"Todos queremos lo que no sé puede, somos fanáticos de lo prohibido"
—Mario Benedetti.
[Clarissa]
Abro mis ojos sintiendo una extraña sensación de ser observada, encuentro a Roman de pie a mí lado, está con su celular como siempre pareciera que lo tiene pegado a la mano, siempre tan serio, me siento en la cama logrando que me vea.
—Roman, enciende la luz— pedí, me duele un poco el cuello, lo veo y sigue usando su celular ¿qué tanto escribe? Por fín levanta la mirada de ese celular, pero sólo por un momento.
—Ah te llama mi papá— avisó y se fue sin encender la luz como se lo pedí.
¿Qué fue lo que crié? Ni siquiera sabe saludar, nunca tuve paciencia con nada por eso sólo tuve un hijo, aunque mi esposo quería tener más tuvo que conformarse sólo con Roman.
Me levanté acomodando un poco mi cabello, salgo de la habitación fui a la cocina primeramente, tomé un vaso con agua, voy a al salón, me sorprendo al ver a Mackenzie con Joaquín, ay también está mi perfecta hermana menor con ellos, sonreí intentando verme amable... claro Roman notó eso, su expresión me puso incómoda.
—Clarissa— dijo Jane, se levantó de la silla para saludarme, me da un abrazo.
—Jane, que lindo verte— dije, la separo —. Hola chicos— saludé de lejos a mis sobrinos.
—Hola tía.
—Roman ¿y tu padre?.
—Afuera— contestó sin levantar la mirada.
Me voy por el pasillo hasta llegar a la puerta, la abro, lo encuentro junto al portón dándome la espalda, refriego mis brazos hace mucho frío, cierro la puerta al salir, camino hacía él.
—Adam— llamé.
Él se da la vuelta, está con su celular, al parecer estaba en una llamada, me ve detenidamente y ya sé por que, me extiende su mano, la tomé, me acercó a él, me cubre con su abrigo.
—¿Qué haces afuera vestida así?.
—Roman me dijo que querías verme ¿qué pasa?.
—Sólo quería que te despierte, yo ya tengo que irme, Clarissa.
Lo abrazo más fuerte sintiendo angustia.
—Adam, nuestro hijo está cada vez peor ¿viste lo amargado que está? Reconozco que nunca fue cálido con nadie, pero no llegaba hasta este punto, él no era así, deberías verlo todos están en la mesa y Roman está en el sofá con su celular no habla con nadie, yo creo que cuando Melissa regrese se van a separar, yo no puedo permitir que eso pase...
Nunca recuperaría mi dinero y mi hijo nunca volvería a ser feliz.
—Clarissa, la relación es de ellos, nadie debe entrometerse, sería una pena que se separen, pero nosotros no podemos hacer nada.
—Ya lo sé, Adam.
—Sólo te lo recuerdo, te conozco, Clarissa.
Me separé, en cuanto lo hice el frío golpeó mi cuerpo de repente, Adam me guía hasta adentro de la casa, cerró la puerta, me quedé viéndolo de mala manera desde que me dijo "entrometida" indirectamente.
—Pero habla con tu hijo, ya dile algo, Adam.
—Ya es grande, Clarissa, él sabe lo que hace... ya deja de verme así, está bien, hablaré con él, vamos.
—Ahora, llámalo y traelo aquí.
—¿Quieres escuchar?— preguntó algo desanimado.
—Sí— contesté decidida, Adam fue a buscar a Roman, me quedé junto a la puerta esperándolos, esto se tiene que arreglar, sonreí —. Lo que más me gusta de esto es que aquí todo lo controlo yo... debería recuperar a Melissa, ya sé que hacer si ella no va como lo planeo.
Adam viene con Roman, es sorprendente que Roman guarde su celular en el bolsillo para prestarle atención a su padre, me acerco a Adam, él pone su mano en mi hombro, Roman camina hacia la puerta, apoya su espalda en la misma, cruza sus brazos, nos ve expectante.
—Roman, con tu madre estamos preocupados por ti ¿sabes algo de Melissa?.
—No ¿algo más?.
—Hijo ya no estés así, intenta cambiar un poco tu actitud ¿cómo podemos ayudarte?.
—Dejándome tranquilo— respondió.
—Clarissa, él está borracho y mira como me responde.
—Roman, ve a darte una ducha y acuestate ahora— ordeno.
Jamás le faltó el respeto a nadie estando su padre presente, conmigo siempre hizo lo que quiso, pero con su padre no.
—¡No quiero! Estoy harto de ustedes y de que quieran controlarme la vida... Ah en especial ¡tú!— dijo señalandome, Adam le dio una bofetada a Roman, él se acercó amenazante contra su padre, tuve que ponerme entre ellos, sujeto a Roman echándole hacia atrás —. Infeliz...
—Roman, por favor basta, no seas así, lo hacemos por tu bien, vamos.
Logré llevarlo a su habitación, Roman me ve muy enojado, me alejo de él con miedo.
—Nunca más vendré aquí.
—Roman ¿cómo pudiste hacer eso? Desafiar a tu padre ¿¡te parece bien!? Ya no sé como cambiarte.
Roman se fue a dar una ducha, salió en menos de diez minutos, no lo veo con intenciones de quedarse, le agarro el brazo antes de que llegue a la puerta de su habitación.
—Sueltame, mamá.
—Roman, otra vez planeas dejar de tratarnos, hijo me duele que hagas eso, por favor quédate y olvida lo que pasó por mí.
—No, ya me tienen cansado, sin ustedes me va muy bien.
Se libró de mi agarre, salió de la habitación, baja la escalera rápidamente, voy detrás de él pidiéndole por favor que nos perdone por molestarlo.
—Deja de rogarle, Clarissa, deja que haga lo que quiera— dijo mi esposo, Roman se detuvo me anticipo a que Roman diga algo.
—Adam, cállate. Roman, por favor, una oportunidad sólo una.
Roman tenía la mirada fija en su padre, luego me ve a mí, rodea sus ojos y asiente.
—Está bien, mamá, sólo por ti.
Tocaron el timbre, Roman tenía su mano en la manija de la puerta la abre, hay una mujer de baja estatura, cabello negro que le da en la cintura, unas cejas definidas y prolijas, ojos cafés, muchas pecas en sus mejillas y en su pequeña y respingada nariz, labios gruesos y rosados, es muy linda, su ropa, su porte, cada cosa me decía que tiene bastante dinero, ya sé donde la vi, en la boda de mi hijo, ella bailó con él la gran parte de la noche, ella estaba saludando a Roman muy "amistosa" la manera en como él le respondió me deja creyendo que se traen algo, pero ella se ve muy joven para lo que intenta aparentar, ella me ve a mí.
—Leena, ella es mi mamá.
—Me llamo Clarissa ¿cuantos años tienes?— pregunté directamente.
No permitiría que Roman esté con ella si Melissa lo deja... cosa que tampoco pienso permitir.
Ella se muestra incómoda y pensativa.
—Tengo veinticinco— contestó.
—¿Segura?— pregunté desconfiada, ella asintió en respuesta de manera insistente.
—¿Y Mackenzie?— preguntó Leena agarrándose del brazo de Roman el cual la ve de repente como si fuera una desconocida.
Me enfureció de sobremanera, yo adoro a Melissa fuera de ella ninguna otra es digna de estar con mi hijo, aún así tuve que sonreír.
—¿Leena cierto?— pregunté, ella asiente con una sonrisa —. Acompañame a la cocina, necesito tu ayuda, Roman es cosas de mujeres, puedes esperar allá con los demás.
Roman se sacó el brazo de Leena del suyo y sólo se fue sin decir nada con sus manos en los bolsillos de su pantalón, llevé a Leena a la cocina, espero que pase, cierro la puerta.
—¿Me darías un vaso con agua?— le pregunto mientras me sentaba, ella me lo trae sin decir nada, la invité a sentarse y así lo hizo quedando frente a mí.
—¿Qué pasa?— me pregunta viéndose preocupada.
—¿Roman te invitó?.
—No.
—¿Y quién lo hizo?.
—Joaquín y Mackenzie.
—¿Qué relación tienes con ellos?.
Me mira un poco cansada de tantas preguntas, que disfrute mientras yo se lo permita.
—Trabajo con Mackenzie, somos amigas también y con Joaquín igual.
—¿Y con Roman?.
Pone la cara de idiota cada vez que lo menciono, puede que sea un tanto celosa de mi hijo.
—Nos hemos visto tres veces así que no sé...
No la soporto y no lo haré más.
—Ay tres veces que lindo...— dije con un tono de burla —. No hay nada entre Roman y tú, creí que eras su amiga al menos, Leena, mi hijo está casado, tiene esposa.
—¿Y ella en dónde está?— me preguntó con insolencia de su parte.
Me desconcierta lo directa que es.
—¿Y por qué te importa?— le pregunté entornando mis ojos hacía ella.
—Nada más preguntaba... porque creo que se van a separar.
Me reí negando con la cabeza.
—Tan pendiente que estás, Roman nunca estará contigo, su matrimonio está muy bien, no se van a separar, estás mal informada.
—Si quiere salvar sus negocios separalos, yo les voy a resolver todos esos problemas, pero lo quiero a Roman para mí— ofreció, que tentador... pero ya es tarde, Roman no volverá a casarse, Melissa debe regresar si no no sé que pasará, Leena se levanta —. Piénsalo bien y dime— dijo yéndose.
A Roman por lo visto no le desagrada Leena, sé que le parece linda estoy segura de eso.