"Los verdaderos amigos te apuñalan de frente"
—Oscar Wilde.
[Melissa]
Martes 00:43 AM.
Llegamos, Edmond apagó el auto, lo miro enojada, él suspira cerrando sus ojos por un momento para luego mirarme.
—¿Vienes desde Europa a Canadá por un día? Dime que pasó ¿por qué decides irte tan pronto? ¿es por algo que dije? Porque siento que es mi culpa.
Negó lentamente, lo veo fruncir su ceño.
—Ya hice todo lo que deseaba, ver a mi mamá, a ti y ahora me voy, es lo mejor.
Mis lágrimas caen, odio cuando se va, más ahora que me siento tan sola, nadie lo remplaza, no es como él piensa, que ahora porque Roman es mi novio ya no quiere estar cerca y creé que ya no me hará falta. Me quito el cinturón para abrazarlo con todas mis fuerzas, sus manos se posan en mi espalda.
—No te vayas.
—Lo siento.
Me alejo de él, seco mis lágrimas torpemente, puede quedarse más tiempo pero, simplemente no quiere y no va a hacerlo. Salgo del auto, cierro la puerta, Edmond me alcanza, jaló de mi mochila de repente deteniéndome, me doy la vuelta para verlo logré notar unas lágrimas en sus mejillas, él me abrazó.
—Eres el peor mejor amigo de la historia.
—Lo sé, no creo que llegaras a entender un poco todo esto, ya no sé si pueda ser tu amigo..— Edmond besó mis labios, no lograba reaccionar de ninguna manera —. Por eso me voy
Edmond se fue, me quedé ahí congelada, mis lágrimas volvían a caer, lo dejé ir, me siento terriblemente mal, Edmond me besó y fue el beso mas cálido que recibí en mucho tiempo, me siento muy mal porque me gustó, soy una tonta, mis emociones son unas traicioneras.
Debería dejar de creer que la amistad entre el hombre y la mujer puede funcionar, Roman tenía razón cuando me dijo sobre Edmond, yo no le creí, no sé como manejar la situación. Veo a Roman salir con un cigarrillo encendido, se apoya en la pared con una mano en el bolsillo de su pantalón. Se ve tan hermoso así. Muerdo mi labio inferior, estoy tan triste por todo lo que me pasa. Me abrazo a mi misma sin poder moverme del lugar, no sé que le diré ¿y si nos vio?.
Roman viene hacía aquí, lo veo tan triste, puso su mano en mi hombro se siente pesada.
—Roman ¿qué pasa?.
Tiene sus ojos cerrados, niega con la cabeza un par de veces.
—¿Podemos irnos?.
Su brazo rodeó mi cuello, me está abrazando, botó el cigarrillo al suelo.
—¿Irnos a dónde?.
—A tu casa, no quiero estar aquí, Melissa.
Asentí automáticamente, prefirió que caminar en vez de ir en auto, la verdad me moría de frío cargando mi mochila, me congelo, Roman no parece tener frío, ha mantenido sus manos en los bolsillos y su vista al frente o al suelo, nuestras casas son algo lejanas, mis huesos empiezan a doler, presiono mis dientes, las lágrimas se salen por las esquinas de mis ojos.
Roman está muy extraño, pero en muchas ocasiones mencionó no querer estar en su casa, desde su adolescencia lo hace, un par de veces en secreto lo dejé pasar la noche en mi casa, en mi habitación, nunca me dijo de donde proviene el problema.
No dirá nada por la hora en la que regresé, que estuve mucho tiempo con Edmond, eso es lo raro, incluso cuando éramos sólo amigos me hacía preguntas y reproches, siempre me gustó eso de él, me hacía sentir bien de algún modo de verlo que se preocupaba.
En la mochila sólo llevo mi celular, mi cargador, auriculares, llaves, dinero, galletas y un precioso colgante que me regaló Edmond... ¿por qué me diste ese beso? Pero no lo culpo yo le exigía explicaciones, yo más que nadie sé sobre ver a la persona que más amas con alguien que no eres tú, duele. Por eso no me enojé como tal vez debería haber reaccionado, también me desesperaba por éste chico que me tiene caminando en medio de ésta noche tan fría.
Unos son mas valientes que otros, no sé que pasará con mi amistad con Edmond, fuimos muy buenos amigos, yo aceptaría seguir siendo su amiga sin ningún problema, no quiero perder a ese chico tan genial, me voy a deprimir en ese caso porque podría no verlo de nuevo. Estornudo de repente un par de veces, cubro mis nariz y mis labios con mis manos para darme calor, ojalá no esté resfriándome.
—Roman me muero de frío— dije intentando abrazarlo pero él se alejó con disimulo.
—Ya falta poco resiste.
Esto fue una muy mala idea.
Cuando llegamos a mi casa corrí a encender todo, tomé una ducha caliente, seque mi cabello, me vestí, salgo del baño, salgo de la habitación veo a Roman junto a la ventana sosteniendo su celular cerca de su oreja, está en una llamada, está sonriendo no tan alegre, bajo la escalera, él me ve por un momento para luego apagar su celular y guardarlo.
—Roman.
Él viene hacía mi, acaricia mi cabello, deja un mechón detrás de mi oreja.
—Vamos.
Subimos la escalera juntos, no sé que decirle, la llamada o el beso que Edmond me dio y como me sentí con eso, sigo a Roman hasta mi habitación, lo veo quitarse su abrigo.
—Roman— se voltea a verme.
—Habla, dime algo más, Melissa.
—¿Vas acostarte en mi cama?.
—Sí, si también quieres.
Se acerca a mi, tomo su mano, está fría.
—Sí.
Roman tomó mis mejillas, se acercó a besar mis labios, sus manos bajaron a mi cadera, rodeo mis brazos a su cuello sin querer separarme, Roman se ríe, levanta mis piernas, es la primera vez que lo hace, siento cosquillas, me reí también. Roman apagó la luz y cerró la puerta, me deja en mi cama.
—Terminó el paseo.
—Buuh— digo acomodándome en la cama.
Roman se acuesta a mi lado, nos cubrimos con el edredón, él me abraza, vuelve a besarme, ya no tengo ni un poco de frío ahora, su mano se mete por debajo de mi ropa acariciando mi espalda baja, deja besos en mi cuello, lo alejo un poco, casi y no lo detenía.
—Melissa.
—Ya sabes que ahora no.
—Está bien. Melly, debemos irnos de la casa de mi mamá pronto.