Amar De Verdad

03

—Gracias, Santiago, me alegra mucho verte, tantos años.

—Casi diez años, tú sigues igual de hermosa, disculpa el atrevimiento, olvida lo que dije ¿Cómo está tu esposo? —Trato de disculparse y cambiar de tema rápidamente, no podía evitarlo, esa mujer siempre había tenido ese efecto en él, aunque pasaran los años, seguía sintiéndose como ese jovencito inexperto que la dejo ir sin siquiera intentarlo.

—Alejandro está muy bien, con mucho trabajo, eso de ser médico cirujano le quita mucho tiempo —y también Sofía, pensó ella por un instante.

—Claro que sí, tienes razón. Por cierto, mi empresa hará un trato con su hospital para la nueva tecnología ortopédica y máquinas especializadas.

—Todo un empresario, señor Santiago Monteverde.

—Y usted es toda una señora.

—De Vega—. Ahí estaba esa sonrisa, cualquiera que lo viera se daba cuenta. Los ojos de Santiago tenían un brillo cuando se trataba de ella. La única que nunca lo vio fue la misma Amanda.

Las horas pasaron y casi se hacía de noche. Cuando ella se dio cuenta, se disculpó y dijo que necesitaba ir a casa a preparar la cena. A su esposo, le gustaba la comida recién preparada. Él se ofreció a llevarla, pero le dijo que un taxi la esperaba.

Su teléfono se había quedado sin batería, llego lo más rápido que pudo a su hogar, pero cuando abrió la puerta, se llevó una sorpresa tan grande, era Sofía y Alejandro que sonreían con tanta complicidad, tenía las mangas subidas hasta la altura del codo y ella preparaba algo en la olla, le daba de probar como quien le da a un niño, una opresión le apareció en medio del pecho. No era como si la estuvieran engañando o los hubiera agarrado con las manos en la masa, sin embargo, eso no quitaba que quisiera llorar por sin ningún motivo aparente, sin embargo, guardo la compostura, seguro tendría una buna razón de que estuviera ahí, tuvo que forzar una tos como para llamar su atención y romper la burbuja en que estaban sumidos, ajenos al mundo.

—Cariño, menos mal que apareciste —corrió a abrazarla de manera cálida—Te estuve llamando, pero parecía tu teléfono apagado, Sofía. Me llamó, le comenté que te estaba esperando para cenar y se ofreció a hacer ella la cena, ya que estaba cerca. Ven, Sofía.

—Disculpa el atrevimiento, Amanda, qué hermosa tu casa, por cierto, estoy preparando unos espaguetis con albóndigas, la favorita de Alejandro. ¿Verdad?

—¿Favoritas?

—Es que ella las prepara al estilo italiano, como su abuela era de allá, le enseño—Se rascó la nuca, como quien se viera descubierto, a Amanda, nunca le había comentado que le gustaba al contrario cuando ella le sugería preparar algo sencillo como eso, se negaba, cuando en el fondo lo hacía porque nadie la prepararía como Sofía, entonces, era otra bandera roja que ella ni cuenta se había dado que estaba ahí.

—Bueno, entonces pondré la mesa.

—Cariño, no te preocupes, puedes ver un poco de televisión, mientras ayudo a Sofía, ya casi termina.

La empujo hasta el sofá y encendió la televisión, se sintió como una niña regañada, relegada a solo ser espectadora de como su marido interactuaba con otra mujer que no fuera ella, podrías ser la mujer más segura de este mundo, pero eso tampoco estaba bien, su lugar era con él no viendo que pasaba por algún canal. Se sintió incómoda por decirle menos.

—Alejandro, cenen ustedes, a mí me duele la cabeza, me iré a dormir hasta luego, Sofía, estás en tu casa.

Quería mostrar una sonrisa, pero se notaba que no estaba a gusto. Subió rápidamente las escaleras y se sentó al borde de la cama, con la mirada fija sobre el suelo, hasta que escuchó la puerta siendo abierta.

—Deberías ofrecerle una disculpa a Sofía.

—¿Qué dijiste? — Ella no podía creerlo.

—La ofendiste, ella solo estaba haciéndome un favor, algo que tú deberías haber hecho desde antes que yo llegara. ¿Dónde estabas? Mejor no me diga nada, iré a ver a Sofía cómo está. Eres una inmadura Amanda. Compórtate de acuerdo con tu edad, por favor.

Se quedó con la boca abierta, con la palabra en la boca. Si de verdad fuera una inmadura, hubiera armado un escándalo, le hubiera lanzado los espaguetis sobre la cara y la salsa sobre la cabeza.



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En el texto hay: oportunidad, amor, desamor

Editado: 26.09.2024

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