"Pero te quise, y te quiero, aunque estemos destinados a no ser"
—Julio Cortázar.
[Roman]
21:00 PM.
Tomé la mano de Melissa, la llevo adonde está mi madre, de ésta manera sé que no me dirá que no.
—Oye mamá— se da la vuelta, nos ve de la mano y sonríe —. Llevaré a Melissa a dar una vuelta.
—Ay que lindos se ven juntos ustedes dos, pero Roman.. la cena.
—Cenaremos luego, es que ella necesita tomar aire y yo quiero ayudarla en lo que sea necesario.
—Bueno, está bien, pero no regresen muy tarde los estaré esperando.
—Claro mamá gracias.
Con Melissa salimos de la casa.
—¿Roman? ¿hay algo que debas decirme?.
—¿Ah, de qué?.
—¿Qué fue lo de hace rato? Tu mamá.
—¿Qué dijo?.
No, no, Mels no me obligues a mentirte.
—Ella dijo que nos vemos lindos juntos.
—¿Ah si? No la oí, pero ¿y qué? Claro que tú y yo nos vemos lindos juntos.
—¿De qué sentido? Me doy cuenta que no es la misma forma, no soy estúpida.
—Ah Melissa ¿es una sorpresa para ti de que a mi madre le encantaría que seas mi esposa?.
Melissa soltó mi mano y me ve con asombro, se ve que no lo había notado hasta ahora.
—Si, lo es— murmuró —. Estoy muy sorprendida ¿tu esposa yo?.
La abrazo, ella no me corresponde.
—Si, pero no importa, tú y yo somos amigos y no nos pasa nada, no te pongas extraña ¿puedes olvidarlo?.
Nos alejamos, me mira y asiente.
—Eso creo.
—Bien, tengo llaves ¿vamos en auto o prefieres caminar?.
—Depende, no recuerdo que me hayas dicho a que hora se encontrarían.
—De nueve y media hasta las diez.
—Auto.
Entramos al auto, ya en el camino veo a Melissa quitarse los zapatos sube sus pies al asiento, no se da cuenta que la miro, se suelta el cabello, ella me ve.
—¿Y creés que irá?.
—Espero que si, no sabes como estoy, no quiero que lo nuestro acabe, no así, no si aún nos amamos, Lisa.
—No sé pero, yo la voy a odiar si no tiene el valor de venir, no quiero que te lastime, Roman.
Al llegar esperamos adentro del auto, Melissa está en una llamada con el idiota de Joaquín no lo entiendo, de no ser por mi él jamás hubiera podido acercarse a Melissa y ahora me acusa de querer separarlos o de estar en medio, no sé que les pasa a todos. Melissa aparta su celular.
—Eh ¿la llamaste?.
—Si, no contesta.
—Roman, ya han pasado quince minutos de las diez, no vendrá.
Salgo del auto molesto, vuelvo a intentar llamarla, no contesta, casi no siento el frío, unas lágrimas me caen, lo intento una y otra vez, terminé estrellando mi celular contra el suelo, Melissa viene hacía mi casi corriendo, impedí que se cayera atrapandola, sus agujetas estaban sueltas, ella me abraza fuerte.
—Oye Roman no todo está perdido.
—Claro que no, vamos.
—¿Qué? ¿a dónde?.
—A buscarla.
—¿A su casa? ¿estás loco? Sus padres no te pueden ni ver.
—No me importa tengo que impedir que se vaya.
Veo a Melissa levantar mi celular del suelo, entramos al auto, aumento la velocidad, en unos minutos llegamos, salimos del auto, la casa está apagada, veo a Hailey salir junto a sus padres, ella está llorando, me acerco sin pensarlo dos veces, sus padres me ven enfadados, no le permitieron a Hailey acercarse a mi.
—Hailey— no sé que decir —. Yo lamento mucho todo lo que pasó, jamás deseé que mi familia arruinara a la suya no tuve parte en eso, entiendo que deban irse, pero amo a Hailey más que a mi vida por favor no me separen de ella porque yo estoy dispuesto a dejarlo todo por ella, la cuidaré lo prometo.
—Mamá, papá, yo no me quiero ir, Roman es la persona que más amo en el mundo, se los suplico no me alejen de él, estaré bien si me quedo por favor.
—Eso es lo que él te dice ahora, pero cuando su madre se entere de esto verás como todo cambiará. Roman, no tengo dudas de que se aman, pero eso jamás podrá ser y eso agradecele a tu madre, vamos.
[Melissa]
10:30 PM.
Los padres de Hailey se dirigen al auto a guardar sus cosas, Roman y Hailey se besan, era tan notable el profundo amor que ellos se tienen, me quedé viéndolos como una idiota preguntándome si acaso yo tengo algo tan fuerte con Joaquín, yo si lo amo, pero ¿él haría todo esto por mi?.
Quedaron abrazados, quise golpear a la madre de Hailey por atreverse a separarlos ¿cómo pueden los padres sobreponerse con la felicidad y el amor de sus hijos? La odiosa imagen de mi mejor amigo ser separado de su gran amor me golpeaba el pecho, un nudo se formaba en mi garganta, me resistía a caer en lágrimas, ellos se fueron, abracé a Roman.
—Roman, vamos.
Él está muy ocupado secando sus lágrimas como para abrazarme, llevó su mano al bolsillo de su abrigo, me apartó, tomó mi mano dejando sus llaves en mi mano.
—¿Qué haces?.
—Ahí tienes las llaves vete.
Logré tomar su abrigo.
—Espera ¿qué? ¿a dónde vas? Tu mamá dijo que regresemos.
Se da la vuelta.
—No importa a donde vaya, quiero estar solo y mi mamá que se vaya al infierno.
Intenta irse pero sujeto su abrigo con más fuerza.
—No, no te dejaré solo, Roman, a donde vayas iré también, por favor regresemos juntos, dijiste que no me dejarías sola ¿por qué lo olvidaste?.
—Sólo por hoy, Melissa, por si no te has dado cuenta me siento muy mal, no quiero que me veas así, no tú, vete a casa, regresaré luego no te preocupes.
Solté su abrigo con un gran esfuerzo lo hice, no quiero dejarlo así, Roman sujetó mi brazo, besó mi mejilla y me llevó hasta el auto, él sólo esperó a que me vaya primero.
Hice una parada en mi casa, cerré las puertas, las ventanas, apagué algunas luces, voy a mi habitación preparé mis cosas, se suponía que Roman me ayudaría, mi corazón se agita con pensarlo ¿qué le diré a Clarissa? Ella me odiará por regresar sin él, no quiero ir allá, creo que debería quedarme aquí esta noche.