Amar Como Las Estaciones

CAPÍTULO XLIV: VERDAD O RETO

Al día siguiente se fueron a desayunar bien temprano y partieron nuevamente sin que se den cuenta los demás.

—¿A dónde vamos está vez?—dijo Bélida.

—Eso es lo que no sé. ¿A dónde quieren ir?—los miró Kamíl.

—Hay que ir al Jardín más grande de aquí ¿Recuerdas Kamíl?—Patrick lo miró.

—Oh, ese jardín mágico. Está bien, hay que ir ahí—

Al llegar hasta un cierto punto de la carretera. Empezaron a caminar por el bosque  porque extrañamente no había una carretera para llegar ahí.

—Que extraño, porque no hay una entrada accesible para llegar ahí—dudó Bélida.

—Ni nosotros lo sabemos. Ya pasaron años y no lo hacen—dijo Patrick.

—¿No será un lugar privado?—cuestionó Mery

—Si fuera privado estuviera circulado o hubiera paredes, pero no lo está—respondió Kamíl.

Siguieron avanzando sin dudar de nada.
Ya a pocos metros antes de llegar ya se notaba a los lejos los miles de colores de las flores. Los arbustos más verdes y frondosos que hallan visto en su vida. Todo era perfecto, ni una flor marchita ni un arbusto sin podar.

—¡Wow! Parece sacado de un libro de fantasía. No será el jardín de un reino encantado—Bélida no dejaba de mirar alrededor.

—O el dueño es un ser malvado que utiliza su bello jardín para atraer a personas. Luego los convierte en sus esclavos—la miró Mery.

Amabas sonrieron.

—Mucha imaginación—Patrick sonrió mirándolas.

—Miren a la cámara. Esta vez no pienso irme sin grabar—dijo Kamíl con el celular en la mano.

—Es que tienes que grabar todo—Bélida le agarró de la mano.

Caminaron alrededor y parecía que nunca iba a tener fin. Kamíl y Patrick mejor decidieron llevarlas a un lugar más mágico aún.

—¿Qué es? ¿Cómo es?—preguntó impaciente Bélida.

—Ya lo verás, paciencia—Kamí la llevaba de la mano.

Mientras que los otros dos iban juntos pero tranquilos.

Ya a pocos metros se veía una enorme casa. Decidieron que cerraran los ojos. Las guiaron hasta la puerta que siempre estaba abierta.

Ya estando al frente.

—¿Listas?—

—Sí—dijeron ambas.

Cada uno tomó un lado de la manija de la puerta. Tenía el mismo sonido que cuando abrían las puertas de un palacio. Un dulce aroma es lo primero que llegaron a sentir. Abrieron los ojos y el paraíso estaba frente a ellos. Era un enorme mariposario. Miles de mariposas de todo tipo, color y tamaño revoloteaban sobre las flores.

—Increíble...es que...

Apenas podían hablar. Esa maravilla frente a sus ojos secaba el aliento. No querían ni un segundo distraerse en otra cosa. Se adentraron más y más.

—Ya está. Cuando tenga dinero me voy a construir uno igual—dijo Bélida.

—Yo igual—dijo Mery.

—Será más grande, el mariposario que te construiré—dijo Kamíl mirándola.

Bélida los miró y se avergonzó. Patrick quería decir lo mismo a Mery, pero no sé atrevió.

Pasando unos minutos, ya después de haber grabado todo. Deciden retirarse, Kamíl sale primero. Ya estaban a punto de salir los demás.

—Asustado regresa adentro—Hay... perros merodeando el lugar—

—¿Qué? ¿Son grandes?—se asustó Mery.

—Sí, creo que son pitbulls—

—¿Cuántos son?—preguntó Bélida.

—Dos—

—Solo queda esperar que se vayan—dijo Patrick calmándose.

Esperaron unos cuantos minutos y otra vez salió Kamíl. Dio la señal de que ya no estaban. Salieron sin hacer ruido. Cuando ya estaban adentrándose en el bosque. Uno de los perros ladra y Mery grita.

—¡Corran!—grita Kamíl y jala la mano de Bélida.

Patrick ve que Mery entra en pánico y toma su mano para correr. Corrieron lo más que pudieron. Cómo para su suerte habían dejado las llaves en las cuatrimotos. Al llegar solo se subieron y arrancaron lo más rápido posible. Mery lo abraza fuertemente de la cintura. Sus manos temblaban.

Ya al llegar hasta un lugar seguro deciden tomar un respiro.

—Jajaj al parecer era privado—Kamíl sonríe nervioso.

—Nunca más hay que hacer esto, pudo haber terminado mal—los miró asustada Mery.

—¿Estás bien? Tus manos temblaban—Patrick la miró.

—Estoy bien—

Bélida fué a abrazarla.

—Creo que es suficiente de alejarnos. Hay que juntarnos con nuestros compañeros—dijo Bélida.

—Okey, deben estar en el parque acuático—dijo Kamíl.

Manejaron hasta el parque acuático.
Al llegar se fueron a los camerinos y luego salieron a buscar a sus compañeros.

Ya al llegar la mayoría estaba ahí y se quedaron mirándolos.

—Demonios, que incomodo es esto—dijo Mery en voz baja mirando a Bélida.

—Hola chicas, vengan por acá—dijo Karen desde su asiento debajo de una sombrilla.

—Ellas se acercaron—hola Karen—dijeron ambas.

—Chicos vengan por acá—dijo Will llamándolos desde lejos.

—Kamíl y Patrick se acercaron al grupo de los chicos—Hola Will—dijo Kamíl.

—Ustedes cuatro si que lo están disfrutando, ¿los auxiliares no los están supervisando?—dijo Karen mirándolas.

—El que no arriesga no disfruta—dijo Bélida sonriendo.

—Ay por favor, si ellos dos son nietos del dueño de esta escuela. Si les hacen algo, ellos despiden al director—dijo Mery Thurner mirándolas.

—Es cierto, como se me va a olvidar…y ¿a donde fueron?—dijo Karen queriendo indagar más a fondo.

Mery mostró su pulsera y se hechó en su asiento.

—¡Wow! El recorrido a de ser más bonito—dijo Karen.

—La verdad sí... y ¿qué hacían ustedes? —preguntó Bélida.

Se pusieron a conversar cosas, pero ya se estaban aburriendo. Así que, primero las chicas se meten a la piscina y luego los chicos, pero ellos tenían un plan.

—Ya en la piscina—no puede ser, otra vez vienen a molestar—dijo Karen viendo a los chicos que se metían a la piscina.

—¿Les han estado molestando?—dijo Bélida sonriendo.

—Sí, y no nos han dejado divertirnos en el lago—dijo Mery Thurner.




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