Cada uno de los días pasan con normalidad, mi vida no es precisamente el reflejo de la diversión.
La alarma suena para levantarme y sin ánimo alguno abro los ojos tomando el celular, apagando el repetitivo sonido cuando me doy cuenta que es la cuarta alarma.
Me levanto de la cama estirando mis brazos con pereza, infringiendo energía moral para no quedarme recostada, —Necesito el dinero y es muy tarde, tengo que apurarme o no llegaré—.
Trotó al baño para lavarme la cara y así poder despertar de una vez por todas.
—Y aquí va, otro día de mi agonizante vida, —Dramatice diciendolo a la nada.
Tiro mis prendas del pijama para cualquier otro lado ya que no tengo tiempo para ordenar hoy, no escuche ninguna de las otras alarmas y eso me quitó mucho tiempo, —Es probable que si la haya escuchado pero la apague en mi modo zombie—.
No puede pasarme a mí, no en mi primer día de trabajo ¡Por dios!
Prácticamente corro hacia mi armario sacando ropa cualquiera, el uniforme aun no me lo entregan.
Salgo de mi casa cerrando con doble llave la puerta, guardo las llaves en mi mochila de forma apurada y a lo lejos observo el bus que necesito tomar.
—¡Joder! —Corro cruzando la vereda hacia la parada mientras veo como el bus se mueve a paso rápido.
¡Si no me apuro no llegaré!
Con todas mis fuerzas corrí más rápido llegando justo a tiempo para entrar.
Respiro cuando ya estoy dentro, algunas personas que ya van dentro me miran como si fuera lo más extraño que vieran en su vida.
Soquetes, como si nunca hubieran visto a alguien a quien se le iba el bus.
—¿Tarde otra vez? —Pregunta el conductor con una sonrisa mientras yo asiento agotada sentándome en la silla del copiloto.
—Buenos días, Marco, —Lo saludo con mi respiración dificultosa, —¿Qué tal va la mañana?
—Todo bien querida Freya, —Le sonrió y él se dedica a ver el camino yendo por su ruta habitual.
—¿Qué tal está su esposa? —Pregunto para no caer en un silencio incómodo.
—Oh, Valentina está algo enferma... —El tono triste abunda en su voz haciendo que un nudo se atore en mi garganta.
—Lo lamento tanto... —Miro hacia la ventana procesando sus palabras.
Valentina y Marco Valencia fueron quienes me ayudaron a pasar el luto después de ese día, agradezco mucho que estuvieran para mí, no sé qué hubiera hecho de no haber sido por ellos.
—Si es que necesita ayuda con cualquier cosa no dude en llamarme, —Ofrecí con una sonrisa triste.
—Te lo agradezco hija —Me sonríe y observo que mi parada está cerca.
—Bueno, me bajo ahora, —Me despido, —Ten una buena mañana, Marco.
—Buen primer día para ti también querida Freya, —Asentí mientras las puertas se abrían para mi.
Vi como el bus se marchaba, suspire y mire hacia adelante donde se encontraba la cafetería donde comenzaría a trabajar desde hoy.
Suspire entrando al local donde ya está Felipe.
—Llegas tarde.
Me muerdo la lengua para no decir, —Solo fueron 8 minutos—. En cambio asiento en su lugar bajando un poco la cabeza repitiendome que no estoy para desperdiciar oportunidades y perder dinero.
—Lo siento, no volverá a suceder.
—Te lo dejaré pasar solo esta vez Freya, —Me sonríe y va al mostrador sacando lo que pienso es mi ropa, —Ten, ve a cambiarte allá atrás.
—¿Hay alguna habitación, baño? —Pregunto mirando hacia donde me indico.
—No en realidad, pero puedes ir a mi oficina, desde mañana debes venir con el uniforme desde casa, —Explicó con una sonrisa.
—Entiendo.
Fui hacia donde me indico y cerré la puerta, me desvestí de manera rápida hasta que sentí un sonido en la ventana que no había visto hace un momento.
Me giré hacia ella y no había nadie, hago una mueca confundida y le resto importancia, —A de ser un gato—, Pensé.
El uniforme definitivamente no me queda bien, —No Freya, no es momento de exquisiteces—.
Salí de la oficina dispuesta a trabajar.
—Ve a atender a esa persona, —Indica dándome un lápiz y una libreta, —Espalda recta, bonita sonrisa y amable, —Me da un golpecito en la espalda y cuando camino hacia allá me giro hacia él y me indica que sonría haciendo lo mismo.
Antes de salir sonrió y fui hacia su mesa y hablé.
—Bienvenida a Sweet coffee ¿Qué desea ordenar? —Observó a la chica la cual llevaba gafas de sol sonreírme y hago lo mismo con amabilidad.
—Quisiera la carta, jamás había venido aquí, —Asiento y vuelvo adentro con rapidez tomando uno de los menú que hay sobre el mostrador.
—Usted me dice cuando esté lista para ordenar, —Le digo y ella asiente.
—Lo haré.
—¿No desea ir a una de las mesas de adentro? —Le pregunto y ella niega.
—Está bien aquí.
—Por el frío digo, —Digo torpemente arreglando mi impulsividad.
—No, está bien, —Me sonríe.
Asiento y miró hacia los lados cuando la escucho hablar de nuevo.
—Deseo un Cappuccino, —Me devuelve la carta con una sonrisa a boca cerrada mientras yo lo escribo en la libreta.
—¿Algo más? —Preguntó con la vista en el papel.
—Dos croissant de chocolate, —Asiento y escribo nuevamente.
—Tarjeta o efectivo, —La observó sacando su billetera.
—Efectivo, —Revisó la cantidad de cada uno.
—Un momento por favor, —Camino dentro para hacer la boleta poniendo la información necesaria en la máquina, mientras se imprime me permito observarla a lo lejos.
Una parte de su cabello rojizo está en ambos lados de su rostro mientras la mayor parte de el esta amarrado en una coleta alta.
Con la boleta ya impresa camino hacia ella mencionando el precio, luego de que ella pagara prácticamente corrí hacia dentro dejando ambas cosas en el mesón para preparar su pedido..
Prepare rápidamente el café espresso en la maquina para vertirlo en una taza para luego poner encima leche fría en la jarra hasta el nivel minimo, luego de encender el dispositivo y que el café ya esté mezclado lo puse en una taza para servirlo, por último agregue la espuma de leche sobre el cafe.