Amigos en matrimonio

Tus secretos #45

 

"Se fue, y dolió tanto, pero la única forma de seguir... era aceptarlo"

Jairo Guerrero.

 

 

[Roman] 

—Bésame— ordenó, negué con la cabeza un par de veces, Leena acaricia mi cara —. No le diré a nadie, Roman, nadie tiene que saber de nosotros, confía en mí— Leena acaricia mi cuello, no sé si se da cuenta de todo lo que me está provocando —, Me gustas tanto que aceptaría cualquier condición, bésame... 

En un movimiento rápido coloqué mi mano detrás de su cuello para besar sus labios de una vez, mi otra mano agarra su pierna, ambos disfrutamos de este beso tan rápido como nuestros labios se tocaron tuve una erección... una muy dolorosa porque me volvía loco por estar dentro de ella, es muy candente para ser una niña, mi lengua pasa por su labio superior consiguiendo que Leena me abrace con más fuerza, su mano tocó directamente mi erección, que ajustado se volvió mi pantalón con eso, pero la detuve, saqué su mano, ella mordió mi labio inferior me dolió un poco, pero me sirvió para detener todo esto, no lo puedo creer que llegué a tanto... prometí que sería diferente, me separo, me levanté de inmediato llevo unos dedos a mi labio inferior, veo a Leena sentarse en la cama, acomodando su falda que se había subido un poco más. 

—No te mordí tan fuerte o ¿si?— preguntó con una sonrisa, bajé mis dedos —. Oh... estás sangrando. 

Leena se levanta viene hacia mí, levanto la mano manteniendola lejos de mí. 

—No importa. 

—Tú me besaste. 

—Espero hayas tenido suficiente con eso. 

—Que beso... jamás tuve algo así, lo siento— dijo con una sonrisa, mordió su labio inferior por un momento —. Resultó peor el remedio que la enfermedad— confesó, me recorre con una mirada lujuriosa —, Nada más me dejó más convencida de que quiero tenerte para mí completamente. 

Es bastante halagador escucharla. 

Tengo dos pensamientos: ya me detuve y ya no sigo con todo esto... todavía no es tan grave, y está el otro que me dice que lo lleve hasta el último porque de todas formas ya fallé que por lo menos la disfrute más. 

—Leena, ya me tengo que ir, espero que te mejores. 

—Oye espera ¿sólo te vas después de esto? ¿en qué quedamos?— preguntó sentándose en la cama.
—Tengo un compromiso con unos amigos no voy a faltar, no te hagas ilusiones conmigo, no sé cuantas veces debo repetir que simplemente no estoy disponible. 

—Roman, está bien lo entiendo, pero al menos déjame llegar a ser tu amiga por favor ¿si?. 

—Honestamente ya no me interesa tener amistad con mujeres... menos en tu caso. 

—Podemos salir uno de estos días y te probaré que no te traeré problemas. 

—Estaré fuera, cuando regrese... yo creo que quizás pueda darte la oportunidad de salir conmigo, tengo que pensarlo, no prometo nada, adiós. 

—Adiós, Roman. 

No puedo creer lo que pasó, definitivamente tengo que dejar de beber es un error de ebrio que cometo siempre involucrarme con otras, pero creo que ella es diferente, se ve lo suficientemente madura, Melissa es la única que es muy lo contrario de lo que buscaba en las mujeres, Melissa es... no sé, es muy loca, a la mierda con ella la odio, pero no por su ausencia estaré con otras.


[Felicia] 

Voy al salón, encuentro a Melissa en pijama sentada en el sofá, a esta niña le encanta pasar frío, desde que llegamos aquí la veo sentarse ahí dejando la ventana abierta por las noches, ella sólo se cubre con una manta, me acerco por detrás en silencio, ella se detuvo en la foto de un joven, Melissa quiso comentar le escribió "te extraño" pero lo borró, reconozco a ese precioso chico, es nada más y nada menos que Edmond Durant, también al igual que Melissa me quedé viéndolo, sale muy bien. 

—Es muy hermoso tu amigo— comenté con una sonrisa, Melissa apaga su celular lo deja en el sofá, abraza sus rodillas. 

—¿Qué hace despierta?— me preguntó con su ceño fruncido. 

Suspiro, intenté hablar con ella de tantas maneras, pero no lo logro, no confía en mí, no sé que sea, sólo la vi muy deprimida las primeras semanas, nada más consigo que me hable con indiferencia e ignore mis preguntas, ella no era así, admiro que a pesar de todo sea muy respetuosa conmigo, admito que a veces puedo ser metiche en sus asuntos, hace poco recibió la fortuna de su madre quedó todo eso para ella únicamente, es muchísimo.
Fui a cerrar la ventana, ella apagó la televisión, se acuesta en el sofá de costado, la veo llorar. 

—Felicia, no sé como sanar, no puedo más, de verdad ya no puedo— confesó su voz se quebró, se acurruca mientras cubre su rostro. 

¿Ella realmente me está hablando?.

Me llevo la mano al pecho sintiendo angustia por ella, su voz, sus palabras me transmiten un inmenso dolor.

—Ay mi niña— murmuro, camino hacía ella, me arrodillo, tomo su mano está tan fría —. Ojalá pudieras confiar en mí, vine aquí con la intención de ayudarte únicamente, yo hace muchísimo tiempo que no trabajo, me retiré, pero en cuanto tu padre me llamó y me pidió que te cuide vine sin pensarlo dos veces, anhelaba verte otra vez despues de casi veinte años sin saber de ti, te tengo mucho cariño, no creas que estoy aquí sólo por el dinero que ni siquiera planeo aceptar... 

—Sólo aceptalo, Felicia, no puedes haber hecho tanto por nosotros y gratis, por favor. 

—Por ahora sólo me interesa saber qué es lo que te tiene tan mal... pero si no quieres contarme algo tan personal lo entenderé, sólo creo que puede ser de ayuda desahogarte y yo podría aconsejarte si te hace falta, lo que tu decidas. 

—Está bien— respondió algo desconfiada aún. 

—Bueno, pero antes ¿traigo té o café?— pregunté levantándome del suelo. 

—Té, iré contigo a la cocina— dijo levantándose del sofá.
Anda por su casa en pijama y con medias todo el tiempo, con su cabello un poco desordenado la humedad por esta zona le afectó a su cabello supongo, el mío se vio afectado también, llueve siempre por aquí, estamos tan lejos de la casa de su padre, un poco más y en otra ciudad. 

Melissa entra en la cocina por primera vez, la veo revisarla completamente, tomó un frasco de miel con una cuchara, se apoya en la mesada mientras come la miel, quita la cuchara de su boca lentamente. 

—¿Sabes? Creí que alejándome algún tiempo podría aclarar mis sentimientos y quedé al contrario, soy infeliz y aún más, Felicia, mis "soluciones" terminan en nuevos problemas, que horror. 

—¿Me contarás? Llevo rogándote que me expliques que tienes— dije impaciente.
—Mmm sí, pero es algo largo de contar— le advierto. 

—Está bien te escucho— contestó Felicia, mientras sirve el té para ambas. 

—Bueno yo fui muy ciega, Felicia, cuando Roman y yo terminamos nuestras relaciones anteriores me apresuré a atraparlo antes de que otra lo hiciera porque ya no quería que me sucediera lo mismo... tuve la oportunidad de salir elegir entre Roman y Edmond, elegí a Roman, pero ya estando casada con él pasaron cosas yo ya pensaba diferente, hasta mis sentimientos eran distintos. 

—¿Cómo?— pregunté confundida, dejó la taza sobre la mesada —. ¿Roman no era como lo que esperabas? Te viste decepcionada al hablar. 

Asintió un par de veces tomando su taza con ambas manos. 

—Fuimos novios algún tiempo, luego gran parte de nuestra relación quedamos comprometidos con todo lo que acontecía no había fecha fija de boda, no nos llevábamos bien, las discusiones eran muy fuertes y constantes, no nos teníamos nada de confianza, todos me decían que Roman me engañaba, yo misma lo encontraba hablando con su exnovia, pero no pensaba llevarme de lo que decía el resto, fui tan ciega, literalmente todo el mundo me dijo que él me engañaba y yo nunca lo terminaba. 

—¿Por qué no?— pregunté bastante confundida. 

—Porque tristemente por "amor" estaba dispuesta a perdonarle todo con tal de estar con él. 

—¿Y qué hay de Edmond?— le pregunto dándole un sorbo a mi té. 

—Edmond cuando supo de mi relación con Roman se fue por algunos años, cuando regresó me volví muy cercana a él porque entendía que él volvería a irse algún día, entonces por eso no quería desaprovechar su presencia, luego nos separamos cuando me fui de luna de miel en la que pasé muy mal por cierto, al regresar nos volvimos a reunir, pero ya no era como antes, se sentía muy diferente, era peor cuando estábamos solos, creía que era cuestión de tiempo para que algo más entre nosotros sucediera. 

—¿Y sucedió?— le pregunté, Melissa se quedó viendo al frente como si hubiese alguien ahí. 

—Con Edmond tenemos sólo tres besos en total, no esperes tanto— dijo golpeando mi brazo con su codo en confianza y tiene una linda sonrisa. 

—¿Ah si?— pregunté, sinceramente no esperaba ni besos siquiera, eso quiere decir que también falló en su relación. 

—El primer beso me lo dio él la noche que me confesó sus sentimientos de esa manera, él segundo en una fiesta que fui con Roman, estábamos borrachos yo no me acuerdo tanto y el último se lo di yo un poco antes de venir para aquí. 

Cubro mis labios con mi mano con asombro. 

—¡Melissa! ¿Roman lo sabe?— pregunté enseguida. 

—De ese último beso no, no quiero que me odie, ya lo elegí, dije que haría todo lo posible por hacer que lo nuestro funcione, prefiero que él crea que los errores esos quedaron en el pasado. 

—Melissa ¿qué vas a hacer?— pregunté tomando su mano. 

—No sé... Felicia, es algo que no tengo claro, merezco alejarme de todos porque no he sido buena— dijo alejándose —. He traicionado la confianza de mi esposo, le falté a mis principios, cualquiera podría decir que tuve un "doble juego" ¿quién podrá respetarme de saber lo que hice? Roman me reclamará o peor me recordará todo lo que le dije e hice yo cuando él me falló, tal vez digas que exagero o que él se lo merecía por hacerme lo mismo, pero no, eso no lo justifica, mi padre no querría verme de nuevo, no le interesa Roman si no las cosas que hago, las decisiones que tomo, se molestaría mucho por ignorar las enseñanzas que mi propia madre me enseñó.



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En el texto hay: amistad amor y drama

Editado: 14.07.2022

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