

—Mmmm que rico se ve el desayuno—

Degustaron su comida en familia algo común los domingos. Los demás días casi siempre cada uno iba por su parte. El no era hijo único. Tenía un hermano mayor que trabajaba en la empresa de su papá en el extranjero.

—¿Cómo está Maicol? Aún no manda a la quiebra la empresa—sonrió burlándose.

—Jajajaja si te escuchara ya no estarías ahí sonriendo—lo miró su mamá.

—Ahí va agarrando experiencia, cómo todo principiante—

—Terminó de beber su vaso de agua—mamá, papá, muchísimas gracias, me retiro—llevó su plato a la cocina—muchas gracias doña Rosita—

—De nada jovencito—ella amaba que sea tan respetuoso.

Subió a paso rápido a su cuarto. Encendió su celular y rápidamente abrió su chat con Karen.

—Video—Hola Karen, solo quería recordarte que hoy tienes que cumplir el reto. Pasó por ti a las tres—

Después de grabar se fué a cambiar.

Mientras tanto Karen estaba haciendo la limpieza con sus hermanas.

—Olive, te he dicho que Hanna no puede barrer bien. Ella solo está encargada de ordenar las compras y llevar la ropa sucia al lavatorio—la miró seria.

—¡Ash! Trae la escoba—lo quitó de su mano.

Hanna le sacó la lengua.

Karen era la encargada de ordenar y limpiar el polvo de los muebles. También de lavar los platos. Hanna era la que barría y trapeaba el piso. Su papá Julio era el encargado de lavar la ropa, pero todavía volvía a las diez. Su mamá Verónica era la que hacía la comida, pero se había ido al mercado.

Pasando una hora su mamá llega.

—Muy bien chicas, así las quiero ver. Haciendo algo productivo—

—¡Mami!—corrió Hanna a sus brazos.

—Tengo cosas que ordenes Hanna—apenas lo abrazó—No llega ¿Verdad? Hasta que hora estará con sus amigotes—empezó a enojarse.

—Fué a una reunión de trabajo mamá. Dijo que volvía a las diez y apenas son las nueve—Karen siempre defendía a su padre.

—Trabajo jajajaja algún día me comprenderás Karen. Tipos como tu padre son una carga y no una ayuda—

—¿Mi papá qué?—la miró Hanna.

—Nada Hanna, solo hablamos cosas sin importancia—fingió una sonrisa.

Don Julio era albañil. Su maldición de ellos es que por presión de compañeros de trabajo tienen que tomar sí o sí. Su papá era conciente y siempre llegaba cuando toda la borrachera se lo pasaba.

¿Cómo es que era vecina de Will? Increíble, pero es que los papás de don Julio eran de plata y habían comprado bastante terreno en buena ubicación. Tuvieron cinco hijos, los cuales se fueron. Pero el papá de Karen se quedó con ellos hasta su muerte. Al heredar toda la tierra sus hermanos vuelven y según ellos piden igualdad. Don Julio por ser noble lo reparte. Cada hermano vende su lote a un buen precio y se largan nuevamente, por eso la mamá de Karen vive renegada desde aquella vez.

—Mamá ya terminamos—

—Bien, pueden irse a sus cuevas. Leen un libro o estudian. El wifi va a estar apagado—

—Mamá—se quejó Olive.

—Ni te quejes Olive. No sacas ni primer ni segundo puesto. Eres la más dejada—

Olive bajó la mirada.

—Perdón por no ser perfectas—Karen lo miró seria.

Subieron las escaleras hacia sus cuartos.

—Vengan, yo tengo datos. Les comparto para que vean YouTube—

Sus rostros dibujaron una sonrisa.

Al entrar a su chat ve el video de Will.

—Que reto es, que reto es—dijo Hanna.

—Van a tener una cita a las tres—molestaba Olive.

—Shhh no es una cita Olive—

—Si es una cita, se le ve entusiasmado—

—Van a querer o no que les comparta wi-fi—los amenazó.

—Sí, por favor—dijeron ambas.

En el celular de Olive se pusieron a ver dibujos animados. Ambas eran niñas, Olive tenía once y Hanna seis. Karen contestó el mensaje y rogaba que su papá llegara sobrio para pedirle permiso.

—¡Niñas a comer!—llamó su mamá.

—¡Que bien!—levantó Hanna de la cama en seguida.

Salieron todas del cuarto a la cocina.

—Arroz con pato ¡Que rico!—Hanna amaba la comida peruana de su mamá.

—Primero lavense las manos niñas—

Todas se fueron en orden a lavarse.

—¡Hola familia!

—¡Papá!—volteron alegres.

—Como están mis amores—abrazaba a cada una—les traje helado de postre.

—¡Helado!—Hanna era muy eufórica.

—No, no, no, no me comen primero el segundo después el helado—

Don Julio puso el helado en la nevera y ayudó a su esposa a servir los platos. Todos en familia se pusieron a comer gustosamente.

—¡Dios! Que delicioso te quedó amor. Estoy casada con una chef de cinco estrellas—nunca faltaba las palabras de halago de su papá.

—Gracias, come, come—sonrió poco, era muy difícil que sonría.

Pasando media hora todos terminan de comer.

—Gracias con todos, me voy retirando—salió primero Olive.

—Gracias mami, gracias papi, estuvo muy rico el almuerzo—dijo Hanna.

Después de cinco minutos.

—Muchas gracias—se retiró doña Verónica.

Karen no quería retirarse ya que quería hablar con su papá. Ella sabía muy bien que su mamá no lo dejaría.

—Dime Karen, por las puras no te quedas ahí sentada hasta que termine—conocía muy bien a su hija.

—Lo miró apenada—Papá yo...quiero pedirte permiso—

—¿A dónde? ¿Con quién? ¿Qué van a hacer?

—A un campeonato en el colegio. Voy con Will, solo voy a mirar—




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