Capitulo 2

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—de nuevo —grito mientras volvía la mirada hacia mí.

—uno, dos, tres! —susurre en dolor mientras una herida volvía a abrirse y trate de cerrar la de nuevo, esta vez sí ha quedado sin marcas.

—de nuevo —lo mire incrédula mientras él sonreía divertido. —no es tu mano, es la mía.

—por eso, debemos parar. —intente disuadirlo, pero mi expresión lastimera solo lo motivo. Es ya frustrante que lo haga

—esto es lo más sexy y peligroso que hemos hecho, solo una vez más. —rodé los ojos viendo como de nuevo se abría una herida en la mano y la volví a cerrar.

—solo... ¡Basta! —cerré su herida y esta vez lo escuché sisear de dolor, apreté con fuerza su mano y la sostuve entre las mías.

—lo hago por tu bien ¿Cómo esperas ser la mejor si eres débil? —mis ojos se abrieron tanto por la sorpresa como por el dolor.

¿tan poca fe me tenía?

—yo… ¿me crees débil? —murmure sintiendo mis lágrimas apresurarse a salir, la mirada dura y esos ojos rojos que se mantenían ocultos en la superficie me alteran cada átomo de mi cuerpo.

—el apellido de tu padre será un peso más grande que tus propias alas, Ahmed, si no puedes con un poco de presión ¿Cómo lograras quitarle el puesto a tu hermana? —mi confusión llego más rápido que la asimilación de sus palabras. ¿puestos? Negué varias veces.

—yo no quiero eso. —dije con firmeza y su acercamiento me lleno de miedo.

—pues si tu no lo quieres las harán luchar hasta que solo una quede en pie —el rojo de sus ojos me lleno de terror, quise soltar su mano e irme de allí, pero ahora es él quien la sujeta con fuerza. —¿no me crees? Te lo demostrare. —antes de que pudiera quejarme de nuevo, su fuerza me empujo a seguirlo.

Caminamos por los pasillos de la escuela hasta llegar detrás de los jardines, todos están en clases y justo allí afuera están un grupo de adultos conversando.

No nos miran, están absortos a lo que sea que estén conversando.

Él me dice que guarde silencio y mi propio miedo no me deja ni hablar.

—¿ya las vistes? Puede que estas sean las ultimas —con ese comentario todos comenzaron a reírse.

—que sean completamente iguales ya lo vuelve aún más problemático —todos asintieron con expresiones de disgusto.

¿de quienes están hablando y porque Samuel quiere que escuche esto?

—pensé que las criarían en casa, son un problema

—se creen demasiado. Por ser las elegidas —todos parecen estar disgustados con las personas de las que hablan y mi pecho no se siente bien.

—solo falta que sean más de lo mismo.

—niñas de papi. —sus risas me dejaron en completo shock.

¿hablan de nosotras?

—sí, escuche que una de ellas es un verdadero problema ¿la asesinara?

—lo dudo, aun es pequeña, seguro intentará moldearlas, la que mejor le salga, esa será —con horror y más dudas que respuestas.

—seguro que serán tan mediocres que apenas alcanzaran algo en la historia —todos se rieron y Sam nos obligó a salir de nuestro escondite.

—¿y tú que haces aquí? —los escuche susurrar entre ellos al mirarnos.

—¿hablan de esta mediocre? —ellos me miraron, sus miradas despectivas me hicieron sentir aún más pequeña.

—que lo diga ella… —uno de ellos se animó a hablar y Sam soltó mi mano, animándome a que me acerca a él.

El tipo se arrodillo frente a mí y con mis puños apretados lo tome de las mejillas. Sus amigos se rieron hasta que vieron como el pobre hombre comenzaba a ponerse pálido.

—¡suficiente! —Samuel me aparto de él y todos vieron como el tipo apenas era piel y huesos.

—ustedes… no hablaran así de mi o mi hermana —mi furia fue tal que los hombres iban a arremeter contra mí y Samuel, hasta que sus ojos se fueron más allá de ellos, ambos nos giramos y vimos a mi padre. Observando todo desde dentro del edificio y una sonrisa llena de satisfacción en sus labios me lleno de terror.

—¿vez? Si no aprendes o te vuelves buena o lo suficientemente temida —dijo en un susurro bajo tomando mi mano para llevarme lejos de allí.

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