El veinte de noviembre era un domingo como cualquier otro día. Ella se despertó a las ocho de la mañana. Bajó a la cocina para desayunar y vio la nota que dejó su mamá.
"Hija desayunas y después te alistas muy bien. Hoy va a ser un día muy especial. Por favor, no te vayas a ninguna parte. Espera en casa"
—Okey—se dirigió a beber agua.
Se sirvió su comida y reprodució música. Divagaba en su imaginación que estaba centrada en la serie que había terminado de ver.
—Necesito hablar con alguien de esa serie o voy a estar ansiosa todo el día—daba bocados a su comida.
Suena su celular. Kamíl le estaba haciendo videollamada.
—Hola amor ¿cómo amaneciste?—
—Malanochada porque ayer terminé mi serie. Me sentí muy feliz pero a la vez vacía—
—Eso es depresión post-series ¿Quieres que vaya a tu casa para que me cuentes todo?—se dirigió al baño a lavarse los dientes.
—¿En serio?
—Porsupuesto, espera que me aliste—
—Está bien, te espero—
Cortaron la llamada y cada uno por su parte se alistó.
En la casa de Kamíl siempre se notaba que había vida. Ahora más porque sus papás también estaban. Por el contrario, en el de Bélida se quedaba en completo silencio. Lo único que hacía para no ponerse triste era escuchar música a alto volumen y hacer fonomímica.
Siendo las diez de la mañana llega Kamíl. Toca el timbre.
—Abre la puerta—Hola, adelante—
—Pasé por casualidad por un restaurante Italiano—le mostró lo que tenía en manos.
—Que casualidad tan conveniente para mi—sonrió.
Se adentraron a la sala.
—Traigo bocaditos—
Fué a la cocina y regresó con una fuente de palomitas.
—Hay que subir a mi cuarto—
Ya en el cuarto de ella se sentaron dónde hacía sus trabajos.
—Toma—le entregó lo que tenía.
—Lo abrió—Mmm lazaña, que rico—le agradeció con un beso.
—Ahora sí, de que me querías hablar—
—Dio un bocado a su lazaña—todo empieza con la llegada de una niña huerfana llamada Annie...
No probaba otro bocado de su comida. Explicaba con mucha emoción cada suceso importante de su serie. Kamíl prestaba mucha atención a su narración mientras comía palomitas.
Pasando diez minutos.
—Entonces al final hubo el beso tan esperado de Gilbert con Annie. También quería más desarrollo del amor de Jerry con Dayana. A decir verdad ellos son mi pareja favorita. Me quedé con mucha intriga sobre la niña indígena. No quiero que le pase nada malo—
—¡Wow! Es muy interesante tu serie ¿Annie with an E?
—¡Sí! ¿Qué opinas de la serie?
—Es muy bonita. Me gusta su ambiente antiguo y natural. En cuanto a los personajes me gusta más Mattew porque...
Kamíl dio su opinión mientras Bélida comía su lazaña escuchándole con mucha concentración. Solo asentía con la cabeza cada que hablaba sobre algo que les gustaba a los dos.
Minutos después se quedaron en silencio. Kamíl miraba las fotos que estaban en su pared.
—Nunca te he visto de pequeña—
—¿Quieres ver? Creo que en el cuarto de mis papás está el albúm—
Se fué a traerlo. Se hecharon en la cama para verlo.
—¿Eres tú?
—No, ese feo es mi hermano—
—Sonrió—¿entonces cuál eres?—
—Mi foto de bebé es horrible. Mejor veamos cuando iba a kinder—
—No, yo quiero ver tu foto de bebé—le quitó el albúm.
En una de esas llega a la página donde estaban sus fotos de bebé.
—Sonrió—te encontré...naciste casi sin nada de cabello. Te veías como un calvito—
—Te dije que no lo vieras burlón—lo quiso quitar.
—Pero si estás bonita—
—Pásame eso—
Agarró la foto y soltó el álbum.
—Me lo quedaré de recuerdo. Pero mira que cosita tan linda—
—Ya basta Kamíl, pásamelo—se aventó a su encima.
—No te lo voy a dejar fácil—
Se revolcaban en su cama hasta que ambos cayeron al suelo. Bélida cayó encima de él.
—Lo tengo—tomó la foto que él tenía en su mano.
—Y yo te tengo—sonrió.
Estiró su mano detrás de su cabeza y la acercó lentamente. Sus besos iban siendo más intensos pero Bélida no quería llegar más lejos. Toma su rostro y pasa sus dedos por detrás de su oreja.
—Que bonito te ves estando debajo—sonrió.
—Lo miró asombrado—¿qué?
—Lo que escuchaste—se levanta de su encima.
—Te estoy desconocien...
Bélida escucha el sonido de la puerta abriéndose.
—Pone su indice en sus labios para callarlo—mi mamá llegó.
—¡Bélida! Cariño ¿dónde estás?—
—Fuck, ahora que—la miró asustado.
—Métete en el baño—
Kamíl sin esperar nada se metió al baño. Bélida respiró un poco y estaba lista.
—¡Bélida!
—Ya bajo mamá—
Caminaba por los pasillos sin sospechar nada. Se acercó a mirar de que se trataba. Vio a su mamá con una tremenda sonrisa.
—Que me has comprado—sonrió mirándola.
–Adivina quien llegó—
Abrió la puerta. Un hombre lo esperaba con los brazos abiertos.
—Hola mi pedacito—
Se quedó mirándole. Empezó a caer lágrimas por su rostro y no podía moverse.
—No llores cariño—
Subió a su encuentro. Apenas llegar a su lado la abrazó fuertemente.
—Papá te extrañé tanto—lo abrazaba con mucha fuerza.
—Cada día solo esperaba volver a verte. Como se supone vivir sin mi pedacito de felicidad—
—Nunca te vuelvas a ir papá—alzó la mirada.
—Jamás me volveré a ir de tu lado a menos que me lo pidas—
—Tengo planeado tantas cosas para hacer—
—Prometo que todo lo haremos juntos. Tu dime, que hacemos primero—
—Sonrió—comer, ya tengo hambre—
—Como siempre desde chiquita apenas te levantabas y ya querías comer. Pero tu papá te conoce tan bien que ya ha venido preparado—
—¿Qué has traido?
—Dulces de españa, te van a encantar—