El desierto es como un Río de Oro. Cotejado por el fuego lento del atardecer del sol. El calor de sus rayos desnudan las almas en el oasis, una tierra prometida que esta en el corazón de un reina. Que emprende un viaje por las arenas del desierto, así un Valle Imperial que la espera.
Pero aquel desierto también viene lleno de tormentas, de maldad, culpa y justicia. La muerte de ilusiones o sueños insaciables, dando pie a un largo linaje de orgullo y pasión. Dando paso al viento que modifique todo a su camino. Entre el atardecer del horizonte, entre colores otoñales, como oros bruñidos de rojo. Se alza entre cordilleras de Samaria hasta Túnez, una gran fortaleza de antigüedad.
Un desierto ardido bajo el sol, duro y poco acogedor hasta las lejanas montañas. Carretera que cruzan formando cintas grises de asfalto que se prolongan despiadadamente. Una joven emprende un viaje por las arenas del desierto en busca de un tesoro, en busca de su propio destino. Ella soñaba con el desierto. Soñaba con dunas bajo el sol abrasador y con el agua azul turquesa. Soñaba con oasis entre palmeras. Soñaba con un príncipe que tenía los ojos verde como la esmeralda y que podía dar órdenes a los ejércitos.
— ¡Ámbar!.
Él la llamaba, pero ella siguió avanzando sin mirar atrás. El suelo se abría bajo sus pies y caía…
— ¡Ámbar, despierta!.
Se incorporó entre nubes de algodón. Esa voz no coincidía con la imagen. La voz de él era profunda y muy viril. La otra voz era femenina y burlona.
— Mmm…
— Las siete. Vas a llegar tarde a la entrevista. — le dijo su amiga Laura.
Ámbar se pasó los dedos entre el pelo. Todas las noches tenía el mismo sueño. Afortunadamente, cuando se despertaba estaba en Estados Unidos, no en el desierto. La luz entró en habitación acristalada y Lali sintió alivio al darse cuenta de que el suelo no se abría. Para ella era un extraño sueño.
— Tengo que ducharme antes de esa entrevista.
— Cuando seras que te levantaras sin tener esos sueños raros que tienes. — le dijo su amiga que siempre estaba pendiente de ella. Y le había llevado un café que había puesto sobre la mesita de noche.
— No puedo quitarme ese sueño de mi cabeza, Laura es como una tela araña que nunca puedo quitarme de encima. —hablaba con Laura mientras esta le sacaba la ropa del armario.
— La verdad no se que pasa contigo Ámbar, cuando vas a ir a visitar a tu abuela Latifah. Debe estar muy sola en esa gran casa que se compro hace tantos años.
El día resplandecía por el sol de primera hora de la mañana y una leve neblina en el lugar, Ámbar miraba por el ventanal del apartamento. Llevaba meses con el mismo sueño y una sensación de vacío en el pecho que nada podía llenar.
— ¿Quieres hablar de eso Ámbar del sueño? — le preguntó Laura mirándola.
— No hay nada de qué hablar.
Ámbar se apartó del ventanal y se fue a vestir. No estaba de humor esa mañana no quería ni que le hablara sus amiga, solo quería ir a la entrevista de ese día. Para ver si encontraba algo para ella. Estaba cansada que su abuela la manteniera como si fuera una vaga en el mundo. Eso era lo que no le gustaba de su vida tener una familia multimillonaria, aunque siempre Ámbar se preguntaba de donde su abuela sacaba tanto dinero y sin trabajar. Y para colmo tener un físico parecido a el de ella. Como le decía su abuela Latifah. “El rostro de una reina para reinar” pero la vida era otra cosa, así que tenía que ganarse la vida.
— No se porque te la pasas pensando tanto Ámbar. — le decía su amiga a su lado cuando bajaban por el ascensor. — Imagínate negar a tu abuela, como si no supiera que ella es la millonaria más excéntrica de New Jercy.
— Te dije que no mencionaras a mi abuela en todo esto. —le contesto molesta Ámbar a Laura. — Y por favor vamos que voy a llegar tarde a la entrevista que tengo. —salieron apuradas del ascensor que Ambar no se dio cuenta que alguien las seguía a las dos.
— No se porque tengo que soportar tus ataques locos Ámbar. —le dijo Laura con cara de cansada. — La verdad que no se…
— ¿Sabes porque?. Soy la única amiga que tienes así que es mejor llevarte a la entrevista, te dejo y me voy a mi trabajo y por favor Ámbar, me llamas para ir a buscarte. — le dijo Laura arrancando el auto.
Ámbar iba pensando en lo que tenía que decir, en aquella entrevista. También en su amiga Laura por lo que le había dicho sobre su abuela. En serio que Ámbar necesitaba ir a ver a su abuela la excéntrica de Latifah Mojameh Dupom. Eso era lo que más le intrigaba de su abuela de donde ella provenía porque siempre negaba su origen árabe. Ella siempre se preguntaba como había sido la vida de su abuela, si en vperdad vivió en el desierto y donde.