Ambición

Capítulo 16

"Caos general".

Dévora.

Ocupamos parte de la mañana en volver a la empresa a atender asuntos pendientes con los inversores que requerían de nuestra presencia. El caos de la noche anterior se autoamerita el título. Es noticia fresca por todo Londres, y quizás hasta del mundo.

Ahora sentada en el sofá de la habitación chequeo un nuevo artículo sobre lo sucedido. Mi foto está plasmada en el papel como la principal víctima del ataque. Se habla detallada y exageradamente de la manera en que sucedieron las cosas y ni mencionar el hecho de que estoy muerta.

Mi madre me llamó a penas vio la noticia de mi supuesto fallecimiento en un periódico online. Mi reacción fue tan incrédula que aveces creo desconocer el mundo en el que trabajo, eso y que las personas son capaces de decir lo que sea con tal de ganar fama a costillas de otro.

—Literalmente la ultraexageración supera al argumento —comento con la mirada fija en el periódico—. Según esto, yo estaba rogando por mi vida. Pobre Dévora Smith.

Ryan ríe desde la cama.

—Al menos no dice que moriste —se burla.

—Créeme, prefiero eso a que digan que yo estaba rogando —frunzo el ceño—. ¿A quién le cabe eso en la cabeza?

—A mí.

Lo miro mal.

—Dévora Smith —leo en voz alta—, principal víctima del incidente y además una de las directoras de la empresa donde se celebró la gala, estuvo a todo y a nada de su último aliento. Según fuentes, la víctima lloraba rogando por su vida mientras ambos agresores le apuntaban el corazón —detengo la lectura para mirar a Ryan—. Apuntaban a la cabeza.

Él tuerce los ojos.

—Así es el periodismo, víbora. Fama para ellos, mentiras sobre tí.

—Bueno —sigo leyendo—. Ella y su compañera y amiga Jasmine Aspen, fueron afortunadamente salvadas por el director Ryan Grayson, quien actualmente, se denomina como esposo de la víctima principal.

—Esto sí me interesa —Ryan me interrumpe posando toda su atención en mí—. ¿Ves? Algo coherente.

—¿Perdona? —le digo—. A Jasmine la respaldé yo.

—Y a tí yo. Un segundo más y tuvieras plomo en la frente —me guiña un ojo—. De nada.

Tuerzo los ojos apartando el periódico a un lado.

—En fin, esto es basura.

—Y no sé tú —dice poniéndose de pie—, pero yo pienso bajar a almorzar.

—Sí, yo también. Deja y le aviso a los demás.

Me levanto buscando mi celular para llamar a nuestros compañeros y quedamos en vernos en el restaurante. Estando allí todos ocupamos una mesa, donde transcurrimos el horario del mediodía con variedad de comidas.

El principal tema de conversación son los chismes de la prensa y lo sucedido anoche. Ya me repugna hasta hablarlo. «O sea... ¿Dévora Smith rogando por su vida?»

—¿Quieres que pare a la prensa, nena? —me pregunta Jas—. Puedo hacerlo.

Niego.

—No. Da igual. Bueno o malo, están hablando de mí, eso me hace importante.

—Además, la verdad está plasmada en el periódico más importante de la ciudad, ¿no? —comenta Noah—. Eso es un beneficio.

Asiento.

—Lo único que sé es que en donde sea, yo soy el héroe —murmura Ryan a mi lado acomodándose en el espaldar de la silla.

Culminamos el almuerzo a la vez que todos nos ponemos de acuerdo en disfrutar el resto del día, ya que es el último. Hoy celebran una fiesta en la piscina así que nos dirigimos hacia allá. Pero antes, soy arrastrada por Jasmine a la habitación en busca de un bañador, ya que soy la única sin uno.

—Anoche no terminaste de contarme —dice.

—O sea que lo del bañador era una excusa, querías echar el chisme —la acuso.

Ella ríe.

—Eso y que quiero ver a Ryan babear un poco. Cámbiate ya.

Niego con la cabeza a la vez que rebusco en mi maleta un bañador. La prenda que elijo es de dos piezas en color blanco y encima ocupo un pareo del mismo color.

—Te queda genial —comenta.

—Lo sé —le guiño un ojo y me paro frente al espejo para confirmar lo buena que estoy.

—Ahora cuéntame.

—¿Qué quieres que te diga?

—Lo que te pasa con Ryan —me señala—. Sin peros ni excusas.

—Eso ya lo sabes.

—¿Que estás enamorada? Sí.

Volteo de inmediato.

—No estoy enamorada —rehuso—. Es solo atracción.

—Sí, claro. Atracción —me vacila—. ¿Siempre se te vuelca el corazón con cada persona que te atrae?

—¿Cómo sabes que...?

—No lo sabía. Pero ahí está tu respuesta —la veo esbozar una sonrisa de malicia—. El idiota y la víbora, juntos por el amor.

—Ay cállate —le lanzo una de las almohadas sin lograr que se calle.

Acto seguido tomamos el rumbo hacia la piscina, donde los demás ya nos esperan en dos mesas unidas con bebidas. El lugar está atestado de personas, tanto dentro como fuera del agua y parejas bailando por los alrededores.

Jasmine me hace gestos disimulados para que me percate del idiota que no me pierde de vista y la malicia se refleja en esos zafiros que con intensidad me vacilan.

Los chicos no pierden tiempo a la hora de aventarse a la piscina, a excepción de Rose, Robert y yo, que nos quedamos en las tumbonas como ancianos refunfuñones. Jasmine, Dominik, Sebastián, e incluso Noah se raspan la garganta de tanto vociferar mi nombres para que los acompañe pero ni caso.

Cierro los ojos relajándome bajo el calor del sol y no los abro hasta que mis párpados se oscurecen ante la silueta de Ryan que se interpone en frente mío.

—Seré breve —murmura de brazos cruzados—. Vamos al agua.

—No ahora —lo ignoro cerrando los ojos nuevamente—. Más tarde.

—Bueno.

Y no sé en que momento pasa pero cuando los abro nuevamente, ya estoy en los brazos de Ryan, quien corre conmigo antes de lanzarse al agua con los gritos de nuestros amigos de fondo.

Emerjo mirándolo de mala gana y él no se inmuta.

—Muy maduro —espeto.

—Muy aburrida —me la devuelve.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.