—cariño ¿Dónde estás? Nos están esperando para la cena.
—Preciosa, lo siento, olvidé contarte que Sofía está de regreso y viene a recogerla. Parece que su vuelo llegó antes, pero no te preocupes que llegaré, tarde, pero lo haré.
Ella suspiró, algo extrañada. Su esposo era siempre muy riguroso con los horarios y odiaba los retrasos, pero no dijo nada más. Le mandó un beso y saludos a la dichosa Sofía, ya sabía de ella, pero se suponía que estaba al otro lado del mundo.
—Quisiera excusar a mi esposo con todos, él tuvo un imprevisto y llegará tarde.
—Tranquila, amiga, tu esposo es un hombre muy ocupado, seguro le salió una emergencia médica—. Ella no negó nada, pero sintió una opresión extraña en su pecho, como si un sentimiento negativo se apoderaba de él. Esa emergencia tenía nombre y apellido: Sofía Peña.
Las horas pasaban y él nunca llegó con mucho pesar se despidió de sus amigos de la facultad, de aquellos que no veía hacía unos años atrás, incluso aunque él no estaba presente físicamente, hizo una videollamada todo el camino, Santiago Del Olmo, un hombre con muchas ocupaciones al otro lado del mundo, estaba ahí, aunque ella no lo notara, algunas miradas hacia ella era de compasión, porque se empezó a correr el rumor, que él no estaba en el hospital, puesto que uno de ellos preguntó un conocido que estaba ahí, pero no quisieron ahondar en la herida, era cosas de parejas.
Cuando llegó a casa, tenía ganas de llorar de manera tonta, no debía hacerlo, mucho menos desconfiar de su esposo, nunca le había dado motivo, además siempre le recalcó que Sofía era su mejor amiga. ¿Cómo luchar contra eso?
—Hola, preciosa, ¿me perdonas? —Era él con un enorme ramo de tulipanes. Ella no entendía porque tulipanes, si él sabía perfectamente que sus favoritos eran los girasoles.
—Alejandro, gracias, pero ¿tulipanes?
—¿Qué tiene? ¿No te gustan?
Debió sospechar, indagar, que la semilla de la duda germine, pero no lo hizo, solo se acercó y lo abrazo, sintió su aroma y lo beso, necesitaba sentirse segura, así que el dejo las flores de lado, y la hizo suya en esa sala, como tantas otras veces lo había hecho, pero mientras él la poseía, ella fijó su mirada en un punto vacío, seguía con la pregunta en su cabeza, aunque fuera por un instante ¿Por qué tulipanes?