Amatista

Capitulo 5: Ander

La primera noche, las cosas no salieron muy bien para Ander y Min. 

Cuando salieron de camino a cumplir "su misión" las cosas fueron más complicadas de lo que imaginaban.  No sólo por el hecho de que desconocían la gran mayoría de todo lo que había a su alrededor, a pesar de haberlas estudiado, sino porque a pesar de tener un elemento esencial para llevarla a cabo, está no parecía funcionar muy bien en el lugar donde se encontraban. 

Se trataba de una brújula, pero no era una común y corriente, está funcionaba gracias al poder de estabilidad y lucidez de la Lapislázuli, un fragmento de material duro de color azul.  La Lapislázuli podía guiarte hasta aquello que buscabas de forma precisa, sin errores, pero lamentablemente esta vez no fue así.

Min guiaba a su amigo con aquel pequeño objeto, redondo y gris que llevaba la Lapislázuli en el centro. Siguiendo el trayecto que les marcaba la brújula, se suponía debían encontrar el "Ámbar" otro fragmento de material duro pero que a diferencia de la Lapislázuli este podría ayudarlos a mantener su forma humana, pero está sólo los llevó a los Bosques de Palermo. 

Esa noche hacía mucho frío y el cielo estaba relampagueando. 

—Espero encontremos el "Ámbar".
 


Dijo seriamente Ander mientras seguía a su amigo.

—Posiblemente se encuentra en algún lugar parecido a un río o algo así.
 


Habló Min mientras miraba a su alrededor. 

—Creo recordar que por aquí hay una laguna según los mapas.
 


Agregó.

—ÓJala este ahí, no quisiera pasarme el día encerrado. 
 


Se quejó Ander y ambos escucharon un fuerte trueno, seguido de este comenzó a llover.

Min, quien tenía la brújula en su mano izquierda, por ser zurdo, pudo ver cómo la aguja de esta comenzó a girar con velocidad. 

—¡Esto es genial!
 


Decía Ander mientras miraba hacia el cielo, extendiendo sus brazos, dejando que la lluvia le refrescará el rostro y empapará todo su cuerpo sin percatarse de lo que su amigo estaba viendo.

—Ander, creo que tenemos un problema.
 


Dijo Min sin dejar de observar los extraños movimientos de la brújula que seguía sin detenerse.

Ander miró a su amigo quien estaba de pie sin moverse.

—¿Me vas a decir que los humanos no se dejan empapar por la lluvia y por eso deberíamos regresar?
 


Preguntó con algo de fastidio, pues la regla era comportarse lo más humanamente posible.

—No, mira esto.
 


Respondió mientras le enseñaba la brújula.

Ander se acercó al más bajo, observó frunciendo el ceño la brújula y le pareció algo realmente extraño. Aquel objeto no podía estar comportándose de aquella manera debido a la influencia del Lapislázuli. 

—Creo que lo rompí.
 


Dijo Min algo apenado y sintió como Ander posaba su mano en su hombro. 

—No la has roto.
 


Le dijo mirándolo, mientras el agua de la lluvia le empapaba a ambos.

—A lo mejor las propiedades de la lluvia causan algún efecto secundario en la Lapislázuli.
 


Agregó y le dedicó una pequeña sonrisa a su amigo.

—Entonces, deberíamos regresar y buscar el Ámbar mañana.
 


Propuso el asiático mientras dejaba de llover y la aguja de la brújula se iba deteniendo.

—No, eso sí que no.
 


Dijo Ander cruzándose de brazos.

—Pero con su inestabilidad perderíamos tiempo.
 


Le explicó Min.

—El tiempo se echaría a perder de todas maneras.
 


Insistió el más alto, realmente no quería irse.

—Bien, pero mirá.
 


Dijo el contrario enseñándole nuevamente la brújula.

—Parece que ahora el Ámbar está en sentido inverso al que veníamos siguiendo.
 


 

—Bueno, vamos allá.
 


Dicho esto, Ander estaba a punto de comenzar a caminar pero su amigo lo detuvo tomándolo suave del brazo.

—Olvidalo, Ander.
 


Exclamó cuando esté volteó a verle.

—Volveremos mañana, realmente creo que no funciona bien.
 


Agregó.

Ander soltó un bufido debido a las palabras de su compañero.

—¡Si tú lo dices!
 


Dijo molesto pero cediendo. 

Y así fue como estaban dispuesto a regresar, pero Ander se sorprendió al ver a unos pocos metros de distancia al chico colorado de antes junto a la joven de cabello rizado y se detuvo.

—¿Qué sucede?
 


Preguntó Min al ver a su amigo detenerse y notar la  expresión de sorpresa en su rostro.

Ander al oírlo, se despabiló moviendo levemente la cabeza de un lado a otro.

—Nada.
 


Respondió de inmediato el joven de ojos grises.

—Ya volvamos al santuario.
 


 

—Sabes que en realidad es una casa, ¿cierto?
 


Dijo Min en un tono burlón para molestar un poco a su compañero quien sólo giró los ojos y al segundo soltó una leve risa.

—Lo que sea.
 


Agregó.

A eso de las 12hs de la noche, ya estaban de nuevo en la pequeña casa, allí cada uno había elegido una habitación por lo que no tuvieron problemas en cuanto a la comodidad. Pese a esto, Min se quedó con Ander como hasta las tres conversando y ya después de pasada esa hora cada uno se quedó en su cuarto estudiando y repasando nuevamente la información sobre este nuevo mundo en el que estaban.

Ander, estaba un poco distraído, por alguna razón no dejaba de pensar en el chico colorado con el que se había cruzado, pero no sólo pensaba en él sino también en esa molesta chica que se atrevió a enfrentarlo.  

«¿En verdad los humanos son tan torpes y extrovertidos?» se preguntaba a sí mismo y allí a las imágenes de aquel momento volvían a recorrer su mente.  Aunque no era lo único que le preocupaba, mañana sería un día largo y al hechizo que ahora les daba apariencia humana le quedaba poco tiempo para que perdiera sus efectos por eso debían encontrar el Ámbar cuanto antes. 




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