Amar Como Las Estaciones

CAPÍTULO LVII: HASTA PRONTO

En la orilla.

—Le dijo al oído—vamos al baño—

—No sé donde está—dijo Bélida.

—¿Pasa algo?—las miró Patrick.

—¿Sabes donde queda el baño?—

—¿Ven esa lámpara que a las justas prende?—preguntó Kamíl.

—Sí—

—Al costado se ubica. Creo que han apagado las luces—dijo Kamíl.

Ven a tres chicas dirigiéndose a ese lugar.

—Síganlas, creo que van al baño—dijo Patrick.

Ellas las siguieron y los chicos observaban a lo lejos para estár al tanto de cualquier cosa.

Patrick llamó al chofer para que los recogiera. Terminando la llamada.

—Viene en camino—dijo Patrick.

—Tenemos que decirlo—

—Eso me ha estado atormentando todo el día. O sea que para nada sonrió todo este tiempo si al final va a estár triste—se notaba desesperado.

—Peor es si no nos damos una oportunidad de—

—Ya lo sé, no lo digas otra vez Kamíl—

—¿Pasa algo malo?—preguntó Mery.

No habían notado que ya estaban en su tras.

—Nada, solo discutíamos un asunto sin importancia—se acercó a ella.

—Ya el auto está en camino—dijo Kamíl.

Solo les quedaba esperar.

Faltando un cuarto para la una de la mañana llega la camioneta. Ya el viento frío de la noche se hacía notar, pero aún así quisieron ir atrás.
Mientras la camioneta avanzaba por la carretera desolada hacia sus casas. Ellas cerraban los ojos y disfrutaban del frío que rosaba sus mejillas. Ellos las admiraban con una sonrisa pero sus corazones se arrugaban de dolor por dentro.

Ya estaban a pocos minutos de llegar a la ciudad. Kamíl le empuja con el hombro a Patrick como diciéndole que es ahora o nunca.

—Tenemos algo que decirles—

Dejaron de mirar la oscura carretera para voltear a verlos.

—Esta fue nuestra última cita porque, porque—suspiró.

—Nos vamos—dijo Kamíl.

—¿¡Qué!?—dijeron ambas.

—Siempre vamos a la casa de mi abuelo por año nuevo y—

—Interrumpió—tu no regresas Patrick ¿cierto?—lo miró.

—Mery, yo si voy a regresar. Voy a postular en Xontfer University. Así que, no voy a estár todo el tiempo en Cielos Alegres—

—Athenea no está tan lejos como ir al oriente—sabía que los padres de Patrick querían mandarlo ahí.

—Perdón por decírtelo en tu cumpleaños, pero es que a las cinco de la mañana salimos de viaje—

—Junto con Patrick suplicamos a nuestro abuelo que cambié las fechas del viaje—sonrió Kamíl.

—¿Por cuánto tiempo se van?—preguntó Bélida.

—Por dos meses, posíblemente regresemos la primera semana de marzo—dijo Patrick.

Se quedaron calladas y fingieron una sonrisa. Ellas ya habían planeado el regalo y cita perfecta para el catorce de febrero. Aunque les consolaba la idea de su regreso. Aún así, les dolía separarse de ese modo. El viento frío que disfrutaban los envolvió en una helada tristeza. Agarraron su mano la una de la otra buscando un poco de calor.

Llegaron a la ciudad y el ruido de los carros inundaban sus oídos, pero el ruido de su tristeza inundaba sus cuerpos. Habían perdido total sentido del tiempo y parecían estár fuera de si mismos.

—¡Ya llegamos! ¡Ey!—bajó el chofer a hablarlos al ver que no bajaban.

En la puerta de la casa de Mery.

—Deben estár bien ebrios por eso ni responden—dijo don Genaro.

—La vez pasada Mery llegó ebria que ni pararse bien podía ¿Bélida llegó igual?—dijo Celeste.

—Sí, pero es que Bélida hasta con un mililitro de alcohol se embriaga—dijo Linda.

—Es que todas las veces que salen no tienen porque volver ebrios. Ya hasta parecen ellos un mal ejemplo—dijo Adrián.

—No se les tiene porque aguantar por ser solo ricos. Tienen que ser buenos novios también—le apoyó Genaro.

–Hay que ver que es lo que pasa antes de juzgar—dijo Linda mirando a su esposo.

—Genaro tranquilízate, que tu no les caíste bien a mis padres hasta nuestra boda—

—Mira ya bajaron—trató de no pasar más vergüenza.

Mientras tanto con ellos.

—¿No van a decir nada? El silencio también lastíma—dijo Kamíl.

Lo abrazó muy fuerte y rompió en llanto.

Mery se quedó quieta, no podía moverse. Patrick se acercó y apenas abrazarla empezó a llorar.

Ellos no pudieron ser los fuertes y no llorar. Sus lagrimas caían sobre el cabello de ellas y sus manos rodeaban sus cuerpos fuertemente porque no querían soltarlas.

Sus padres no sabían el motivo, pero tampoco querían interrumpir.

—Entonces ¿es un adiós?—

—No es un adiós Bell, es un hasta pronto—agarró su rostro con ambas manos—te ves bonita hasta cuando lloras—sonrió.

—Espero que disfrutes tu año nuevo junto a toda tu familia—dijo Mery forzando una sonrisa.

—Tu eres parte de ella, no lo olvides—agarró sus dos manos—prométeme que no te deprimirás por esto.

—Lograré asimilarlo, no está noche pero tal vez mañana—

—Siempre estaré llamándote—

Ambas parejas se miraron por unos segundos para después darse un último beso de despedida. No querían soltarse pero los minutos pasaban.

—Patrick, Kamíl sus padres los están llamando—

Cada vez que menos podían sentirse más era el dolor.

—Hasta pronto—emitieron una última sonrisa en medio de lágrimas.

Fue lo último que escucharon ellas antes de que suban al coche y las ventanas polarizadas no dejen ver nada más.

Vieron como el coche se alejaba. Se tomaron de las manos y se dirigieron a su casa. Sus padres se habían adentrado a la cocina para no interrumpirlas.

—Ya llegaron ¿cómo les fue?—dijo Genaro.

—Bien, ya queremos dormir—intentaban no mirarlos.

—Voy a dormir aquí papá. Ya pueden ir a casa—

Subieron las escaleras. Se adentraron en su cuarto, subieron a su cama y se acostaron.

—¿Estás mejor?—Bélida la miró.

—No—apenas habló y se volteó.

—Sobaba su hombro—no aguantes tu llanto Mery. Estoy aquí para consolarte—




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