Al día siguiente las dos últimas horas los del club de cocina y los de teatro tenían tiempo libre. La cocina estaba en completo ruido y olor a chocolate que inavadía hasta los salones.
—Parecemos la fábrica de Willy Wonka—bromeó Will mientras lavaba los utencilios.
—Karl y Thomas serían los Oompa–loompas—se burlaban porque eran los más pequeños del club.
Todos los del club de cocina se rieron.
—Ya, basta de burlas. Después cuando ellos te insultan no te quejes Omár—lo miró Dixon.
Todos se quedaron en silencio y continuaron con su trabajo. Al ser la hora de salida dejaron todos los moldes listos y las cajitas donde se colocarían también.
Bélida se despidió de todos y se fué exactamente a una calle a esperar a alguien. Y el alguien llegó con sus amigas.
—Mira quien está aquí—dijo una de ellas.
—Esthér, quiero hablar contigo—la miró.
—Te esperamos en el lugar de siempre Esthér—se adelantó su otra amiga.
—No, yo no quiero hablar contigo—quiso pasarse.
—Le agarró de la muñeca—quiero que me expliques porque este rechazo y odio hacia mi. No te he hecho nada hasta donde yo sé—
—¿Quieres hablar? Bien, en primer lugar quiero que sepas como es que se siente que venga alguien y te lo quite todo—
—¿Qué te he quitado?
—¡Todo Bélida! Yo solía ser la alumna más reconocida. Ahora tu nombre lo escucho hasta en los baños. Que ya eres presidente del Club de teatro, que ya ganas en debate, que sacas el primer puesto, que ya tienes el novio más guapo. El único lugar al que no te has metido es a Ajedréz ¿Hasta ahí piensas quitarme el título?—
—No, yo no quise que lo vieras así. Te voy a confesar algo. La primera vez que oí tu nombre fué en formación el primer día de clases en este colegio y como bien lo dices lo escuchaba hasta en el baño. Me inspiraste a ser como tú. Quería ser alguien tan respetada como tú. Incluso al primer club que quise unirme fué al de ajedréz porque quise ser tu amiga. Núnca ingresé porque no se me da bien jugar ajedréz—
Se quedó mirándola sin decir nada.
—Además, Esthér estás tan obsesionada conmigo que no te das cuenta de lo increíble que sigues siendo. Fuiste y ganaste otra vez la nacional en ajedréz. Eres la mejor en natación. Sacas primer puesto en tu grado. Ganas en las olimpiadas de matemática. Para mi sigues siendo un ejemplo a seguir. Ya te lo dije, ahora es tu decisión si me sigues odiando o no—
—Suspiró—perdón...perdón por ser tan envidiosa. Al parecer mi intelecto no es suficiente como para ser buena persona. En serio lo siento—se acercó.
Se abrazaron por unos segundos.
—Sabía que necesitabas escucharlo. También quiero pedirte disculpas por decirte cosas malas en la piscina—
—Sonrió—no te preocupes, la verdad yo me lo busqué por hablar tonterías. Siento que te debo demasiado por todo este tiempo tratarte mal. Si necesitas ayuda, dímelo—la miró.
—No sé si es oportuno, pero necesito ayuda ahora. Nuestro tutor está grave y estamos haciendo una recolecta para ayudarlo y para difundir más...
—Entiendo, convenceré a mi papá que los dejé salír en televisión. Después de todo tengo que empezar hacer las cosas correctamente ¿no? —
—Muchas gracias—
—Pásame tu número para comunicarnos—
Intercambiaron números y se despidieron. Un problema de meses se resolvió en solo minutos. Se sintieron mucho mejor la una con la otra al saber la verdad.
Al día siguiente terminaron de hacer lo bombones y fresas.
Tocó la sirena y empezaron a ofrecer a los alumnos. A kamíl le tocó vender con Will. Este ahí se dio cuenta que Kamíl utlizaba demasiado la manipulación psicológica para que lo terminen comprando.
Al final solo tuvieron tres cajas.
—Yo voy a llevar una ¿Qué hacemos con el resto?—
—Por lo que sé Karen tiene dos hermanitas. Yo creo que deberías ganarte su apreció ¿no?—
—Sí, por eso voy a llevar una caja grande—
—Dándoles una caja a cada una les das un valor y un espacio a ellas. Así se van a sentir apreciadas y les vas a caer bien porque piensas en ellas—
—Diablos como haces eso. Siempre buscas una manera de hacer caer—
—Vivír con una psicóloga y leer libros sobre el funcionamiento de la mente supongo que me dio este talento—
—Con que con Bélida utlizaste...
—No, no puedo hacerlo. No puedo obligar a nadie a amarme. Tal vez a comprar o firmar un trato pero jamás manipular el amor—
—Bueno, me llevo las tres cajas—
Cada pareja de venta iban llegando y rendían cuenta del dinero. Karen y Bélida contaban el dinero para después guardarlo.
El jueves también vendieron. El viernes Kamíl y Bélida fueron hasta la empresa de Esthér para salir en televisión. Mientras que, Karen y Will fueron a la radio. Difundieron el caso lo más que pudieron para hacer la colecta el sábado en la tarde.
Ese mismo día llegaron a hacer los respectivos pagos en la noche. Pasaron por la sala y no había nadie.
Apenas llegar el domingo todos los del club habían acordado ir a visitar al profesor. Unos llevaban flores, otros cartas, otros fotos y otros comidas favoritas del profesor.
Al llegar a los pasillos las enfermeras se los quedaban mirando. Llegaron hasta la sala y con una gran sonrisa pusieron todos sus regalos alrededor. Se lo quedaron mirando por unos segundos a su profesor mientras escuchaban su respirar por los tubos.
—Solo quiero escuchar su voz saludándonos como lo hacía siempre—
—Extraño que me quite el celular cuando prácticabamos. Tutor no deje que me envicie, aunque sea levántese para darme con el guión en la cabeza—
Los demás sonrieron tapando su dolor.
—Necesito escuchar sus malos chistes tutor. Esta vez si me reiré. Solo despierte ¿sí?—caían lagrimas por su mejilla.
No podían ocultar más su pena y esa sala se inundaba en llanto. Poco a poco se fueron retirando hasta no quedar nadie.