Amatista

Capítulo 13: el Cordewa y el Brahmaparush

El Alp, se retiró del cuarto de la mujer a gran velocidad. 

Kate quedó paralizada por unos pocos segundos, pero rápidamente reaccionó y se asomó a la ventana para observar lo que estaba pasando. 

La ventana tenía las persianas bajas, por lo que tuvo que hacer un pequeño espacio con sus manos para poder ver a través de ésta, al hacerlo pudo ver a su hija sentada en el piso, mientras un joven parecía estar ayudándola. 

La morena, no lograba comprender la situación, ni tampoco veía al demonio, de sombrero, por allí. 

«¿Qué habrá querido decir con "yo me encargo"» se preguntaba antes de recordar la voz masculina del Alp preguntando acerca de la piedra del Ámbar.

La realidad era que Kate, por más que fingía no entender sobre el tema, sabía más de lo que cualquiera podría llegar a imaginarse. 

Rápidamente, la mujer reaccionó y se dió cuenta que tal vez ésta era su única oportunidad para advertir a Óscar. 

Bajó las escaleras de forma cuidadosa y veloz, esperando que el Alp estuviera lo suficientemente distraído como para no notarlo, y fue por su cartera. 

Una vez que tenía el objeto en sus manos y buscó su celular dentro, sentía como su corazón comenzaba a acelerarse y al hallar el teléfono lo tomó entre sus temblorosas manos, dejando la cartera nuevamente sobre el sofá. 

Abrió la casilla de mensajes y le escribió a Óscar. Le costó un poco, debido al temblor de sus manos tecleaba mal al escribir, pero finalmente logró enviar el mensaje. 

Volvió a dejar el teléfono donde estaba y corrió escaleras arriba, desesperada y aterrada por ser descubierta, pero no sólo estaba preocupada por ello sino que no dejaba de pensar en su hija y en la posibilidad de que estuviera en peligro.

Al regresar a la habitación, corrió hasta la ventana nuevamente, esperando ver al Alp o a su hija, pero no había nadie afuera.

—Al final, no me necesitaban.
 


Dijo el Alp, tomando por sorpresa a Kate. 

La mujer sintió como una mano ajena se posaba sobre su hombro al estar de espaldas mirando por la ventana, por lo que se sobresaltó un poco.

—No temas, Kate.
 


Volvió a hablar el Alp, cuando la morena se giró a verlo.

—¿Qué le pasó a mí hija?
 


Preguntó esperando una respuesta que en realidad sabía que no tendría.

—Lo importante aquí, es que me digas ¡¿Dónde está la piedra del ámbar?!
 


Dijo el demonio al principio de forma tranquila para luego acabar gritando.

La mujer se cubrió sus oídos ante tan fuerte grito, al mismo tiempo que apretaba sus ojos, aterrada.

—¡No lo sé!
 


Mintió.

El Alp, podía oír los latidos de la mujer, estos estaban a un ritmo bastante acelerado. Él olía su miedo y sabía que estaba mintiendo.

—No me mientas.
 


Dijo agarrándola, con una sola mano, del cuello.

Kate sintió la presión de la mano ajena apretando su garganta. Llevó sus propias manos hasta ésta, intentando librarse del agarre.

El demonio observaba como la cara de la mujer se ponía roja y comenzaba a sudar. Le parecía atractiva y le gustaba verla así, le excitaba, pero decidió soltarla.

La morena cayó de rodillas en el piso, respirando de forma agitada mientras tomaba aire, por momentos creyó que moriría. 

—Por ahora no te mataré.
 


Le dijo el ser con su apuesta apariencia de hombre, acomodándose su sombrero.

—Pero si no me dices dónde está la piedra, lo haré.
 


Agregó inclinándose ante ella para verla mejor.

Kate, ya algo más tranquila, al recuperar el aire, elevó su mirada hasta el demonio sin decir una palabra.

—Te quedarás encerrada y cuando regresé, espero saber dónde encontrar el Ámbar o tendré que matarte.
 


Le dijo al mismo tiempo que salía de la habitación. Cerrando con llave la puerta -llave que tomó de abajo antes de subir a la habitación-.

La mujer sólo se quedó allí, observando como la puerta se cerraba ante ella, esperando que Óscar recibiera aquel mensaje pronto, porque no pensaba decirle nada a aquel demonio.

///
 

Ander, Ámbar, Min y Darién fueron hasta el apartamento de Dana, esperando encontrar al ser mágico allí. 

Durante el camino, Min le preguntaba a Ámbar cada cinco minutos cómo se sentía, obteniendo una respuesta positiva por parte de la rubia. 

La joven no comprendía por qué y los muchachos no decían nada al respecto. Lo principal para ellos era hallar a Crystal.

Al llegar al apartamento de Dana, llamaron a la puerta esperando ser atendidos por la rizada, pero se encontraron con la ancha figura del padre de la joven.

—Ah, hola Darién.
 


Habló el hombre al verlo entre los otros dos chicos y la rubiecita de ésta mañana.

—Dana no está en casa, se fue.
 


Agregó de inmediato.

—¿Y sabe dónde?
 


Preguntó Darién al mismo tiempo que Min y Ander comenzaban a sentirse intranquilos.

—No tengo idea, mandalé un mensaje o llamada.
 


Le respondió el hombre mayor y cerró la puerta. 

—Maldita sea.
 


Soltó Ander con exasperación.

—¿Y ahora cómo encontraremos a Crystal?
 


Preguntaba Min, caminando de un lado a otro por el pasillo.

—Calmensé.
 


Dijo el pecoso al ver los comportamientos de ambos vampiros.

—Vengan a mi casa, llamo a Dana que debe estar con Ethan y Crystal; y después nos explican qué está pasando.
 


Propuso a ambos mientras éstos lo observaban.

Ámbar comenzaba a sentir que su cuerpo le pesaba, pero no dijo nada y apoyó la causa, por lo que todos fueron a casa del pecoso.

Una vez dentro, Darién saludo a su mamá que estaba preparando algo de comida y le presentó a los tres jóvenes. Luego todos se encerraron en su cuarto.

Allí, el colorado envió un mensaje a Dana.

Ámbar se sentó sobre la cama, además de pesarle el cuerpo, ahora se sentía algo mareada.




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